Colegio San José Barranquilla

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Mensaje del Domingo – Abril 20

EL MENSAJE DEL DOMINGO Domingo de Resurrección – Ciclo A    Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Abril 20 de 2014 El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: -«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. (Juan 20, 1-9). La Pascua de Resurrección es la más importante y alegre de todas las celebraciones de nuestra fe. Comienza en la noche del Sábado Santo con el encendimiento del Cirio Pascual que representa a Jesús resucitado, luz del mundo, principio y fin de la historia -Alfa y Omega-. En la liturgia de esa misma noche, la bendición del agua evoca el sacramento del Bautismo por el cual hemos renacido a una vida nueva en Cristo, y la Eucaristía manifiesta la presencia real y la acción salvadora del Señor que nos alimenta espiritualmente con su vida resucitada. En la siguiente reflexión me referiré a las lecturas bíblicas de la Misa del Día correspondiente al Domingo de Resurrección: Hechos de los Apóstoles 10, 34-43, Carta de san Pablo a los Colosenses 3, 1-4 y Evangelio según san Juan 20, 1-9.  1. Los discípulos de Jesús encuentran el sepulcro vacío Lo primero que experimentan los discípulos de Jesús después de su muerte en el Calvario es que no está allí donde han ido a buscar su cuerpo. “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto“, dice María Magdalena. En todos los relatos evangélicos la narración del misterio de la resurrección de Cristo comienza por la experiencia del sepulcro vacío, y son las mujeres las primeras en notar esta ausencia, verificada luego por los demás discípulos. Ellas eran las que se habían encargado de embalsamar el cuerpo de Jesús, según las costumbres judías de la época, en aquella tumba que era una especie de cueva cuya entrada se sellaba con una piedra rodante, y no habían alcanzado a terminar su labor en la tarde del viernes por haber comenzado desde las seis el descanso sabático. El mensaje del sepulcro vacío consiste en una invitación a no buscar al Señor en la tumba, es decir, en el lugar destinado a los muertos, pues no está allí. Sólo se le puede encontrar en otra dimensión distinta de la física o material, y esto es precisamente lo que constituye el sentido de la fe de los primeros discípulos, expresada en la frase sugestiva del relato de Juan, “el otro discípulo” que, después de María Magdalena, llegó con Simón Pedro al sepulcro: “vio… y creyó”. ¿Qué vio? Un sudario, unas vendas y el sepulcro vacío. ¿Qué creyó? Lo que Jesús ya les había anunciado antes de su muerte: que iba a resucitar. 2. Jesucristo resucitado se manifiesta a sus discípulos La primera lectura bíblica nos describe la experiencia que tuvieron los primeros discípulos de Jesús, ya no de su ausencia del sepulcro, sino de su presencia resucitada: “Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se nos apareciera a nosotros”, dice Simón Pedro en su discurso, en el texto de los Hechos de los Apóstoles (10, 34-43). Esta experiencia se da especialmente en la celebración de la Eucaristía: “Nosotros comimos y bebimos con Él después de su resurrección“. Cuando los primeros discípulos se reúnen para compartir el pan y el vino consagrados en memoria suya, experimentan su presencia resucitada, distinta de la física anterior a su muerte. Es una presencia espiritual que corresponde a una dimensión trascendente. Si bien la experiencia pascual de aquellos discípulos tuvo unas características especiales, algo similar ocurre para nosotros cuando celebramos la Eucaristía: Jesucristo resucitado se hace presente en el sacramento de su Cuerpo y Sangre gloriosos, con los que Él mismo nos alimenta comunicándonos su propia vida nueva. 3. La resurrección de Cristo, prenda de nuestra resurrección futura Los primeros cristianos vivieron el anuncio pascual de la resurrección de Jesucristo como el contenido central de la Buena Noticia que desde entonces comenzó a difundirse desde Jerusalén hasta los confines de la tierra: Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre, el Mesías, el Cristo -es decir, el ungido, consagrado por Dios Padre para realizar su designio de salvación en favor de toda la humanidad-, ha resucitado y está vivo, con una vida nueva en un cuerpo glorioso que pertenece a una dimensión trascendente espiritual, y como Señor del universo ha querido hacernos partícipes de su resurrección, de modo que también nosotros vivamos y seamos eternamente felices. Esta Buena Noticia -que es lo que significa el término Evangelio (Eu-angelion) proveniente del griego- constituye a su vez para nosotros una invitación a poner nuestra mirada en las realidades eternas, no quedándonos en lo meramente terreno, que es transitorio. Tal es el sentido de la exhortación que hace san Pablo en la segunda lectura, tomada de su carta a los Colosenses –los primeros cristianos de la ciudad de Colosas, en el Asia Menor- (3, 1-4), y que reconocemos como palabra de Dios dirigida aquí y ahora a cada uno de los bautizados en la fe que proclama la resurrección de Jesucristo. Poner la mirada en las realidades eternas, que son “las de arriba” -teniendo

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Encuentros con Cristo – Décimo Grado

Se han llevado a cabo con éxito los Encuentros con Cristo de décimo grado. Con esta experiencia de dos días, cada uno de los grupos ha tenido la oportunidad de revisar su vida, conocerse un poco más, fortalecer su relación con su familia y sus amigos y alimentar su fe en Dios. Damos gracias a Nuestro Señor por brindarnos esta hermosa oportunidad de crecer en la Unidad y de tener este tipo de experiencias pastorales en nuestro colegio.

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Mensaje del Domingo – Abril 13

EL MENSAJE DEL DOMINGO Domingo de Ramos – Ciclo A Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Abril 13 de 2014 Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús mandó a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan  a la aldea de enfrente, encontrarán en seguida una burra atada con su pollino, desátenlos y tráiganmelos. Si alguien les dice algo, contéstenle que el Señor los necesita y los devolverá pronto.» Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta: «Díganle  a la hija de Sión: “Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de una burra”.» Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la burra y el pollino, echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: « ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!» Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada: « ¿Quién es éste?» La gente que venía con él decía: «Es Jesús, el Profeta de Nazaret de Galilea.» (Mateo 21, 1-11). La Semana Santa o Semana Mayor comienza con el Domingo de Ramos, llamado también de Pasión. En este año, la lectura que antecede a la bendición de los ramos con los cuales se aclama a Jesús inmediatamente antes de la Misa al conmemorar su entrada en Jerusalén pocos días antes de su pasión y muerte, es la del Evangelio según san Mateo. En la Misa se toma de este mismo Evangelio el relato de la pasión y muerte de Cristo (26,14 – 27,66), precedido de los textos de Isaías 50, 4-7, el Salmo 22 [21] y la carta de san Pablo a los Filipenses (2, 6-11). Centremos nuestra reflexión en tres temas que se relacionan con cada una de las frases que aparecen a continuación como títulos de las respectivas secciones, y que encontramos en los textos mencionados del Evangelio. El tema 1 se refiere específicamente a la entrada de Jesús en Jerusalén que conmemoramos el Domingo de Ramos. Los temas 2 y 3 de pueden también aplicarse respectivamente a las conmemoraciones de los días Jueves Santo y Viernes Santo, que tienen sus propias lecturas bíblicas pero cuya temática ya se anticipa desde este domingo. 1. “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” La palabra Hosanna, proveniente del hebreo, era también empleada en el idioma arameo, la lengua popular hablada en tiempos de Jesús, y significa originariamente Sálvanos ahora. Unida a la frase Bendito el que viene en nombre de Yahvé (o en nombre de Señor, como dice el Evangelio y también el canto litúrgico de la Misa que comienza con la invocación Santo, Santo, Santo…), está tomada del Salmo 118 (117), un himno de acción de gracias a Dios que se cantaba junto al Templo de Jerusalén en la llamada “Fiesta de las Tiendas” (es decir, de las Carpas, también llamada “Fiesta de los Tabernáculos”), y que en sus versículos 25 al 27 expresa así el reconocimiento a la acción salvadora de Dios: “Sálvanos ahora, Yahvé, haz que nos vaya bien… Bendito el que viene en el nombre de Yahvé… Yahvé es Dios, Él nos ilumina. Cierren la procesión con ramos en la mano…” Con el tiempo, la misma palabra “hosanna” se convirtió en un saludo de aclamación y bendición, frecuentemente unido al canto del “hallel-u-yah”, término que en su significado original hebreo quiere decir “alabemos a Yah”, o sea “alabemos a Yahvé” (Yahvé es el nombre con el que Dios se le reveló a Moisés al elegirlo y enviarlo como su instrumento para liberar a los israelitas de la esclavitud que sufrían en Egipto). Un detalle significativo constituye el mensaje central del relato del Evangelio acerca de le entrada de Jesús en Jerusalén: Jesús, a quien las gentes sencillas aclaman como el Mesías esperado, descendiente del rey David, no entra arrogante en un carro de guerra tirado por caballos, sino manso y humilde, cabalgando sobre un asno. El Reino que ha anunciado desde el inicio de su predicación es distinto de los de este mundo, y eso es precisamente lo que va a manifestarse en el proceso de su pasión y muerte, que culminará con el acontecimiento pascual de la resurrección, no como un hecho espectacular sino como una experiencia espiritual que sólo viven quienes se abren con fe a la revelación de Dios. 2. “Tomen y coman, esto es mi cuerpo… Beban, esto es mi sangre que se derrama por todos para el perdón de los pecados” (Mt 26, 27) El relato de la pasión según San Mateo, inmediatamente después de la escena en que Judas Iscariote vende a su Maestro por treinta monedas de plata -el precio que valía un esclavo-, nos presenta, en la cena pascual que Jesús celebra con sus discípulos en la noche de la víspera de su pasión, que conmemoraremos solemnemente en la Misa vespertina del Jueves Santo: la institución de la sagrada Eucaristía, memorial del sacrificio redentor de Cristo que nos entrega su cuerpo y su sangre  para darnos vida eterna. Memorial que no es un simple recuerdo, sino la actualización salvadora para nosotros de su misterio pascual -pasión, muerte y resurrección-, cada vez que participamos debidamente y con fe en la Eucaristía, alimentándonos con su propia vida. En este sentido, la Eucaristía es “el sacramento de nuestra fe” en el que anunciamos su muerte, proclamamos su resurrección y expresamos nuestra esperanza en su venida gloriosa. Igualmente es el sacramento del amor de Dios manifestado en la ofrenda que Jesús, Dios hecho hombre, hace de sí mismo para la salvación de la humanidad, y que implica a su vez el mandamiento del amor: amor a Dios sobre todas las cosas, y a nuestros prójimos no sólo como a nosotros mismos, sino como Él nos ha mostrado que nos

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Homilía Primeras Comuniones

Por: Gabriel Jaime Pérez SJ Introducción “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. Con este verso del Salmo 126, repetido como estribillo, compartimos todos nuestro sentimiento de gozo en esta “fecha dulce y bendecida”, -como dice el canto de entrada- en la que ustedes, queridas y queridos estudiantes del Colegio San José, se disponen a recibir por primera vez a Jesús en el Santísimo Sacramento de su Cuerpo y Sangre gloriosos. “Esta es la mañana bella de mi vida”. Con este canto entramos hace más de 50 años un grupo de niños de Barranquilla al templo donde recibimos nuestra primera comunión, y este grato recuerdo me ha llenado también de alegría al comenzar la Eucaristía con ustedes, con sus familias, con sus profes, con quienes los han preparado para este gran día, con los demás colaboradores del Colegio aquí presentes y en compañía de mis hermanos jesuitas, todos como lo que somos: la Familia San José. Y el motivo de esta alegría que todos compartimos es precisamente que el Señor ha estado grande con nosotros. Por eso nuestro sentimiento es a la vez de acción de gracias a Dios por todos los dones que nos ha regalado. Ante todo por el don de la vida que nos transmitió a través de nuestros padres y que sigue haciendo crecer en cada una y cada uno. La vida física, sí, pero también la vida espiritual, cuyo desarrollo, con la cooperación de los educadores y educadoras escolares, hace parte de la formación integral que les ha venido ofreciendo la Compañía de Jesús en este Colegio que está próximo a cumplir, dentro de cuatro años, su primer siglo de existencia con el propósito de contribuir, con el compromiso corresponsable de los padres y las madres de familia, a que sus estudiantes  logren cada día  “ser más para servir mejor” como “hombres y mujeres con los demás y para los demás”, dispuestos a “en todo amar y servir”. Con este sentimiento, les propongo a todos que reflexionemos sobre tres invitaciones que nos hace Jesús en las lecturas que hemos escuchado: 1. “Hagan esto en memoria mía” Cuando los primeros seguidores y seguidoras de Jesús -como cuenta el apóstol San Pablo en la primera lectura (1 Corintios 11, 23-26)- se reunían siguiendo esta invitación para compartir el pan y el vino consagrados con las palabras que Él mismo había pronunciado en la última cena la víspera de su pasión y muerte en la cruz, tenían una experiencia vivencial de su presencia resucitada y resucitadora. Nosotros también vivimos esta experiencia pascual -es decir de la “pascua”, del paso del Señor por nuestra vida para liberarnos del mal y fortalecernos espiritualmente- cada vez que celebramos como es debido la Eucaristía, el memorial que actualiza en nuestra existencia personal y comunitaria la acción salvadora de Jesús en favor de toda la humanidad mediante el sacrificio redentor de su ofrecimiento a Dios Padre en la cruz, la participación de su vida nueva por la resurrección, y la comunicación del Espíritu Santo que es la energía renovadora del amor de Dios. Acojamos esta invitación de Jesús a vivir de verdad y a fondo el Sacramento de la Eucaristía, porque como dice un conocido refrán popular de esta tierra querida, “quien lo vive es quien lo goza”. Y esto sí que lo podemos aplicar y referir a la alegría espiritual que experimenta quien participa de la vida resucitada y resucitadora de Jesús. 2. “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” Esta segunda invitación de Jesús es nada más y nada menos que su mandamiento del amor (Juan 15, 12-17). En él se resume toda la ley de Dios, porque  amar a Dios sobre todas las cosas sólo es posible de verdad en la medida en que cada cual reconozca a los demás, y especialmente a los más necesitados,  como hermanos y hermanas, porque todos somos hijos del mismo Creador. Y se trata de un mandamiento “nuevo” (Juan13, 34-35). Ya existía desde antes la regla de oro formulada con la frase “ama a tu prójimo como a ti mismo”, que también se expresa en la máxima “trata a los demás como quieres que los demás te traten a ti”. Ya Jesús había recordado esta regla de oro antes en su predicación, y así nos lo muestran los Evangelios. Pero en la última cena con sus discípulos antes de morir en la cruz, les dice que ese amor debe ser semejante al que Él mismo les iba a mostrar entregando su vida. “Nadie tiene un amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos”. Por eso es un mandamiento “nuevo”. Ya no es solamente amarnos unos a otros como cada cual se ama a sí mismo, sino tratarnos con el mismo amor que nos manifiesta Dios en la persona de Jesús: un amor compasivo y misericordioso que lo llevó a dar su propia vida terrena para abrir a todas las personas a la posibilidad de una vida nueva que no terminará jamás, y que podemos experimentar nosotros desde ahora mismo si nos dejamos llenar por el Espíritu Santo que Él nos comunica cuando recibimos su cuerpo y su sangre gloriosos en la Sagrada Comunión. 3. “Vayan y den fruto” Finalmente, queridas y queridos estudiantes, queridas madres y queridos padres de familia, todos los presentes -queridos por Dios como hijos suyos-, Jesús nos invita a cumplir una misión. Todos, cada cual de una forma específica, hemos sido elegidos por Él y de Él hemos recibido la misión de salir de nosotros mismos y ponernos en camino para hacer su voluntad, realizando lo que Él nos propone de modo que nuestra vida dé fruto, es decir, que sea productiva para el bien de todos. Por eso, después de recibir a Jesús en la Sagrada Comunión, Él mismo nos dice, a cada uno y cada una: Te he elegido y te he destinado a que des mucho fruto, contribuyendo a construir una sociedad en

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Primeras Comuniones en el Colegio San José

“Ya llegó la fecha dulce y bendecida”, cantaban los niños de Cuarto Grado del Colegio San José mientras entraban a la Capilla para celebrar su Primera Comunión. Ya desde hacia varios meses venían preparándose en su catequesis, y, finalmente esa mañana que esperaban con ansias estaba ante sus ojos. Sus padres viéndolos entrar con emoción, recordaban aquel día en que los habían llevado ante Dios el día de su Bautismo, el día en que recibieron la Vida que Dios quiso regalarles. Con el canto entonado por el coro de los niños de Primaria inició la celebración en una Capilla que las profesoras habían hermosamente decorado, presidida por el P. Gabriel Jaime Pérez S.J., Rector del Colegio. En medio de los cantos y plegarias, los cuarenta y seis niños y niñas se esmeraban por contestar con cuidado y empeño las oraciones, y sus voces resonaban mucho más alto que las de los numerosos adultos que los acompañaban. Las palabras del P. Rector, dirigidas en especial para los niños, resaltaban la presencia de Dios en sus vidas. Tomando sus palabras, el resto de la asamblea pidió para que esa misma presencia de Dios, manifestada en los Ángeles Custodios, acompañe siempre la vida de los niños y siga haciendo de ellos una gran bendición para sus familias. La emoción del Rito de la Paz que dio lugar a los abrazos de los padres con sus niños, expresaba la ansiedad de la Comunión, el instante más esperado por ellos. Con cuidado reverente se fueron acercando uno por uno y luego de posarse en el reclinatorio escucharon su primer: “Recibe el Cuerpo de Cristo”. Fue emocionante observar cómo volvían a su puesto para sentarse y cerrar sus ojos, y ahí en la mayor de sus intimidades poder hablar con Él como a un amigo, sintiendo la cercanía más plena de Aquel que ha querido brindarles su amistad para siempre.  La Primera Comunión de los niños del Colegio San José ha sido toda una experiencia de fiesta y renovación espiritual para nosotros como familia educativa. A medida que cada uno de nuestros niños y niñas iba acercándose a recibir a Jesús en la Eucaristía, nuestra Mesa se iba ensanchando cada vez más para darles lugar en el banquete del Señor. Que esta conciencia nos siga acompañando para que Dios sea el fin y el horizonte de todas nuestras vidas. Escrito por: P. José Rafael Garrido S.J.

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As part of our Community Project

As part of our Community Project, K4BCD children participated in a closure activity, where they play the role of police officers, who were controlling and directing the traffic in our parking lot. The parents were given “good citizen” stickers or “traffic violation tickets” depending on their driving behavior. This activity was not only educational for the parents, but also gave the students the chance to be “community helpers” and in this way reinforce the concept of the important role community helpers play.

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Encuentro con Cristo para padres y madres de familia de 4°

El sábado 29 de marzo, los Padres y Madres de Familia de los niños de 4° que van a recibir el Sacramento de la Primera Comunión, participaron del Encuentro con Cristo organizado por el Área de Pastoral. Durante la actividad se generó un espacio de oración y reflexión acerca del verdadero sentido de este Sacramento y la importancia de fortalecer en los hogares la Espiritualidad. La jornada finalizó con la celebración de una especial Eucaristía.

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Mensaje del domingo – Abril 6

EL MENSAJE DEL DOMINGO IV Domingo de Cuaresma – Ciclo A Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. En aquel tiempo, un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. Las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.» Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Luego les dijo a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.» Los discípulos le replicaron: «Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí? » Jesús contestó: « ¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz.»  Dicho esto, añadió: «Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.» Entonces le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se salvará.» Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les replicó claramente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de que no hayamos estado allí, para que crean. Y ahora vamos a su casa.» Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: «Vamos también nosotros y muramos con él.» Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.» Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.» Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»  Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: «El Maestro está ahí y te llama.» Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él; porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía de prisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.» Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y, muy conmovido, preguntó: « ¿Dónde lo han enterrado?» Le contestaron: «Señor, ven a verlo.» Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: « ¡Cómo lo quería!» Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?» Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: «Quiten la losa.» Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.» Jesús le dice: « ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.» Y dicho esto, gritó con voz potente «Lázaro, ven afuera.» El muerto salió, con los pies y las manos sujetos con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desátenlo y déjenlo andar.» Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él (Juan 11, 1-45). La palabra de Dios nos invita a prepararnos para la Semana Santa situándonos en la perspectiva de la resurrección. Jesús sube con sus discípulos hacia Jerusalén y llega a Betania, a tres kilómetros de la ciudad donde va a ser condenado a morir en la cruz. El relato de la resucitación de Lázaro nos muestra varios aspectos de esta perspectiva esencial a nuestra fe, que nos abre a la esperanza en una vida futura. Reflexionemos sobre ellos teniendo en cuenta también las otras lecturas: la de un profeta que vivió entre los siglos VII y VI AC. (Ezequiel 37, 12-14), y la de la carta del apóstol san Pablo a los primeros cristianos de Roma en el siglo I de nuestra era (Romanos 8, 8-11). 1. Jesús nos muestra con su ejemplo cómo se debe compartir el dolor Uno de los rasgos característicos de Jesús en el Evangelio de Juan es el afecto especial que les tenía a sus amigos de Betania, los hermanos Lázaro, Marta y María. Jesús acude con sus discípulos a la casa de estos amigos suyos, por la que había pasado en sus viajes a Jerusalén, y comparte con Marta y María el dolor por el que están pasando. Es en los momentos difíciles cuando se muestra la verdadera amistad, y Jesús nos da un ejemplo claro de ello. Cuando lo ven llorar, los presentes dicen: ¡Cómo lo quería! Tanto entonces como hoy, existe una máxima machista que pretende negar a los varones el derecho a expresar con lágrimas sus sentimientos

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CSJB en Modelo de las Naciones Unidas – Altamira International School

Del 20 al 23 de marzo, 8 estudiantes del Colegio San José participaron en la novena versión del Modelo de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, organizado por el Altamira International School de Barranquilla y realizado en las instalaciones del Hotel Dann Carlton. El Modelo de las Naciones Unidas, más conocido como MUN por sus siglas en inglés, es una actividad extracurricular en muchos colegios y universidades a nivel mundial, donde los estudiantes asumen roles de países y organizaciones que hacen parte de las Naciones Unidas, representándolos en comités específicos y debatiendo sobre temas relevantes para el mundo. Además de promover e incentivar el debate y compartir de ideas entre estudiantes de diferentes culturas, regiones, escuelas, etnias, etc. AISMUN 2014 tuvo como objetivo principal la promoción del pensamiento diferente, rescatando la noción de originalidad y excepcionalidad como cualidades intrínsecas del ser humano. Asimismo, destacaron cómo el ser humano no se divide en hombres y mujeres, sino que ambos son partes que en conjunto dan significado a la palabra humanidad, igualmente imprescindibles para la verdadera definición del ser. En esta ocasión participaron los estudiantes Juan Sebastián Lopez 6°, Javier Ramírez 7°, Daniel Grisales 7°, Valentina Guzmán 9°, Isabella Mejía 9°, Leidy Pacheco 9°, Angie De La Hoz 9° y Ma. Fernanda Suarez 9°, los estudiantes representaron a las Delegaciones de Argentina y Filipinas dentro de diferentes Comités. Para los estudiantes del Colegio San José fue una grata sorpresa ver que los estudiantes de los Colegios de Fe y Alegría también tuvieron la oportunidad de participar en el MUN, como parte del Comité llamado “Comisión Barranquilla”, en donde trataron temas como la “educación igualitaria en pro de un futuro con oportunidades” y la “situación de violencia e inseguridad en la ciudad”. Los estudiantes estuvieron acompañados por Martha Delgado, Coordinadora de Extensión Académica,  quien también es Sponsor del Colegio San José para este tipo de eventos. Felicitamos a los estudiantes que participaron en el SBLM MUN por su excelente desempeño, y además invitamos a que más estudiantes participen en esta maravillosa experiencia. Por Martha Delgado Cañas Los estudiantes del Colegio San José durante el primer día de trabajo por comité. Los asistentes a los MUN deben seguir un código de vestimenta, similar al de un diplomático en la ONU.     Uno de los momentos más esperados es la Asamblea General, en donde varios comités se unen para trabajar las “Crisis”, en donde las delegaciones deben proponer soluciones a temas actuales en el sistema internacional.     Para homenajear a Malala Yousafzai, estudiante Pakistaní y activista por el derecho a la educación de la mujer  en ese país, todas las mujeres asistentes al Modelo tuvieron la oportunidad de aprender cómo se usa el hijab.     Una de las ventajas de la participación de nuestros estudiantes en este tipo de eventos académicos, es que pueden compartir con jóvenes de diferentes edades, colegios, grados y formas de pensar.   Los estudiantes del Colegio San José junto a los de Fe y Alegría, quienes aprovecharon un momento para tomarse una foto juntos. Asimismo, se observan a los docentes que acompañaron durante todo el evento a los estudiantes.

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