Colegio San José Barranquilla

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Fiesta Navideña de los Empleados del CSJB

En el mes de diciembre de 2012 la Coordinación de Gestión Humana organizó la tradicional celebración de fin de año para los empleados del Colegio San José. Con una fiesta tematizada en las Verbenas populares que se realizan en la época de Carnaval, los profesores, administrativos, directivos y personal de apoyo del Colegio compartieron de una tarde muy animada en la que disfrutaron de buena música, comida y grandes rifas. El show central estuvo a cargo del humorista barranquillero Lucho Chamie y su personaje de “Doña Leopo”, quienes pusieron a bailar y a gozar a todos los asistentes. Les compartimos algunas fotos de esta gran celebración.

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“Gincana Navideña” del Grupo SJR en Pinar del Río

Los integrantes de los grupos Servicio Jesuitas a Refugiados (SJR) Juniors y Seniors del Colegio San José, realizaron diversas actividades de recreación, novena y aguinaldo navideños con los niños del Colegio de Fe y Alegría de Pinar del Río. Asistieron a esta experiencia solidaria los estudiantes Mariana Mesa, Nicolle Brown, María Alejandra Gálvez, Susana Villazón, María Isabel Hurtado, Isabella Montecristo, Lina González, Leonard Matínez, Gina Puccini, Alejandra Camargo, acompañados por los profesores Vicky Chedrauy y Víctor Calderón.  

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Campamento Misión con los estudiantes de 11°

Los estudiantes de 11° aprovecharon muy bien su temporada de vacaciones, del 17 al 19 de diciembre participarón de la actvidad Campamento Misión, la cual año tras año es liderada por el Hrno José Alirio Aguiar, Director de Bienestar Estudiantil. El Campamento Misión es una actividad que busca desarrollar en los jóvenes la sensibilidad social y  en la cual se apoya a una comunidad de escasos recursos durante la temporada de navidad. Durante los tres días los estudiantes y profesores tienen la oportunidad de compartir con las familias, rezar la novena navideña, jugar con los niños y repartir meriendas y regalos. En esta oportunidad el Campamento se realizó en el corregimiento de San Cayetano de Gallego del municipio de Sabanalarga, Atlántico. Los profesores Xiomara Manjarrez y Alejandro Blanco acompañaron a los estudiantes a esta gran experiencia en la cual participaron cerca de 200 niños de la comunidad.

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El Mensaje del Domingo – 20 de enero

II Domingo del Tiempo Ordinario Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.                                Había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: “No les queda vino.” Jesús le contestó: “Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.” Su madre dijo a los sirvientes: “Hagan lo que él les diga.” Había allí colocadas seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: “Llenen las tinajas de agua.” Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: “Saquen ahora y llévenselo al mayordomo.” Ellos se lo llevaron.  El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes si lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.” Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en Él.  (Juan 2, 1-11). En este segundo domingo del tiempo litúrgico llamado “ordinario”,  el Evangelio nos invita a meditar sobre lo que significa el relato de las “Bodas de Caná” para nuestra fe y nuestra vida cotidiana. Hagámoslo teniendo en cuenta también las otras lecturas bíblicas: Isaías 62, 1-5;  Salmo 96 (95); 1ª Carta de san Pablo a los Corintios 12, 4-11. 1. Jesús realiza su primer milagro en una fiesta de bodas Los  cuatro Evangelios narran los comienzos de la vida pública de Jesús en la región de Galilea, al norte de Israel. Habían transcurrido en Nazaret, una pequeña aldea de esa misma región, los treinta años de su vida oculta de los cuales nos dan algunas referencias los Evangelios según san Mateo y san Lucas. Ahora, después de su bautismo en el río Jordán y de su retiro en el desierto, Jesús empieza a manifestarse públicamente. Mateo, Marcos y Lucas nos lo muestran iniciando con un recorrido por las distintas poblaciones de Galilea y  teniendo como centro a Cafarnaúm, una ciudad situada junto al lago de Genesaret o Tiberíades, también llamado “Mar de Galilea” por su tamaño, en donde trabajaban como pescadores varios de quienes fueron sus primeros discípulos. Lucas, por su parte, cuenta además la presentación que Jesús hizo de sí mismo ante sus coterráneos de Nazaret. Y el Evangelio según san Juan, en el texto escogido para este domingo, nos relata su primer milagro en el pequeño pueblo de Caná, muy cercano a Nazaret, en una fiesta de bodas. La imagen de las bodas y del amor conyugal había sido empleada por los profetas del Antiguo Testamento para expresar el sentido de la alianza entre Dios y el pueblo de Israel. El libro de Isaías fue redactado en tres momentos o etapas, que corresponden respectivamente a lo que los estudiosos de la Biblia han llamado “primer Isaías” (capítulos 1 a 39), “segundo Isaías” (capítulos 40 a 55) y “tercer Isaías” (capítulos 56 a 66), siendo el segundo y el tercero muy posteriores a la muerte del profeta pero probablemente escritos por integrantes de su misma escuela o tradición. El tercero,  del que está tomada la primera lectura, emplea así el símbolo del amor conyugal para referirse a la relación de Dios con su pueblo: Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo. Cinco siglos y medio después, el mismo Dios hecho hombre en Jesús que había querido ser miembro de una familia humana, santifica con su presencia y su acción transformadora la unión de una pareja que celebra sus bodas. 2. La madre de Jesús (…) dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga” El relato del Evangelio destaca la presencia de la madre y de los primeros discípulos de Jesús, invitados con Él a la fiesta. Detengámonos un poco en el hecho de la presencia de María santísima, gracias a cuya intercesión Jesús realizó su primer milagro, según el relato del apóstol san Juan, testigo del episodio que él mismo cuenta. María, atenta a los detalles, no sólo como corresponde a su condición femenina, sino además dada la amistad que seguramente la une con las familias de los nuevos esposos, se da cuenta de un problema que podría empañar la alegría de la celebración: el vino se ha acabado. Tengamos en cuenta que, junto con el pan, el vino formaba parte de las cenas judías, pero además su importancia era esencial en las fiestas de bodas. En forma sencilla y directa, María le comenta a Jesús el problema. No le debió ser fácil comprender la respuesta inmediata que recibió verbalmente de su hijo, como tampoco entender otras experiencias de su relación maternal con Jesús, y que sin embargo, como cuenta otro evangelista -san Lucas-, ella conservaba y meditaba en su corazón. Pero no se desanimó y mostró así su esperanza en la acción de Jesús: Hagan lo que él les diga. Esta frase de María, dirigida a los sirvientes de la fiesta, podemos también considerarla como dicha a nosotros. María intercede ante Jesús para que él obre en nuestras vidas las transformaciones que necesitamos, pero la realización de éstas supone y exige ante todo que estemos atentos a escuchar y dispuestos a poner en práctica lo que Él nos quiere decir para indicarnos cuál es su voluntad. 3. Manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él  El Evangelio según san Juan llama signos a los milagros de Jesús. Y eso es precisamente lo que son: señales de que Él revela el poder de Dios Creador y, por lo mismo, de que en Él se hace presente la acción transformadora del Espíritu Santo para realizar una nueva creación, simbolizada en el cambio del agua

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Jornada pedagógica de profesores y personal administrativo del Colegio

En el Colegio San José siempre promovemos la formación de nuestros profesores y personal administrativo. Por tal motivo, los días 10 y 11 enero se realizaron dos jornadas pedagógicas dirigidas a ellos. En una de las jornadas se compartieron los temas tratados en el Coloquio Internacional sobre la Educación Secundaria Jesuita que se llevó a cabo en la ciudad de Boston, Estados Unidos, del 29 de julio al 2 de agosto de 2012, y en el cual participó el Padre Rector Gabriel Jaime Pérez SJ en representación del Colegio. En esta primera parte se presentaron los temas referentes a la identidad jesuítica en el campo de la educación, el liderazgo en la educación jesuítica, el acompañamiento como característica de la pedagogía ignaciana y la relación entre las nuevas fronteras de la globalización y la fidelidad a nuestra misión educativa, con base en las ponencias centrales. Los asistentes participaron con sus reflexiones y propuestas, las cuales serán tenidas en cuenta para la elaboración  de un plan de acción del Colegio que será presentado ante las directivas de ACODESI como parte del proceso iniciado por esta Asociación en orden al seguimiento de dicho Coloquio. En la segunda jornada, la abogada  Luz Gladys Duque, experta en Legislación Educativa y asesora jurídica del Colegio, de una manera práctica y con ejemplos ilustrativos les presentó a los asistentes el estado actual de dicha legislación en Colombia, los aspectos jurídicos de la gestión laboral docente y el tratamiento de los delitos informáticos en ámbitos educativos.

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Personaje Súper Chévere de Pastoral

En esta oportunidad nuestro Personaje Súper Chévere de Pastoral es: MARY ARRIETA Súper chévere porque nos enseña a asumir los desafíos de la vida con fe y esperanza. Súper chévere por sacarnos a todos una sonrisa con su buen sentido del humor. Súper chévere porque a pesar que es licenciada en Matemáticas, en nuestro Colegio es una virtuosa profesora de Educación Religiosa. Súper chévere porque su vida es un testimonio de fe en Dios y porque nos enseñas que en las buenas y en las malas vale la pena creer en Él. Gracias Señor por la vida de Mary, cuídala y bendícela  por siempre. Amén.

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El Mensaje del Domingo – 13 de enero

I Domingo del Tiempo Ordinario Bautismo del Señor – Enero 13 de 2013 Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.                        En aquel tiempo la gente estaba en gran expectativa, y se preguntaba si tal vez Juan sería el Mesías; pero Juan les dijo a todos: “Yo, en verdad, los bautizo con agua; pero viene uno que los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él es más poderoso que yo, que ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias”. Y sucedió que cuando Juan los estaba bautizando a todos, también Jesús fue bautizado; y mientras oraba, el cielo se abrió y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma visible, como una paloma, y se oyó una voz del cielo, que decía: “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido” (Lucas 3, 15-16.21-22). Después de las fiestas de la Navidad y la Epifanía,  la Iglesia nos invita este domingo, con el cual comienza el llamado “Tiempo Ordinario” de la liturgia, a contemplar los hechos y las enseñanzas de Jesús en el inicio de su vida pública, inaugurada con su Bautismo en el río Jordán. Tratemos de descubrir el significado de este acontecimiento a la luz de los elementos narrativos que nos presenta el relato del Evangelio (Lucas 3, 15-16.21-22) y relacionándolos con las otras lecturas de este domingo. 1. El bautismo: un rito que adquiere su pleno significado en Jesucristo El verbo “bautizar” proviene del griego y significa sumergir. El rito del bautismo consiste originariamente en sumergirse o ser sumergido en el agua, que es un elemento imprescindible de la vida, para expresar así el paso a una existencia renovada mediante un nuevo nacimiento: así como el ser humano desde el comienzo de su existencia no puede subsistir sin el agua, el bautismo manifiesta el paso a una vida nueva. Juan invitaba a la gente al ser bautizada en el río Jordán para expresar una sincera voluntad de renovación. Jesús no necesitaba convertirse porque en Él no había pecado alguno, pero recibió el bautismo de Juan para indicar que Él mismo, siendo inocente, llevaría humildemente sobre sí el pecado del mundo y así cumpliría la voluntad de Dios: hacernos posible a todos el paso a una auténtica vida nueva, a imagen de la suya como Hijo de Dios. Por eso este domingo se nos invita a revivir el sentido del Sacramento del Bautismo, por el cual hemos sido hechos hijos de Dios e incorporados a la comunidad de los discípulos de Jesús para vivir de acuerdo con sus enseñanzas. 2. “El Espíritu Santo bajó sobre él en forma visible, como una paloma” Al describir el Bautismo de Jesús, el Evangelio utiliza el lenguaje propio de las llamadas teofanías o manifestaciones especiales de Dios. Y resalta en este pasaje la imagen de la paloma, que evoca dos relatos simbólicos del libro bíblico del Génesis: Por una parte, el relato de la creación, donde se dice que “el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas” (Génesis 1, 2), y por otra el del diluvio universal, cuando al terminar la tempestad Noe soltó una paloma que regresó al arca con una rama de olivo en el pico (Génesis 8, 10-12), significando no sólo que después de la tempestad vino la calma, sino también que en virtud de una nueva creación recomenzaba la vida en la tierra. La figura de una paloma que se posa sobre Jesús en el momento de su bautismo, nos remite al comienzo de esa nueva creación que Dios Padre realiza por medio de Él, y en la cual se manifiesta la acción renovadora del Espíritu Santo, simbolizado por aquella ave. El relato del Bautismo del Señor es así una proclamación del misterio de la Santísima Trinidad. 3. “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido” La fiesta del Bautismo del Señor actualiza para nosotros la manifestación de Jesús como Hijo de Dios, título dado por los profetas al Mesías prometido que iniciaría el reinado de Dios mismo en las vidas de quienes estuvieran dispuestos a su acción salvadora. Tal es a su vez el sentido de la profecía de Isaías en la primera lectura de este domingo: “Este es mi servidor…, mi elegido a quien prefiero. Sobre él he puesto mi Espíritu” (Isaías 42, 1-7). Resalta aquí la correspondencia entre el título de Hijo de Dios y el de Siervo o Servidor del Señor. Aquél hombre nacido en Belén de Judá,  que provenía de una familia humilde y sencilla residente en la pequeña aldea de Nazaret, y que en el momento de su Bautismo en el río Jordán fue proclamado Hijo de Dios por su propio Padre celestial, va a presentarse a sí mismo, de palabra y de obra, como quien vino no a ser servido, sino a servir. Toda su vida, desde su nacimiento en una pesebrera hasta su muerte en una cruz, es la manifestación de esta correspondencia entre su condición de Hijo de Dios y su misión de Servidor. En efecto, Jesús iba a estar siempre en medio de los seres humanos precisamente en calidad de servidor: servidor de Dios mediante el servicio a todos los seres humanos, tal como nos lo describe el discurso del apóstol Pedro en la segunda lectura, “fue ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo” y “pasó haciendo el bien” (Hechos de los Apóstoles 10, 34-38). También nosotros hemos recibido en el sacramento del Bautismo al Espíritu Santo, que hace posible en nuestra existencia una vida nueva como hijos e hijas de Dios para en todo amarlo y servirlo, participando así en su reino de amor y de paz, en esta vida y en la eterna. Que esta posibilidad se haga efectiva depende de nuestra disposición a escuchar y poner en práctica sus enseñanzas, identificándonos con Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios y el Servidor por excelencia. Que así sea.-

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El Mensaje del Domingo – 6 de enero

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR  Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.                                        Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así la ha escrito el Profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel’”. Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: “Vayan y averigüen cuidadosamente por el niño, y cuando lo encuentren avísenme para ir yo también a adorarlo”. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al  ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. (Mateo 2, 1-12). 1. La “Epifanía” como manifestación de la universalidad del reino de Dios La fiesta que en el lenguaje popular  se conoce como de los “Reyes Magos”, cuya fecha tradicional es el 6 de enero, recibe en la Iglesia el nombre oficial de Epifanía del Señor, y en varios países, entre ellos Colombia, viene desde hace algún tiempo celebrándose el domingo inmediatamente posterior al primer día del año. El vocablo griego epifanía significa manifestación espléndida, y se aplicaba antiguamente a los reyes que entraban triunfalmente a una ciudad y eran reconocidos por su poder victorioso. La Iglesia Católica lo emplea para celebrar la manifestación de Jesús que iba a ser reconocido como el Mesías que vendría al mundo para establecer el reinado de Dios, y que iba a ser reconocido como Señor por todos los pueblos de la tierra. Así lo había predicho el libro de Isaías unos cinco siglos antes en el texto bíblico de la primera lectura (Is 60, 1-6), de acuerdo con el sentido más profundo del Salmo 72 (71), que en la Misa de la fiesta de la Epifanía se recita como salmo responsorial. Este es también el sentido de lo que dice el apóstol Pablo en la segunda lectura, tomada de su carta a los primeros cristianos de Éfeso (Efesios 3, 2-6), al  referirse a los “gentiles” -los que no pertenecen a la raza judía- como igualmente destinatarios de la acción salvadora de Dios en persona por medio de Jesucristo. 2. El significado de los “Magos de Oriente” y la estrella que los guía El texto del Evangelio (Mateo 2, 1-12) no es un relato estrictamente histórico. Pertenece a un género literario llamado en hebreo “midrash”: una narración con fines didácticos. La enseñanza que corresponde al relato de los “magos” (más exactamente sabios estudiosos de las estrellas), que no dice que fueran reyes (aunque los textos bíblicos mencionados del Antiguo Testamento parecen darlo a entender), ni que fueran tres (aunque tres son los dones que ofrecen), ni cuáles eran sus nombres, razas o nacionalidades (aunque se indica que vienen “de Oriente”), consiste en una invitación a reconocer la epifanía o manifestación poderosa del comienzo del reinado universal de Dios en el misterio de la Encarnación, desde el comienzo de la vida de Jesús en la tierra como luz del mundo, a quien simboliza la estrella que los guía hacia Belén. Los nombres de Gaspar, Baltasar y Melchor, mencionados en un Evangelio apócrifo (no reconocido por la Iglesia), escrito en el siglo II d.C. y atribuido al apóstol Bartolomé, aparecen también en un Códice de la Biblioteca de París, entre los siglos V y VII d.C. Sus características raciales fueron atribuidas en el siglo XVI teniendo en cuenta la narración del libro del Génesis que se refieren a los hijos de Noe: Sem, antepasado originario de los asiáticos, es representado por Gaspar; Cam, antepasado de los africanos, por Baltasar; y Jafet, antepasado de los europeos, por Melchor. La estrella se ha explicado de diferentes maneras. Johannes Keppler dice en 1606 que fue un fenómeno astronómico debido a la conjunción de la Tierra con Saturno y Júpiter. Para la Iglesia se trata de un símbolo de la luz divina que guía a todos los pueblos para que reconozcan en Jesús al Señor del universo. 3. El significado de los dones ofrecidos a Jesús Es significativa la descripción de los dones. Además de anunciar simbólicamente lo que ocurriría en el transcurso posterior de la historia de la humanidad, cuando los poderosos y los sabios de este mundo se postrarían para reconocer y adorar en el humilde niño Jesús al Rey del Universo, los dones de oro, incienso y mirra han sido interpretados como signos respectivamente de la realeza, la divinidad y la humanidad de Jesús. (La mirra se empleaba en los ritos funerarios orientales para embalsamar los cuerpos, lo cual da pie para simbolizar con ella la humanidad mortal de Jesucristo). Acojamos la enseñanza que nos trae el relato evangélico de la Epifanía del Señor, siguiendo como los magos la estrella que nos conduce a reconocer en Jesús al Señor de nuestras vidas, y abriéndole los cofres de nuestros corazones para ofrecerle todo lo que somos y tenemos, de modo que Él reine de verdad en cada uno de nosotros y en los ambientes

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El Mensaje del Año Nuevo – 1 de enero

Enero 1 de 2012 – Santa María Madre de Dios  Imposición del Nombre de Jesús Jornada Mundial de Oración por la Paz Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.                    En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.  Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, tal como lo había llamado el ángel antes de su concepción. (Lucas 2, 16-21). 1. Comenzamos el año proclamando a María Santísima como “Madre de Dios” “Madre de Dios” es el título más importante que le ha dado la Iglesia a la Virgen María. En el año 431 d.C., el Concilio de Éfeso -ciudad situada en la actual Turquía, donde según la tradición vivió María después de haber sido encomendada por el Señor desde la cruz al cuidado del apóstol Juan- definió que ella es la Madre de Dios, porque concibió y dio a luz a Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. El texto de la Carta del apóstol Pablo a los Gálatas o primeros cristianos de Galacia -región también situada en la actual Turquía- (Gálatas 4, 4-7), se refiere al Hijo de Dios como “nacido de una mujer” para que también nosotros fuéramos hechos hijos del mismo Dios y pudiéramos llamarlo, movidos por el Espíritu Santo, como lo hacía Jesús: “Abba”, que en arameo significa literalmente papá. También a María el Concilio Vaticano II (1962-1965) la proclamó Madre de la Iglesia, porque al ser madre del Hijo de Dios hecho hombre, lo es espiritualmente de todos los hombres y mujeres que por el bautismo hemos sido incorporados a esta comunidad de fe como hijos de Dios. Por eso podemos decirle no sólo “Santa María, Madre de Dios”, sino también “Madre nuestra”. 2. Comenzamos el año invocando el nombre de Jesús como Dios Salvador El Evangelio de hoy (Lucas 2, 16-21) indica que los bebés hebreos varones recibían su nombre en el rito de la circuncisión a los ocho días de nacidos. Así sucedió con el Niño Jesús, cuyo nombre, como se explica en los relatos de anunciación a María y José, significa Dios salva. En hebreo, el nombre con el que Dios se había revelado doce siglos antes a Moisés –Yahvé, que significa Yo soy-, está contenido en el de Jesús (Yo soy el que salva). A ejemplo de María, que como nos dice el Evangelio, “conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”, y con la actitud de las gentes sencillas que saben acoger la presencia salvadora de Dios, al invocar a Jesús como Dios mismo que nos salva renovemos nuestra fe iniciando el nuevo año en su nombre, para que la acción sanadora y santificadora de su Espíritu se realice plenamente en todos y cada uno de nosotros, en nuestros hogares y familias, en nuestros lugares de trabajo, en todos los ámbitos de nuestra vida y nuestras relaciones humanas.  3. Comenzamos el año implorando la paz como don de Dios a la humanidad Con la evocación  del cántico de alabanza y de bendición asociado al misterio de la Navidad -“Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor” (Lucas 2,13)-, que actualiza y da su pleno sentido a la fórmula bíblica de bendición del Antiguo Testamento contenida en la primera lectura (Números 6, 22-27), la Iglesia celebra en el primer día del año civil la Jornada Mundial de Oración por la Paz. El Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz al comenzar el año 2013 tiene como lema “Bienaventurados los que buscan la paz”. Esta frase, tomada del discurso de las bienaventuranzas de Jesús, cobra especial significadlo para nosotros precisamente cuando se han reiniciado los intentos por conseguir la paz en nuestro país. Este propósito debe estar presente siempre en la vida de todas las personas que queremos seguir a Jesús, y mostrarse con hechos concretos. Al iniciar pues este año 2013, pidámosle al Señor el don de la paz y dispongámonos a hacer lo que nos corresponde para que este don llegue efectivamente a cada uno de nosotros y a toda la humanidad: paz en los corazones, desarmando nuestros espíritus; paz en los hogares, haciendo de cada familia un lugar de convivencia constructiva; paz en nuestro país y en el mundo, como fruto del reconocimiento de la dignidad y de los derechos de todas las personas y de una sincera voluntad de reconciliación. Y compartamos nuestros deseos de paz con la fórmula de bendición contenida en la primera lectura bíblica de la liturgia del 1 de enero: Que el Señor  te bendiga y te guarde; que el Señor ilumine su rostro sobre ti y te sea propicio; que el Señor  te muestre su rostro y te conceda la paz.-

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