Colegio San José Barranquilla

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El Mensaje del Domingo – 30 de diciembre

Domingo siguiente a la Navidad – Ciclo C La Sagrada Familia Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.                 Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y así, cuando Jesús cumplió doce años, fueron allá todos ellos, como era costumbre en esa fiesta.Pero pasados aquellos días, cuando volvían a casa, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta. Pensando que Jesús iba entre la gente, hicieron un día de camino; pero luego, al buscarlo entre los parientes y conocidos, no lo encontraron. Así que regresaron a Jerusalén para buscarlo allí. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres lo vieron, se sorprendieron; y su madre le dijo: –Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia. Jesús les contestó: –¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?Pero ellos no entendieron lo que les decía. Entonces volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndoles en todo. Su madre guardaba todo esto en su corazón. Y Jesús seguía creciendo en sabiduría y estatura, y gozaba del favor de Dios y de los hombres. La Iglesia nos invita este domingo inmediatamente posterior a la celebración del nacimiento de Jesús, a meditar sobre la Sagrada Familia compuesta por Él, María y José. Detengámonos en algunos aspectos que nos presentan los textos bíblicos correspondientes, y tratemos de aplicarlos a nuestra vida, cuando en este tiempo de  Navidad cobra especial importancia el sentido de la familia. 1. Volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndoles en todo El relato que nos trae hoy el Evangelio sobre la pérdida y hallazgo del niño Jesús en el Tempo de Jerusalén contiene un significado simbólico que se relaciona con lo que iba a ser el misterio de su resurrección. En este sentido, la expresión “al cabo de tres días” nos remite a la experiencia pascual que iban a vivir María santísima y los primeros discípulos de Jesús después de su pasión y muerte en la cruz. Esto quiere decir que los relatos de la infancia de Jesús que encontramos en los Evangelios según san Mateo y según san Lucas, y que fueron redactados después de los de la pasión, muerte y resurrección del Señor, se escribieron desde la perspectiva de la vivencia pascual que tuvieron sus primeros discípulos. En el relato de Lucas que corresponde al Evangelio de este domingo, encontramos a Jesús cumpliendo con sus padres María y José la costumbre religiosa de celebrar cada año la fiesta de la Pascua, con la que los judíos conmemoraban la liberación, obrada por Dios, de la esclavitud que habían sufrido sus antepasados en Egipto doce siglos atrás. María y José fueron para ello con su hijo de 12 años desde Nazaret en Galilea hasta la capital de Judea, cuyo centro de culto a Dios era el Templo de Jerusalén. Varios elementos para nuestra contemplación orante podemos encontrar en el relato de la pérdida y hallazgo del niño Jesús en el templo. Centrémonos hoy, con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia, en la última  parte del Evangelio, en la cual se nos presenta a Jesús, después de su regreso con María y José a Nazaret, “obedeciéndoles en todo”, y contemplemos el misterio de Dios hecho hombre que, como hijo, da ejemplo de obediencia a sus padres. Pero también contemplemos a María, quien, como nos dice el Evangelio, “guardaba todo esto en su corazón”. Se trata del silencio reverente ante el misterio del desarrollo mental y físico de un niño que, sin dejar de ser Dios, se ha hecho humano hasta el punto de “crecer  en sabiduría y estatura”. 2. Honra a tu padre y a tu madre Tanto la 1ª lectura, tomada de un libro del Antiguo Testamento escrito hacia el año 180 a. C. y llamado de Ben Sirac o Eclesiástico (3, 3-7.14-17 a), como la 2ª, de la carta escrita entre los años 57 y 62 d. C. por san Pablo a la comunidad de los Colosenses (3, 12-21), habitantes de la pequeña población de Colosas, en el Asia Menor, nos recuerdan el cuarto mandamiento de la Ley de Dios: “Honrarás a tu padre y a tu madre”. Ahora bien, en la 2ª lectura encontramos un detalle interesante: la exhortación de Pablo a los padres a que traten a sus hijos como personas que merecen respeto (“padres, no exasperen a sus hijos”), tiene una actualidad especial en nuestro país, donde la violencia intrafamiliar -en especial el maltrato infantil- es una de las manifestaciones más frecuentes de la injusticia social. Así, pues, el cuarto mandamiento de la Ley de Dios no es sólo para los hijos con respecto a sus padres. Implica también que éstos sepan ganarse el respeto de sus hijos, con el testimonio de su ejemplo de buen trato. 3. La Sagrada Familia y la auténtica familia cristiana La segunda lectura nos presenta también todo un programa para la realización de la vida familiar. Resalta en este programa la disposición a la comprensión y  al perdón, indispensable para la armonía entre esposos y entre padres e hijos. Es en el seno de la familia donde se aprende a pedir perdón y a perdonar, con todo lo que ello implica en términos de reconciliación y a la vez de disposición a enmendarse y reparar los males causados. Si no existe en el hogar esta experiencia, muy difícilmente se darán después en la persona las disposiciones necesarias para contribuir a la convivencia pacífica. Pero además el texto bíblico nos presenta una doble referencia a la Acción de Gracias, término que corresponde en griego a la palabra Eucaristía. La Misa de los domingos y días festivos debe ser constante

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El Mensaje de la Navidad – 25 de diciembre

Homilía para la Misa de Navidad Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.                              Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo de todo el mundo. Este primer censo fue hecho siendo Quirino gobernador de Siria. Todos tenían que ir a inscribirse a su propio pueblo. Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea, y se fue a Belén, en Judea, donde había nacido el rey David, porque José era descendiente de David. Fue allá a inscribirse, junto con María, su esposa, que se encontraba encinta. Y sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz. Y allí nació su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el establo, porque no había alojamiento para ellos en el mesón. Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas. De pronto se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor brilló alrededor de ellos; y tuvieron mucho miedo. Pero el ángel les dijo: “No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo.” En aquel momento aparecieron, junto al ángel, muchos otros ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían: “¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!” (Lucas 2, 1-14). En el Misal Romano la liturgia propone para esta fiesta cuatro misas, cada una con sus propias  lecturas: para el 24 de diciembre la Vespertina de la Vigilia, y para el 25 la de Medianoche, la de la Aurora y la del Día. En mi siguiente reflexión me referiré sólo a las lecturas señaladas para la de Medianoche, que puede celebrarse también desde el 24 en la tarde. Los textos bíblicos de Isaías en la primera lectura (Isaías 9, 1-3.5-6), del apóstol san Pablo en la segunda (Carta a Tito 2, 11-14) y del Evangelio según san Lucas (2,1-14), emplean la imagen de la luz que disipa las sombras para expresar el reconocimiento del niño Jesús nacido en una humilde pesebrera como el Salvador prometido por Dios, y nos invitan a disponernos con nuestra conducta para su venida gloriosa al final de los tiempos, es decir, para cuando nos encontremos definitivamente con Él en la eternidad. 1. La relación de la fiesta de la Navidad con el símbolo de la luz La Biblia no señala la fecha exacta del nacimiento de Jesucristo. Durante los primeros tres siglos de la era cristiana, la Iglesia no dedicó un tiempo especial a la Navidad. Sólo desde el siglo IV, cuando el cristianismo fue establecido como religión oficial con la conversión del emperador Constantino, se empezó a celebrar una liturgia especial la noche del 24 y durante el día 25 del último mes del año para proclamar al niño Jesús nacido como la Luz del mundo, en lugar de la fiesta pagana que se dedicaba al “nacimiento del sol invicto” con motivo del solsticio de invierno. Este es el sentido que desde nuestra fe le damos los cristianos al anuncio profético del llamado “tercer Isaías”: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras y una luz les brilló”. Lo que este profeta proclamaba refiriéndose al regreso de los israelitas de su destierro en Babilonia en el año 538 antes de Cristo, nosotros lo aplicamos a la manifestación visible de Dios hecho hombre como nuestro Salvador, iniciada con el acontecimiento de la Navidad hace poco más de dos mil años, que hace posible la justicia y la paz en la medida en que acojamos su “buena noticia”. 2. “Y esta es la señal: … un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” La “buena noticia” -que es lo que precisamente significa la palabra “evangelio”- es precisamente el nacimiento de Jesús. Se trata de una noticia gozosa -“les anuncio una gran alegría”-, que no sólo se expresa ante todo con una alabanza a Dios, sino que implica además una bendición para todos los seres humanos que la reciban con fe, y cobra por ello un significado especial el himno litúrgico del inicio de la celebración eucarística, que resuena con  gozo en la noche de la Navidad: “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que ama el Señor”. Hay además en el relato evangélico de Lucas un detalle muy significativo: la “señal” por la cual puede verificarse la realización de esa buena noticia es un niño envuelto en pañales y acostado en un establo, en un pesebre. En otras palabras: al Dios que ha venido a salvarnos no hay que buscarlo en las alturas inaccesibles -no obstante la exclamación “Gloria a Dios en el cielo”-, sino en la realidad cercana de lo humano, porque Él mismo ha asumido nuestra propia naturaleza para redimirla. Y no se le encuentra en medio del lujo y la fastuosidad de los palacios, sino en la pobreza, humildad y sencillez de una pesebrera. 3. “Una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos” Pero la celebración de la Navidad no debe quedarse para nosotros en una mera contemplación. Debe llevarnos también al compromiso de una existencia vivida de acuerdo con el plan salvador de Dios, que precisamente implica una conducta coherente con nuestra fe en Él. Esto es lo que nos dice San Pablo en la segunda lectura, tomada de su carta a Tito, uno de sus colaboradores en la proclamación de la buena noticia de la salvación “para todos los hombres”. Si nos unimos para dar gloria a Dios en el cielo y desear la paz para toda la humanidad, llevemos esta manifestación a

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El Mensaje del Domingo – 23 de diciembre

IV Domingo de Adviento – Ciclo C Gabriel Jaime Pérez, S.J.                                 En aquellos días, María se puso en camino y fue a prisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.” (Lucas 1, 39-45). En este IV y último Domingo del tiempo litúrgico del Adviento, dispongámonos a culminar nuestra preparación para la celebración del Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, meditando sobre lo que nos dice la Palabra de Dios en el Evangelio y teniendo en cuenta también las demás lecturas bíblicas [Miqueas 5, 1-4; Sal 80 (79); Hebreos 10, 5-10]. En el Evangelio resalta la figura de María, la madre de Jesús, Madre de Dios hecho hombre. Con ella culmina un largo proceso de preparación en la historia de la salvación para que se hiciera realidad el misterio de la Encarnación. Su fe, su esperanza y su disponibilidad total para cumplir la voluntad de Dios, son destacadas especialmente en el Evangelio de Lucas. Centrémonos en tres frases del relato de este Evangelio escogido para hoy, y veamos cómo podemos aplicarlas a nuestra vida. 1. “María se puso en camino” Lo primero que se le ocurre a María después de haber recibido en la Anunciación la noticia de que su prima Isabel lleva seis meses de embarazo, es ir a visitarla. De esta forma,  la que se acaba de reconocer a sí misma como la servidora del Señor, pone inmediatamente en práctica lo que ha dicho, mostrando con su modo de obrar que servir a Dios es ponerse al servicio del prójimo, especialmente de quienes pueden estar más necesitados. María debió recorrer unos ciento cincuenta kilómetros desde Nazaret, en Galilea, al norte de Israel, hasta una pequeña población de Judea llamada Aim-Karim, situada en la montaña a unos tres kilómetros de Jerusalén. El recorrido solía durar cuatro o cinco días, empleando el medio de transporte más común de aquella época entre los pobres, que era el asno, pues el camello y el caballo eran para los más pudientes. Al imaginar a María en camino, unámonos espiritualmente a ella y pidámosle que con su intercesión nos alcance del Señor una auténtica disposición a servir, poniéndonos nosotros también en camino hacia donde están las personas que pueden en este momento estar necesitando de nuestra solidaridad, de nuestra ayuda, de nuestra compañía en medio de situaciones difíciles. 2. “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!” La Iglesia ha consagrado esta exclamación de Isabel en la oración que conocemos con el nombre de Avemaría y que, quienes fuimos educados desde niños en la fe cristiana católica, aprendimos de nuestras madres. Esta oración, en su primera parte, está compuesta por el saludo del Ángel Gabriel en el relato de la Anunciación y la doble bendición de Isabel. Repitámosla interiormente tomando conciencia de su contenido, de modo que se constituya en nosotros como una especie de mantra, es decir, una expresión mediante la cual, al repetirla una y otra vez, el Espíritu Santo nos vaya disponiendo a cumplir como María  la voluntad de Dios en nuestra vida. El Santo Rosario, al que podemos precisamente considerar como una oración “mántrica”, tiene como uno de sus misterios gozosos el de la Visitación de María a su prima Isabel. De ordinario corremos el peligro de recitar maquinalmente unas fórmulas sin sentir de verdad lo que decimos. Al evocar hoy el saludo de Isabel a María Santísima, dispongámonos a rezar el Ave María en una tónica de meditación y contemplación que nos lleve a identificarnos con el sentido profundo de este misterio. 3. “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” Esta última frase de Isabel constituye un reconocimiento de la actitud de fe y de esperanza en Dios, de la cual María Santísima es el ejemplo máximo. María es ejemplo de fe y de esperanza, porque creyó siempre en que Dios cumpliría sus promesas de salvación, expresadas, entre otros textos bíblicos, en la profecía de Miqueas que corresponde a la primera lectura de este domingo. Belén era la más pequeña de las aldeas de Judá, en donde había nacido David para convertirse, de un sencillo pastor, en el rey de Israel. Nosotros reconocemos en Jesús, nacido en Belén, al descendiente de David anunciado por los profetas. La fe y la esperanza de María van plenamente unidas a una total disponibilidad para cumplir la voluntad de Dios, que es voluntad de amor. Ella se llamó a sí misma la servidora del Señor y nos mostró que el amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. La segunda lectura de este domingo, tomada de la carta a los Hebreos en el Nuevo Testamento, nos presenta la disposición de Jesús a cumplir la voluntad de Dios como el único “sacrificio” válido, que remplazaría las antiguas ofrendas de animales propias del Antiguo Testamento. “Aquí estoy para hacer tu voluntad”. Esta frase, que el texto bíblico pone en boca del Mesías prometido, tiene una significativa relación con la respuesta de María en la Anunciación: “Aquí está la servidora del Señor”. Renovemos nuestra fe y nuestra esperanza en Dios, particularmente al culminar el Adviento y celebrar las fiestas de la Navidad, con una sincera disposición a cumplir la voluntad de Dios en nuestra vida. Para cumplirla es necesario antes conocerla, y sólo podremos conocerla si hacemos silencio interior y escuchamos con atención su Palabra, dejándonos interpelar

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El Mensaje del Domingo – 16 de diciembre

III Domingo de Adviento – Ciclo C P. Gabriel Jaime Pérez, S. J.                                             En aquel tiempo, al acercarse a Juan para recibir su bautismo, la gente le preguntaba: “¿Entonces qué debemos hacer?” Él contestó: “El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo”. Llegaron también a bautizarse unos publicanos o cobradores de impuestos y le preguntaron: “¿Maestro, qué debemos hacer nosotros?” El les contestó: “No exijan más de lo establecido”. Unos soldados le preguntaron: “¿Y qué debemos hacer nosotros?” El les contestó: “No hagan extorsión ni se aprovechen de nadie, sino conténtense con su salario”. El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías; él tomó la palabra y les dijo a todos: “Yo los bautizo a ustedes con agua; pero viene uno que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego; trae su aventador en la mano para limpiar el trigo y separarlo de la paja; guardará el trigo en su granero, pero quemará la paja en un fuego que nunca se apagará”. Añadiendo muchas otras cosas, exhortaba a la gente y anunciaba la Buena Noticia (Lucas 3,10-18). En el mensaje que para este tercer domingo de Adviento nos trae la Palabra de Dios (Sofonías 3,14-18; Cántico de Isaías 12, 2-6; Filipenses 4, 4-7; Lucas 3,10-18), podemos identificar tres notas características de lo que la Sagrada Escritura expresa como la Buena Noticia comunicada por Dios a toda la humanidad. Veamos cuáles son. 1. La Buena Noticia es que Dios en persona viene a salvarnos El término “eu-angelion”, que significa “buena noticia” o “buena nueva”, es empleado por primera vez, en la traducción griega del Antiguo Testamento, en un texto del libro de Isaías escrito hacia el siglo VI antes de Cristo. “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz y trae buenas nuevas, que anuncia la salvación y dice a Sión: ‘¡Ya reina tu Dios’! ” (Isaías 52, 7). Unos seis siglos después de este texto del libro de Isaías, el mismo término es empleado por los escritos del Nuevo Testamento llamados precisamente Evangelios. Así san Marcos (1,1), al iniciar su relato, lo titula Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. San Mateo (4, 23), por su parte lo llama Evangelio del Reino, para indicar así que Jesús, como Dios hecho hombre, vino a salvar a la humanidad haciendo presente en la historia humana el “Reino delos Cielos”, que es lo mismo que decir “Reino de Dios”. Y cuando la palabra “Evangelio” aparece por primera vez en el de Lucas indicando el contenido de la predicación de Juan Bautista -como acabamos de escucharlo en el pasaje evangélico de este domingo-, lo que nos da a entender es que este contenido es, en definitiva, la persona de Jesús, cuyo nombre significa “Yahvé salva”, y quien constituye en sí mismo el cumplimiento y el contenido de los antiguos anuncios proféticos. 2. La Buena Noticia nos invita a estar siempre “alegres en el Señor” Lo que más resalta como elemento común en las lecturas bíblicas de este domingo es que la Buena Noticia proveniente de Dios es un motivo de alegría. En el pasaje del libro de Isaías anteriormente mencionado, como también en los otros textos bíblicos correspondientes a la primera lectura y al cántico responsorial,  la tónica predominante es una invitación al júbilo, al gozo por el acontecimiento de la liberación del destierro en Babilonia: “Regocíjate, grita de júbilo (…), alégrate de todo corazón” (primera lectura, del profeta Sofonías). “Sacarán aguas con gozo de las fuentes de la salvación…; griten jubilosos” (Cántico tomado del libro de Isaías). En el Nuevo Testamento, el motivo del gozo es la presencia salvadora de Jesucristo, a quien sus primeros discípulos reconocieron como “el Señor”: “Estén siempre alegres en el Señor; les repito, estén siempre alegres” (segunda lectura, de la carta a los Filipenses). En esta exhortación del apóstol Pablo hay dos detalles que caracterizan la alegría propia de quienes acogen debidamente la Buena Noticia: por una parte, se trata de una alegría en el Señor, que es la verdadera -no la falsa y aparente de quienes, alejándose de Dios, buscan satisfacer sus impulsos instintivos en los excesos del licor y de las pasiones materiales-; y por otra, es una alegría permanente, no fugaz como los goces mundanos que desconocen los valores espirituales. 3. La Buena Noticia nos invita a la renovación de la gracia recibida en el bautismo Juan distinguía entre el bautismo realizado por él y el que iba a realizar nuestro Señor Jesucristo. El de Juan era un rito que, como lo decía él mismo al responder a quienes le preguntaban qué debían hacer, implicaba la disposición a compartir lo que se tiene con los desposeídos, a obrar honradamente, a respetar a todas las personas y así estar preparados para recibir al Señor que viene. El bautismo de Jesús sería el sacramento o signo sensible del inicio de su acción salvadora y transformadora en cada persona que acogiera la Buena Noticia presente en Él, en sus enseñanzas y en su misma vida ordenada por entero al cumplimiento de la voluntad de Dios. Y el contenido de la voluntad de Dios es el mismo que indicaba Juan Bautista, pero ya no desde la expectativa del Salvador que vendrá, sino desde la fe en Jesucristo que en el sacramento del Bautismo nos ha comunicado su Espíritu y así nos hace posible compartir nuestros bienes con el pobre, reconocer eficazmente la dignidad y los derechos de todos y colaborar activamente en la construcción de la paz. En conclusión, acoger la Buena Noticia es acoger al propio Jesucristo en nuestra vida, lo cual exige de nosotros una disposición a dejarnos purificar de nuestro egoísmo y de nuestras inclinaciones desordenadas, dejando que actúe en

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Revista LINK: nuevo medio de comunicación del Colegio San José

A partir del mes de diciembre la comunidad Educativa del Colegio San José disfruta de un nuevo medio de comunicación: la Revista LINK San José. Con esta nueva publicación, que se puede leer de manera impresa o digital, y que está  planeada con una frecuencia trimestral, se quiere compartir toda la información noticiosa, de actividades, eventos y campañas que tienen relación con la Institución. La revista esta bajo la coordinación de la Oficina de Comunicaciones del Colegio y cuenta con el apoyo de un grupo de profesores, estudiantes y administrativos para la elaboración y construcción de contenidos. La versión impresa de LINK San José será distribuida a las familias, estudiantes, profesores y personal administrativo del Colegio, así como a instituciones educativas  y empresas más allegadas. La versión digital se puede consultar en la página web del Colegio www.colsanjose.edu.co en la sección de publicaciones. ¡Revista LINK San José, para mantenernos conectados! Para leer la primera edición de la Revista LINK haga clic aquí [book id=’2′ /]

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Concurso de Pesebres en Primaria

Para celebrar esta época de navidad como la gran familia que somos, la Coordinación de Pastoral de Primaria invito a cada una de los cursos a que participaran en un concurso de pesebres. Los estudiantes, profesores y padres de familia debían dejar volar la imaginación y hacer entre todos  el nacimiento de Jesús de una manera creativa. El comité organizador del concurso visitó cada salón de clases para apreciar los pesebres, el curso 5°C fue el ganador, el trabajo manual y en equipo se vio reflejado en cada uno de los personajes que elaboraron. Así mismo, cada curso se organizó para rezar la novena navideña como preparación para el nacimiento del Niño Dios, una familia de cada sección fue invitada para compartir con los estudiantes.  

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Personaje Chévere de Pastoral

El Personaje Chévere de Pastoral es el GRUPO MAESTRA Chévere por ayudarnos siempre con disponibilidad y entusiasmo en las actividades de pastoral y las del Colegio. Chévere por llevar de una lado para otro sillas, mesas, instrumentos musicales, materiales, elementos de aseo,  pero sobre todo por llevar siempre una sonrisa en sus rostros. Chévere porque con su labor en el Colegio hacen realidad nuestro lema: “en todo amar y servir”. Queridos Ana, Diana, Jennifer, Claudia, Yarley, Dairis, Sandra, Adolfo, Elieser, Edinson Carlos, Jairo, Adelis, Hernando, Napoleón mil gracias por la invaluable labor que realizan en nuestra Institución. Que Dios bendiga la vocación de servicio que los caracteriza.  

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Celebración del Sacramento de la Confirmación

Un grupo de estudiantes de undécimo grado asumieron voluntariamente su compromiso de fe en Cristo para dar testimonio de Él por medio del sacramento de la Confirmación. En compañía de sus padrinos, familiares y profesores, los estudiantes recibieron este sacramento de Monseñor Víctor Tamayo, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Barranquilla, quien presidió la celebración con el acompañamiento del P. Carlos Cardona SJ, Director Académico del Colegio.

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