Colegio San José Barranquilla

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“Opiniones sobre los Acuerdos de cara al Plebiscito”

Con respecto a la invitación a participar en el Plebiscito con un voto informado y a conciencia, respetando las distintas opciones, el Colegio está abierto a recibir opiniones diversas de personas acerca de los Acuerdos de La Habana. En aras precisamente del respeto a la pluralidad, las publicamos en la página Web del Colegio bajo este título, para contribuir a la información sobre los respectivos puntos de vista, expresados así mismo en forma respetuosa.  Puede enviar sus opiniones a [email protected] o a nuestras redes sociales institucionales Facebook, Instagram, Twitter. Ver la invitación del Colegio San José para votar en el plebiscito en: Comunicado de Rectoría  Ver textos sobre los Acuerdos de cara al Plebiscito en: Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera Comunicado de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal de Colombia Cartilla Pedagógica del Acuerdo Final El ABC del Acuerdo Final (Cartilla pedagógica) Opinión 1: "Como aporte a la pluralidad indicada por ustedes en comunicación anterior, les expongo mis argumentos con respecto a mi voto por el No en el plebiscito a los acuerdos de La Habana, ya que las cartillas enviadas por ustedes al correo institucional no muestra los puntos graves de los acuerdos, gracias".  Ver argumentos en: Pegagogía NO al Plebiscito Antonio Yepes Opinión 2: "El gran aprendizaje de este proceso de paz es que las víctimas han sido más generosas que quienes han tenido que vivir la guerra sino de lejos. Las víctimas no quieren que mas nadie sufra lo que ellos sufrieron". Jorge Eliécer García Vergara Opinión 3:  "En mi familia votamos por el SÍ queremos contribuir al paso para tener un país en paz". Natalia Isa Sarmiento Escalante Opinión 4:  "¡Sí!" Lelieth Martin Castro Opinión 5:  "Qué bueno este espacio que ofrecen para compartir opiniones en Paz, sobre la posibilidad de empezar la construcción de la paz para Colombia. Mi opinión es corta, empieza por: respeta la diferencia de opinión + despolariza (sigue tus convicciones, no las de los líderes políticos) + infórmate de fuentes confiables (despolarizadas) + hecha un vistazo (crítico ojalá) a los antecedentes históricos de nuestro país + ubica esos antecedentes en el marco de los #acuerdosdepaz2016 + critíca (constructivamente) el proceso (acuerdos) logrados, no las personas + piensa en el presente y futuro de tu familia + analiza las ganancias y los riesgos que se asumen –> #LaMejorDecisión #EsLaTuya #UnVotoConsciente #UnVotoInformado" Sandra Quintero González Opinión 6:  "Qué difícil es perdonar. Perdonarse a sí mismo y aún más perdonar a los demás. Solo el tiempo nos dirá si ese acto de fe tendrá sus frutos. Hay miles de razones para decir que NO pero y ¿SI lo intentamos? Y ¿SI logramos dejarle a nuestros hijos un país mejor? Y ¿SI muchas cosas cambian para bien? El SÍ cuesta mucho, pero ¿acaso la guerra no nos ha costado? Nos ha costado sangre, lágrimas, intranquilidad, libertad, vidas. Hemos pagado un precio muy alto y aquí nadie ha ganado. ¡TODOS hemos perdido! Yo confío y le deoy mi voto de fe al SÍ.  Kro Ch Opinión 7:  "Por que Colombia desea paz y nosotros debemos tenerla en nuestro anterior. Amén". Julie Conde Opinión 8: "Sí porque hay esperanza, sí porque creo en la Paz, sí porque por algo se empieza, sí porque en las diferentes regiones de Colombia donde he tenido la oportunidad de trabajar (Arauca, Cauca, Caquetá, Vichada, Bogotá…) he escuchado los clamores, he escuchado sus ilusiones, expresiones de compatriotas que han sufrido directamente la guerra; "por lo menos dormiremos sin miedo a que entren a matarnos o a llevarse nuestra familia", "prefiero una paz falsa que seguir perdiendo a mi familia". Sí porque me la juego por mi país, sí porque la paz empieza por nosotros, en casa, con nuestra familia, vecinos, compañeros, amigos, en perdonar, dar ejemplo, entender que fallamos per que merecemos otra oportunidad. Sí porque somos humanos, sí porque juntos somos más, sí por un nuevo despertar, sí con una gran responsabilidad del presente y del futuro. Sí aunque con errores y tropiezos tiendo al futuro con el corazón. Sí aunque no me convencen varios de los acuerdos, todo empieza por un paso. Sí aún con miedo de fracasar, pero con la fe puesta en mi corazón. Sí porque creo en Dios y finalmente a Él le rendiremos cuentas de nuestros actos. Sí por ti, por mi COLOMBIA".  Eliana Rocío Peñaloza Suárez      

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“¡Qué viva la amistad!”, dijo en el San José la Cónsul de China en Barranquilla

Emotivo fue el encuentro que tuvo en el Colegio San José la señora Cónsul de China en Barranquilla, Huijun Wang, en donde tuvo oportunidad de establecer contacto directo con la familia Kuang Ye, quienes tienen a sus hijos estudiando en nuestra Institución, y demás alumnos que le manifestaron su admiración de manera calurosa y cariñosa, como es costumbre del colombiano.                                Los niños de Preescolar estuvieron asombrados de conocer a "una china de verdad, verdad", tal como le decían al verla en el parque de dicha sección.   "En esta época de globalización donde la interculturalidad es una de las características esenciales, el reto para nosotros los educadores es brindar a nuestros estudiantes posibilidades de encuentro con culturas ajenas a la propia", comentó el P. Juan Manuel Montoya, S.J., Rector encargado, al dirigirse a los asistentes de la reunión, desarrollada en la mañana del jueves 15 de septiembre, en el Salón Pignatelli del Colegio.      En la foto: El P. Juan Manuel Montoya, Rector encargado; Huijun Wang, Cónsul de China; madre de los niños de la familia Kuang Ye que estudian en el San José; y el P. José Rafael Garrido, Director de Pastoral.                                  La Cónsul visitó el Colegio San José con el Vice Cónsul, el señor Peijie Zeng y dos funcionarios del Consulado, los señores Jennifer Hurtado y Kevin Terán, estos últimos socializaron a la Comunidad Educativa el Festival de Medio Otoño o de Luna Llena que se celebró en esta misma fecha en simultánea en China, acontecimiento de suma importancia para dicha cultura oriental y que representó para el plantel todo un honor haber participado de la conmemoración.      Jennifer Hurtado, Secretaria del Consulado Chino en Barranquilla     Kevin Terán, Auxiliar Administrativo del Consulado Chino en Barranquilla                             Los asistentes degustaron del Pastel de Luna Llena, que tradicionalmente los chinos comparten en el Festival de Medio Otoño reunidos en familia                               Algunos estudiantes de Primaria mostraron sus nociones del idioma Chino estándar a la Cónsul del país oriental   Y como lo dijo el Personero Hamilton Bovea, "sueño en un futuro próximo como estudiante de este Colegio poder dirigirme a usted en su lengua materna", refiriéndose al interés que el Colegio San José tiene de ofrecer a sus estudiantes la opción del idioma Chino.                          Por: Diana Victoria Quintero Acosta, Comunicadora y Promotora Institucional.

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Ellos son quienes presiden el Consejo de Padres

El pasado martes 19 de agosto y en la mañana del 23 del mismo mes se dieron cita, en el auditorio Mateo Ricci del Colegio San José, los Padres de Familia que fueron elegidos por sus homólogos en la 1ra reunión general de padres de familia del año escolar en curso para ser parte del Consejo de Padres, donde tendrán la misión de ser sus portavoces y coadyuvar al Rector, el padre Gabriel Jaime Pérez Montoya S.J. a velar por el mejoramiento del funcionamiento del plantel.  En el primer encuentro se postularon cinco candidatos para ser los representantes del Consejo de Padres ante el Consejo Directivo del Colegio, siendo de ellos elegidos como Presidente, Carito Piedrahita; Vicepresidente, Margarita Contreras; y Secretario, Ricardo Navarro, donde junto a los directivos del San José tendrán también voz y voto para el desempeño de la Institución.   De cada grado de las áreas Preescolar, Primaria y Secundaria hay un delegado. Todos muy dispuestos a colaborar y con ideas en pro de la Comunidad Educativa.  Por: Diana Victoria Quintero Acosta, Comunicadora y Promotora Institucional.

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Primer saludo a Bachillerato 2016 – 2017

El padre Gabriel Jaime Pérez, Rector del Colegio San José, junto a los directivos, docentes y demás colaboradores dieron la bienvenida a los estudiantes de Primaria y Bachillerato, el lunes 8 de agosto, en su primer día de clases del año 2016 – 2017.  Presentó al nuevo personal vinculado del Colegio, y animó a los estudiantes a que sean personas conscientes, responsables de sí mismas y de su mundo, llamadas a cuidarlo, mejorarlo y a hacer el bien; competentes, usando sus habilidades para construir y servir, actuando con la verdad para así dar vida; compasivas, seres sensibles con el otro que asumen los sufrimientos de su prójimo como suyos; y comprometidas, buscando su bien, pero también el de los demás.                                                     Así mismo los motivó a esforzarse por lograr la excelencia académica, a reforzar los buenos hábitos y cuidados del medio ambiente, a continuar respetando las diferencias entre personas para lograr una sana convivencia. Por: Diana Victoria Quintero Acosta, Comunicadora y Promotora Insitucional.

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Bienvenida a Padres de Familia de estudiantes nuevos de Preescolar

El martes 9 de agosto se realizó la primera reunión de Padres de Familia de estudiantes nuevos de Preescolar, fue un espacio muy importante donde se les dio la bienvenida al Colegio  San José y se les compartió la propuesta del colegio en las tres áreas funcionales: Académica, Bienestar y Pastoral.  El padre Rector Gabriel Jaime Pérez S.J. los acogió con un caluroso saludo a la familia San José.   ¡¡Bienvenidos!!                                                                     Por: María Claudia Echeverría, Coordinadora de Bienestar Estudiantil Preescolar.

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Semana Santa en el Colegio San José

Durante la Semana Santa, el Triduo Pascual, se vivió con mucho fervor, en la capilla Nuestra Señora del Camino. El P. Juan Enrique Casas, S.J. y los escolares Omar Pabón y Orlando Ortega presidieron las diferentes celebraciones propias de la Semana Mayor. El Viernes Santo, además de la celebración de la pasión de nuestro Señor Jesús, se realizó la tradicional procesión de la Virgen de los Dolores, organizada por los antiguos alumnos de la educación jesuita de Barranquilla, en las instalaciones de nuestro Colegio San José. La comunidad asistió en forma masiva y con mucha devoción. Por: Jorge Barandica, Coordinador de Pastoral de Preescolar y Primaria

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Mensaje del Domingo – 20 de septiembre 2015

EL MENSAJE DEL DOMINGO          Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.  XXV Domingo Tiempo Ordinario – B Septiembre 20 de 2015                       En aquel tiempo Jesús y sus discípulos iban caminando por Galilea; Él no quería que se supiera, porque iba enseñándoles, y les decía: “El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará” Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: “¿De qué discutíais por el camino?” Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, y llamó a los Doce, y les dijo: “Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos”. Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo estrechó entre sus brazos y les dijo: “El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquél que me ha enviado” (Marcos. 9, 30-37). Tres temas nos presenta hoy el Evangelio, aparentemente desconectados entre sí pero que en realidad tienen una relación muy significativa. Tratemos de analizarlos uno por uno y de aplicarlos a nuestra vida cotidiana, teniendo en cuenta también las otras lecturas bíblicas de este domingo (Sabiduría 2, 12. 17-20; Santiago 3, 16 – 4, 3). 1. Jesús anuncia por segunda vez su pasión, muerte y resurrección Lo primero que encontramos en el Evangelio es el segundo de los tres anuncios que los relatos evangélicos nos cuentan que les hizo Jesús a sus discípulos acerca de su pasión, su muerte en la cruz y su resurrección gloriosa. Si bien estos relatos fueron hechos y puestos por escrito después de los acontecimientos del Calvario y en el contexto de la experiencia pascual de los primeros seguidores de Jesús, es importante recordar que el significado de tales anuncios tiene que ver con el verdadero sentido de la fe en Él como el Mesías o Cristo, el Ungido o consagrado, no como un jefe político triunfante o un guerrero victorioso, sino como el servidor de Dios y por lo mismo de la humanidad para liberarnos a todos de cuanto nos impide ser verdaderamente felices. Aquellos primeros discípulos de Jesús, empezando por “los Doce” a quienes había llamado para que fueran sus apóstoles, es decir sus enviados a proclamar el evangelio, la buena noticia de esa liberación que Dios está dispuesto obrar en cada ser humano si le abre espacio en su vida a la acción transformadora de su Espíritu, tenían el peligro de malinterpretar las palabras y los hechos de su Maestro reduciéndolo a un líder terrenal que no sólo los libraría de la dominación del imperio romano que padecían, sino que además les daría a ellos, sus elegidos, una cuota importante de poder en el “reino” que les había dicho que venía a establecer. Por eso, para que se bajen de esa nube de ambiciones terrenales, Jesús les anuncia lo que verdaderamente implica el cumplimiento de su misión como Mesías: entregar su vida por completo, hasta la última gota de su sangre, como consecuencia de solidarizarse hasta lo último con los pobres, los pequeños, los oprimidos, las víctimas de la injusticia y la violencia en todas sus formas. 2. Jesús nos enseña el valor de la disposición de cada cual a servir a los demás Esa disposición de solidaridad es lo que Jesús nos muestra en su propia vida puesta al servicio desinteresado de todos los seres humanos sufrientes o necesitados. Y por eso mientras sus discípulos se pelean entre sí discutiendo quién es o va a ser el mayor o el más importante, Jesús les dice que “el que quiera ser el primero, deberá ser el último de todos…” ¿Cómo? Pues disponiéndose a ser el servidor de todos. En los otros pasajes evangélicos paralelos a éste de san Marcos, es decir, en los de los evangelios según san Mateo y san Lucas, Jesús añade una explicación refiriéndose a su propio ejemplo de vida: “porque el Hijo del Hombre -como solía llamarse a sí mismo- no vino a ser servido, sino a servir”. Y es esta actitud de servicio la que nos conecta precisamente con la imagen profética del Siervo o Servidor anunciado unos seis siglos atrás en el libro del profeta Isaías, como también con la del justo -descrito unos cincuenta años antes de Cristo en el libro de la Sabiduría del cual está tomada la primera lectura de este domingo-, quien precisamente por solidarizarse con las víctimas inocentes de la injusticia les resulta incómodo a los que obran el mal aprovechándose del pobre, oprimiéndolo y explotándolo en beneficio de sus propios intereses egoístas. Y precisamente la Carta de Santiago, de la que está tomada la segunda lectura, es muy significativa con respecto a una actitud totalmente contraria a la codicia envidiosa de quienes obran el mal: la de los “amantes de la paz “, que son “comprensivos y llenos de misericordia”.  3. Jesús nos invita a encontrar a Dios en los humildes, sencillos y pequeños En varias ocasiones los Evangelios nos muestran a Jesús resaltando la importancia de ser y hacernos como niños, en el sentido no sólo de reconocernos necesitados de la protección y la ayuda de Dios así como el niño necesita del padre y la madre para salir adelante en la vida, sino también en el de reconocer las necesidades de los demás y estar dispuestos a ayudarles. Este es el sentido de la frase de Jesús al final del texto evangélico de hoy: “El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquél que me ha enviado”. En otras palabras, atender o acoger al desvalido y ponerse

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El Mensaje del Domingo – 14 de septiembre de 2015

EL MENSAJE DEL DOMINGO                         Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.        XXIV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B – Septiembre 13 de 2015                     Un día Jesús, yendo de camino hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, les preguntó a los discípulos: -¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le respondieron: -Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros dicen que Elías y otros que alguno de los profetas. Él entonces les preguntó: -¿Y ustedes, quién dicen que soy yo? Pedro le contestó: -Tú eres el Mesías. Él les prohibió que se lo dijeran a otros. Después empezó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho, ser condenado al sanedrín por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, padecer la muerte y resucitar a los tres días. Esto se lo decía ya claramente. Pedro lo llamó aparte y empezó a ponerle reparos. Jesús se volvió y, delante de los demás discípulos, reprendió así a Pedro: -¡Déjame seguir mi camino, Satanás, que tus ideas no son las de Dios sino las de los hombres! Entonces Jesús llamó a la gente, junto con sus discípulos, y les dijo: -Si alguien quiere venir conmigo, renuncie a sí mismo, cargue su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por el Evangelio, la salvará (Marcos 8, 27-35). 1.- “¿Y quién dicen ustedes que soy yo?” Pedro le contestó: “Tú eres el Mesías” La respuesta de Pedro a la pregunta de Jesús constituye el tema central de la fe cristiana: reconocer que Jesús es el Mesías, título hebreo que corresponde al término griego Cristo y significa Ungido, consagrado para realizar la misión de hacer presente en la tierra el Reino de Dios. Con este título los antiguos profetas habían anunciado la promesa de un Salvador ungido por Dios para liberar al pueblo de Israel después de las experiencias dolorosas sufridas bajo las dominaciones extranjeras. Por eso existía la tentación de esperar un Mesías que derrotaría al imperio opresor. También por eso Jesús, después de ser reconocido por Pedro como el Mesías, les dice a sus discípulos que no se apresuren a divulgar ese reconocimiento, para que no se le confunda, no sólo con un milagrero espectacular sino con un líder político. Como este tipo de líder era el que anhelaban, no les cabía en la cabeza que Jesús les hablara de su pasión y su muerte en una cruz, aunque añadiera el anuncio de la resurrección. Tal era el motivo por el que Pedro se resistía a aceptar esas palabras de su Maestro, y la reacción de Jesús a esta resistencia es especialmente significativa al llamar a Pedro Satanás, término hebreo que significa opositor y corresponde al griego diabolos. Lo que quiere decir es que, al oponerse Pedro a la misión redentora de Aquél a quien acababa de reconocer como el Mesías, estaba actuando de la misma manera que el tentador a quien había tenido que enfrentarse Jesús en el desierto antes del comienzo de su vida pública. 2.- “Si alguien quiere venir conmigo, renuncie a sí mismo, cargue su cruz y sígame” Si queremos ser de verdad seguidores de Cristo, tenemos que identificarnos con Él: salir cada cual de sí mismo renunciando a toda forma de egoísmo, para ponerse al servicio del Reino de Dios, reino de justicia, de amor y de paz, hasta las últimas consecuencias. En la primera lectura de este domingo, el libro que lleva el nombre de Isaías (50, 5-9) anuncia al Mesías no como un rey terreno que domina, sino como el servidor sufriente que se somete al dolor sin oponer resistencia. Los textos proféticos del libro de Isaías que, como éste, son llamados poemas del “siervo de Yahvé” o servidor de Dios, nos ofrecen un relato anticipado de la pasión redentora del Mesías prometido, la misma que Jesús les anunció a sus discípulos después de la profesión de fe de Pedro. Ahora bien, la pasión de Jesucristo y su muerte en la cruz no son presentadas por los Evangelios para nuestra contemplación pasiva, sino para que nos identifiquemos con Aquél que dio su vida por nosotros y por toda la humanidad, y nos dispongamos también, cada cual cargando su propia cruz, a realizar el Reino de Dios mediante una actitud de servicio, a imagen y semejanza del mismo Jesús, quien diría más adelante también a sus discípulos después del segundo y del tercer anuncio de su pasión: el Hijo del hombre -como solía llamarse a sí mismo- no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos” (Marcos 10, 45).             3.- “¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no tiene obras?” Expresar nuestra fe en Jesucristo implica y exige demostrarla con las obras. Esta relación indisoluble entre el reconocimiento de Jesús como el Mesías y la realización de sus enseñanzas, es precisamente la que nos plantea la segunda lectura de hoy, tomada de la Carta de Santiago (2, 14-18). El ejemplo con que la ilustra es muy claro: ante la situación de quien carece de ropa y alimento, no basta con decir “que les vaya bien, vístanse y aliméntense”; debe hacerse algo efectivo para resolverla. ¿Cómo es nuestra relación entre la fe que proclamamos cuando reconocemos a Jesús, y las obras a través de las cuales estamos llamados a demostrar que este reconocimiento es sincero? En definitiva, lo que cuenta son las obras. Por eso dice el apóstol Santiago: muéstrame tu fe sin las obras, que yo, con las obras, te probaré mi fe. En la eternidad nos vamos a llevar sorpresas. Muchos que vivían recitando el credo pero sin llevar a la práctica lo que éste significa, no habrán logrado la felicidad. En cambio, aquellos que realizaron con sus obras más que con sus palabras lo que significa creer en Dios, que es Amor, habrán alcanzado la salvación prometida por el Señor a todo el que renuncia a su egoísmo para entregar su vida

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El mensaje del domingo – 14 de septiembre

XXIV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A – Septiembre 14 de 2014 Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. En aquel tiempo le preguntó Pedro a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces le deberé perdonar a mi hermano si me hace algo malo? ¿Hasta siete?” Jesús le contestó: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Sucede con el reino de los  cielos lo que con un rey que quiso hacer cuentas con sus funcionarios.  Estaba comenzando a hacerlas cuando le presentaron a uno que le debía muchos millones. Como aquel funcionario no tenía con qué pagar, el rey ordenó que lo vendieran como esclavo, junto con su esposa, sus hijos y todo lo que tenía, para que le quedara pagada la deuda. El funcionario se arrodilló delante del rey y le rogó: ‘Tenga usted paciencia conmigo, y se lo pagaré todo’. El rey tuvo compasión de él, así que le perdonó la deuda y lo puso en libertad. Pero, al salir, aquel funcionario se encontró con un compañero suyo que le debía una pequeña cantidad. Lo agarró del cuello y comenzó a estrangularlo, diciéndole: ‘¡Págame lo que me debes!’ El compañero, arrodillándose delante de él, le rogó: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso, sino que lo hizo meter en la cárcel hasta que le pagara la deuda. Esto les dolió mucho a los otros funcionarios, que fueron a contarle al rey todo lo sucedido. Entonces el rey lo mando llamar y le dijo: ‘¡Malvado! Yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo rogaste. Pues tú también debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión de ti.’ Y tanto se enojó el rey, que ordenó castigarlo hasta que pagara todo lo que debía”. Y Jesús añadió: “Así hará también mi Padre si cada uno de ustedes no perdona de corazón a su hermano.” (Mateo 18, 21-35).  1.- “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarle?”  En el lenguaje bíblico el 7 es un número simbólico que significa plenitud y perfección. Por eso la respuesta de Jesús a Pedro en el Evangelio, significa que es preciso significa que debemos perdonar siempre. De esta forma se supera la llamada ley del talión (ojo por ojo y diente por diente -Éxodo 21, 23-25, Levítico 24, 18-20 y Deuteronomio 19, 21-), que imperaba en las costumbres de aquel tiempo, a pesar de lo que ya dos siglos antes de Cristo había escrito el autor del libro llamado Eclesiástico, del cual está tomada la primera lectura (27, 30 – 28,9): perdona las ofensas a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas; y a pesar también de los versos del Salmo 103 (102): “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia… Él perdona todas las culpas… No está siempre acusando ni guarda rencor…”   La ley del talión (del latín talis: tal, semejante) consistía en que a cada agresión le correspondiera una pena igual, y en este sentido, cuando había sido establecida en tiempos de los sumerios y caldeos por el Código de Hammurabi en el siglo18 a.C., significó un avance moral con respecto a la práctica primitiva de la venganza sin límites, consistente en responder con un mal mayor. Pero Jesús avanza mucho más al oponerse a toda forma de venganza, invitándonos a deponer por completo el rencor que podamos sentir ante las ofensas recibidas.  2.- “Toda aquella deuda te la perdoné. ¿No debías tú también tener compasión?” La parábola del funcionario insensible que leemos en el Evangelio de hoy guarda una estrecha relación con la llamada “regla de oro” del comportamiento humano enseñada por Él en su Sermón de la Montaña: “Todo cuanto ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos” (Mateo 7, 12). Es la formulación en positivo de lo que siglos atrás habían dicho otros maestros espirituales: “No hagas a los demás lo que a ti te dolería que te hicieran” (Hinduismo, 1500 años a.C.); no hieras a los demás con lo que a ti te hace daño” (Buda, 563-483 a.C.); “no hagas a los demás lo que no quieres que ellos te hagan a ti” (Confucio, 551 – 479 a.C.); “no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan” (A.T. , libro de Tobías 4, 15 -300 a.C.-).  Esta regla de oro, inscrita interiormente en la conciencia de todo ser humano, equivale al mandato bíblico formulado en la frase “ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19, 18 / Mateo 22, 39), lo cual implica la exigencia de no devolver mal por mal, que en positivo corresponde a la exigencia  de perdonar al prójimo si uno quiere ser perdonado por Dios. “Ninguno de nosotros vive para sí mismo”, dice el apóstol Pablo en la segunda lectura (Romanos 14, 7-9), invitándonos así superar nuestros egoísmos para orientarnos hacia el cumplimento de la voluntad del Señor, que es voluntad de misericordia y de perdón.  El motivo de fondo de la exhortación de Jesús a perdonar siempre es el mandamiento nuevo que Él mismo daría a sus discípulos la víspera de su muerte en la cruz: “ámense los unos a los otros como Yo los he amado” (Juan 15, 12). Precisamente Jesús es la manifestación personal del amor de Dios, que perdona siempre, y por eso el cumplimiento de este mandato corresponde a su exhortación formulada así en el Evangelio según san Mateo: “sean ustedes perfectos como su Padre celestial es perfecto” (Mateo 5, 48), que equivale a la que encontramos en el Evangelio de Lucas: “Sean  misericordiosos como su Padre es que misericordioso” (Lucas 6, 36). La perfección de Dios es la realización plena de lo Él mismo es, porque Dios es Amor (1 Juan 4, 8.16).  3.- La petición de perdón implica la disposición a perdonar  La Eucaristía es el memorial del sacrificio redentor de Cristo que entregó su vida derramando su sangre por nosotros y por toda la humanidad “para el perdón de los pecados”.

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Mensaje del Domingo – Junio 22

EL MENSAJE DEL DOMINGO El Cuerpo y la Sangre de Cristo Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Ciclo A – Junio 22 de 2014 En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. La persona que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en ella. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, quien me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de los antepasados de ustedes, que lo comieron y murieron; quien come de este pan vivirá para siempre.»(Juan 6, 51-58). La fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo comenzó a celebrarse el año 1246 en la ciudad belga de Lieja y fue extendida luego a toda la Iglesia por el papa Urbano IV en 1264, para proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en las especies de pan y de vino consagradas en la Eucaristía. Era preciso reafirmar así la adhesión a esta verdad de fe, con el fin de contrarrestar los planteamientos de quienes negaban dicha presencia y enseñaban que el pan y el vino consagrados eran sólo un símbolo conmemorativo de la cena del Señor. 1. La Eucaristía es sacrificio y sacramento La Eucaristía es un sacrificio y un sacramento. Como sacrificio es memorial que no sólo recuerda sino que además actualiza el misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro Redentor. Como sacramento es signo sensible de la acción salvadora de Dios por medio de su hijo Jesucristo, su Palabra hecha carne que nos reveló su amor infinito con sus enseñanzas, sus actos sanadores, su compasión, su muerte en la cruz y su resurrección; que nos alimenta espiritualmente al comunicarnos su propia vida, y que nos une en comunidad con Él y con los demás por la acción del Espíritu Santo. Esto es lo que nos muestran precisamente las lecturas bíblicas en la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Deuteronomio 8, 2.3.14b-16a; I Corintios 10, 16-17; Juan 6, 51-58). Y el Salmo 148 (147), por su parte, dice que el Señor nos alimenta con el pan de su Palabra. 2. La Eucaristía es presencia de Cristo resucitado, la Palabra de Dios que nos alimenta La presencia de Cristo en la Eucaristía no es aparente, es real. Pero esta realidad no es la de un fenómeno material verificable por los sentidos o por una experimentación físico-química, sino la de un misterio de orden espiritual, sólo captable por la fe. Esto es precisamente lo que nos enseña el Discurso del Pan de Vida pronunciado por Jesús en el Evangelio de Juan después de la multiplicación de los panes. Los versículos con los que continúa el capítulo 6 de este Evangelio (59-63) son claros al respecto, sobre todo cuando Jesús explica que las palabras que ha dicho “son espíritu y vida” (6, 63), refiriéndose al sentido de lo que Él quiere significar cuando dice “mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida” (6, 55), y evocando como una prefiguración de esta realidad el “maná”, aquél “pan bajado del cielo” con el que, como nos cuenta el libro del Deuteronomio en la primera lectura, Dios había alimentado a los israelitas en su camino hacia la tierra prometida. Ahora bien, esa presencia espiritual suya después de su muerte y resurrección, quiso invitarnos el Señor a reconocerla en las especies del pan y el vino consagrados en la Eucaristía con el rito y las palabras que Él mismo, en la última cena antes de su pasión, les dijo a sus primeros discípulos que repitieran después en conmemoración suya. En este sentido, el pan y el vino, en virtud de la consagración así realizada, gracias la acción del mismo Espíritu Santo por cuya obra y gracia la Palabra se hizo carne en el seno de la Virgen María, se convierten para nosotros en el cuerpo y la sangre de Cristo, es decir, en la presencia viva de Jesús que nos entrega su vida. Él es la Palabra de Dios que nos alimenta no sólo con sus enseñanzas, sino con su propia vida resucitada, siempre disponible para nosotros en lo que llamamos el Santísimo Sacramento. Tal es el sentido de la adoración a las hostias consagradas que quedan en el Sagrario después de la celebración de la Santa Misa. 3. La Eucaristía es sacramento de Jesucristo resucitado que nos une en comunidad Al partir y comer el mismo pan, y al beber conjuntamente del mismo cáliz, compartiendo así la presencia de Jesucristo que se nos comunica alimentándonos con su vida resucitada, su Espíritu Santo nos une en un solo cuerpo, nos hace una comunidad de amor que celebra y vive la “Acción de Gracias”, que es lo que significa en griego la palabra “Eucaristía” (Segunda Lectura: 1 Corintios 10, 16). Así sucedió con los primeros discípulos de Jesús unidos en oración con María, su madre, y así también sucede con nosotros cuando en la Eucaristía se hace presente Cristo resucitado y nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre. Terminemos evocando la última Carta Apostólica que dejó el Papa San Juan Pablo II como su testamento para el Año de la Eucaristía (2005), en el cual pasó a la vida eterna: “La Iglesia es el cuerpo de Cristo: se camina «con Cristo» en la medida en que se está en relación «con

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