Colegio San José Barranquilla

El Mensaje Del Domingo 18 de Enero

II Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. El día siguiente después del Bautismo de Jesús, Juan Bautista estaba junto al río Jordán con dos de sus seguidores. Cuando vio pasar a Jesús, Juan dijo: “¡Miren, ese es el Cordero de Dios!” Los dos seguidores de Juan lo oyeron decir esto, y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que lo seguían les preguntó: “¿Qué están buscando?” Ellos dijeron: “Maestro, ¿dónde vives?” Jesús les contestó: “Vengan a verlo”. Fueron, pues, y vieron dónde vivía, y pasaron con él el resto del día, porque ya eran como las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. Al primero que Andrés se encontró fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)”. Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús; cuando Jesús lo vio, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan, pero tu nombre será Cefas (que significa Pedro)”.(Juan 1, 35-42). En este II Domingo del Tiempo Ordinario de la liturgia y que comenzó hace una semana con la fiesta del Bautismo del Señor, las lecturas [1 Samuel 3,3-19; Salmo 40 (39); 1 Corintios 6,13-20; Juan 1,35-42] se centran en el tema de la vocación o el llamamiento que Dios nos hace para que lo escuchemos, lo sigamos y hagamos su voluntad.    1.- “Habla Señor, que tu siervo escucha” La “vocación” consiste en un llamamiento de Dios a cada persona para que cumpla una misión en su vida. Toda persona es llamada por el Señor para realizar una tarea y así darle sentido a su existencia. La primera lectura nos presenta la vocación de Samuel. “Sem-El” en hebreo significa “en nombre de Dios” (cfr. nota de la Biblia de Jerusalén a 1 Samuel 1, 20). Su misión iba a ser la de hablar como profeta en nombre de Dios y gobernar al pueblo de Israel, también en nombre de Dios. Fue el último de los jueces o jefes suscitados por Dios antes de la institución de la monarquía en Israel, y en dos libros bíblicos (I y II de Samuel) se evoca el servicio que prestó a Dios y al pueblo cumpliendo la misión que le fue encomendada. En el relato de la vocación de Samuel se destaca una frase: “Habla Señor, que tu siervo escucha”. Con ella le dijo el sacerdote Elí a Samuel, quien todavía era un niño, que manifestara su disposición a recibir el llamamiento de Dios. Hagamos nuestra esta misma frase, disponiéndonos así también a oír interiormente la voz de Dios y lo que Él quiere de cada uno de nosotros. 2.- “Este es el Cordero de Dios” – el “Maestro” – “el Mesías” Los dos primeros seguidores o discípulos a los que se refiere el Evangelio -el propio Juan evangelista y Andrés, ambos pescadores de Galilea- oyeron la voz de Dios que les llegó a través de Juan Bautista. Esta misma voz resuena para nosotros en la Eucaristía cuando el celebrante muestra el Santísimo Sacramento inmediatamente antes de la Comunión: “Este es el Cordero de Dios…” Además del título “Cordero de Dios”, alusivo al sacrificio redentor de Jesús con la entrega de su propia vida en la cruz, aparecen en el Evangelio otros dos títulos que identifican su misión: el de “Maestro” (en arameo “Rabí”) y el de “Mesías” (que en hebreo significa lo mismo que “Cristo”, término proveniente del griego: ungido). Juan y Andrés, al responder a la pregunta de Jesús -“¿Qué están buscando?”-, lo llaman “Maestro”, expresando así su disposición a ser enseñados y orientados por Él. Poco después, Andrés le dice a su hermano Simón: “hemos encontrado al Mesías”, evocando con este título las profecías que habían anunciado a un descendiente del rey David ungido por Dios para salvar a la humanidad. Aquellos primeros discípulos comenzaron entonces a conocer quién era Jesús, aunque este conocimiento sólo llegaría a perfeccionarse después de su muerte y resurrección, gracias al Espíritu Santo que los iba a iluminar para entender, desde la fe, el sentido completo de la vida de aquél a quien habían empezado a seguir”. También nosotros somos invitados a conocer a Jesús, a descubrir el sentido que Él tiene para cada uno de nosotros en nuestra propia existencia y a vivir de acuerdo con este conocimiento. En esto consiste precisamente nuestra vocación cristiana, el llamamiento que Dios nos hace para que sigamos a Jesús, y que se concreta en la misión específica que Dios le asigna a cada cual, como la que le dio a Simón, significada en el nuevo nombre que le puso el Señor: la de ser la piedra o roca que cimentaría su Iglesia. 3.- “Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad” Esta frase del Salmo 40 es aplicada por la Iglesia a nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios -como fue proclamado en el momento de su Bautismo- quien por el misterio de la Encarnación es Dios hecho hombre precisamente para cumplir la misión que su Padre le encomendó. Toda la vida terrena de Jesús puede resumirse en esta frase: “Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”. Él mismo dijo: “No he venido a hacer mi propia voluntad, sino la voluntad de mi Padre que me envió” (Juan 6, 38). En el Padrenuestro, la oración que Jesús nos enseñó, hay una petición –Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo– que suele entenderse mal en el sentido de una resignación fatalista a todo lo que pase o de un conformismo con el orden establecido sin actitudes críticas, porque se supone que “es la voluntad de Dios”. No es éste el verdadero sentido de la petición, sino el de una disposición a orientar cada cual su propia vida en coherencia con el plan salvador de Dios que coincide con el establecimiento de su Reino: un Reino de justicia, de amor y de paz. Éste es el Reino al que se refiere la

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La Navidad se Tomó Preescolar

Navidad es tiempo de compartir en paz y amor con nuestros amigos, por eso desde elpasado 1ero de Diciembre  comenzaron las novenas navideñas en Preescolar. En cada uno de los salones de  clase las profesoras organizaron las novenas en compañía de los padres de los niños;  un espacio valioso para compartir y contagiarnos del espíritu navideño en el colegio. Los niños han estado muy felices disfrutando de estos espacios, y en compañía de nosotros viviendo en nuestros corazones el nacimiento de Jesús. ¡Disfruten el registro fotográfico!        

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Participación en el Torneo Nacional de Voleibol – Ubaté 2014

Del 16 al 22 de noviembre del presente año tres de nuestras estudiantes de la categoría infantil: Camila Rocha, María Angélica García y Andrea Duque, tuvieron la oportunidad de participar en el Torneo Nacional de Voleibol, en el Municipio de Ubaté (Cundinamarca) representando al Departamento de Bolívar. Torneo en el cual fue escogida la estudiante María Angélica García como parte de la Selección Colombia de Voleibol para representarnos en el Torneo Suramericano en el 2015, y una gran oportunidad para que nuestras estudiantes sigan creciendo integralmente.

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El Mensaje Del Domingo 14 de Diciembre

III Domingo de Adviento – Ciclo B Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.   Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo para que diera testimonio de la luz y todos creyeran por lo que él decía. Juan no era la luz, sino enviado a dar testimonio de la luz. Este es el testimonio de Juan, cuando las autoridades judíasenviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle a Juan quién era él. Y él confesó claramente: “Yo no soy el Mesías”. Le volvieron a preguntar: “¿Quién eres, pues? ¿El profeta Elías?”Juan dijo: “No lo soy”. Ellos insistieron: “Entonces, ¿eres el profeta que ha de venir?”Contestó: “No”. Le dijeron: “¿Quién eres, pues? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué nos puedes decir de ti mismo?” Juan les contestó: “Yo soy una voz que grita en el desierto: ‘Abran un camino derecho para el Señor’, tal como dijo el profeta Isaías”.Los que fueron enviados por los fariseos a hablar con Juan, le preguntaron: “Pues si no eres el Mesías, ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?” Juan les contestó: “Yo bautizo con agua; pero entre ustedes hay uno a quien no conocen, que viene después de mí. Yo ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias.Todo esto sucedió en el lugar llamado Betania,al otro lado del río Jordán, donde Juan estaba bautizando (Juan 1, 6-8.19-28). En los textos bíblicos de este domingo [Isaías 61, 1-2.10-11; Alabanza de María (Lucas 1, 46-54);1 Tesalonicenses 5,16-24; Juan 1, 6-8.19-28] encontramos una triple invitación: a estar siempre alegres, a reconocer al Señor que viene a nosotros y a disponernos para el encuentro definitivo con Él. Preguntémonos cómo podemos responder en este tiempo del Adviento, cuando nos acercamos a la Navidad. 1.- Una invitación a estar siempre alegres en Dios, nuestro salvador La profecía del libro de Isaías en el siglo VI antes de Cristo, el canto de María Santísima -que se recita como salmo responsorial- y la primera carta de san Pablo escrita a los cristianos de Tesalónica en Grecia, hacen énfasis en la alegría como característica de la fe y la esperanza en Dios.  Desbordo de gozo y alegría en el Señor, dice el profeta; se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, exclama María; vivan siempre alegres, escribe Pablo, quien asimismo les haría después una exhortación similar a los cristianos de Filipos en Macedonia: “estén siempre alegres en el Señor, les repito, estén alegres” (Filipenses 4, 4-5). Diciembre es un mes de alegría. Pero ¿qué clase de alegría? Para muchos, las fiestas navideñas consisten en el consumo desbocado de licor, las comilonas, la bulla. Pero ahí no está la verdadera alegría, es un gozo aparente y vacío debido a la ausencia de los valores espirituales. La alegría auténtica es aquella que surge del descubrimiento de la presencia salvadora del Señor en nuestra vida cuando acogemos con todo nuestro ser a Aquél que, tal como lo dijo el profeta, vendría a anunciar la “Buena Noticia”, a sanar, a proclamar el perdón, la libertad y el verdadero amor. Esta Buena Noticia (que es lo que originariamente significa en griego la palabra Evangelio) va dirigida con preferencia a los pobres y a todos los que se reconocen necesitados de salvación. Y Dios mismo nos invita a comunicarla a nuestro alrededor, practicando la justicia e identificándonos con su amor tal como éste se nos ha manifestado en nuestro Señor Jesucristo. 2.- Una invitación a reconocer al Señor que viene a nosotros En el Evangelio, los sacerdotes y levitas, es decir los encargados del culto en el Templo de Jerusalén, que por su oficio se supone que estaban llamados a reconocer la presencia de Dios, le preguntan a Juan el Bautista quién es -cuál es su misión-, y él les responde con una invitación a descubrir esa presencia y su acción salvadora en Jesús de Nazaret: “entre ustedes hay uno a quien no conocen”. Esta misma invitación llega hoy también a nosotros. ¿Realmente reconocemos su presencia? La respuesta a esta pregunta no será correcta si no sabemos descubrirlo en quienes Él nos dijo que estaría siempre: en los pobres, en los necesitados. Por eso, para celebrar auténticamente la Navidad, nuestra conducta debe mostrar que lo reconocemos no sólo en su vida terrena hace poco más de dos mil años, no sólo en la acción de su Espíritu Santo hoy a través de la Iglesia y los sacramentos, sino también y especialmente en las personas por las que Él mostró su preferencia: los rechazados, los marginados, los desposeídos, las víctimas de la injusticia y de la violencia. ¿Qué hemos hecho, qué estamos haciendo, qué podemos y debemos hacer por ellos? 3.- Una invitación a disponernos para el encuentro definitivo con el Señor Durante todo el Adviento, la preparación para celebrar la venida del Señor que se hizo presente en medio de la humanidad con el nacimiento de Jesús, va unida a la expectativa de su llamada “segunda venida” o “venida gloriosa” al final de los tiempos. Tanto en el conjunto de las lecturas bíblicas como en los “prefacios” o introducciones a la plegaria eucarística de la consagración del pan y del vino que se convierten para nosotros en el cuerpo y la sangre, en la vida del Señor que se hace presente para alimentarnos y hacernos comunidad con Él y entre nosotros, aparece durante este tiempo litúrgico la unión entre la conmemoración de la primera venida de Cristo en la humildad de nuestra carne y la esperanza activa en su venida gloriosa y definitiva, que para cada uno de nosotros sucederá cuando pasemos de este mundo a la eternidad. Tal esperanza activa consiste precisamente en comportarnos de tal modo “que todo nuestro ser (…) se conserve sin mancha hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo”, como escribe san Pablo en la segunda lectura. Para ello es necesario, como dice también en el mismo texto bíblico el apóstol, orar sin cesar, no impedir la acción del Espíritu Santo, discernir para retener lo bueno y abstenerse

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ACERC-ARTE Al Cuidado Del Ambiente

Por: Sonia De La Hoz – Coordinación Área Artística En días pasados el Área de Educación Artística realizó la actividad ACERC-ARTE AL CUIDADO DEL AMBIENTE como parte del Macroproyecto INTEGRA-T. Las actividades se desarrollaron en Primaria y Bachillerato, con la participación del personaje SUPER ECO  y el grupo ECO KIDS, que estuvieron por todos los rincones  del colegio alertando a los estudiantes para mantener los espacios sin basura. Contamos también con la participación del grupo musical de undécimo grado “Titans”, el coro de Primaria y en Bachillerato la intervención en el piano del Padre José Rafael. En Artes Plásticas pudimos apreciar la exposición de trabajos de algunos estudiantes con tema alusivos a los animales y a la naturaleza. Desde nuestra área seguiremos apoyando las actividades que se relacionan con este hermoso proyecto.

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Campaña Ecológica en Nuestro Colegio

Desde hace unos meses el grupo apostólico y ecológico Asís ha venido liderando unas campañas de recolección con fines ambientales y sociales. Con TAPAS PARA SANAR (www.sanarcancer.org) y PILAS CON EL AMBIENTE (www.pilascolombia.com), el colegio San José ha querido unirse a estas iniciativas que hay en nuestro país y tratar de ser coherente con la propuesta de ser un COLEGIO VERDE. Gracias al aporte de muchos de ustedes, tapa a tapa y pila a pila, el pasado viernes 28 de noviembre hemos hecho entrega de cuatro canecas llenas de tapas y dos botellas llenas de pilas en los respectivos puntos de recolección. No es una cantidad muy grande, pero con este pequeño aporte y lo que seguiremos aportando en adelante, esperamos seguir creando conciencia ambiental entre nosotros. Los invitamos a seguir trayendo desde sus casas las pilas y las tapas que ya hayan usado, de modo que reduzcamos la contaminación y seamos más responsables con el cuidado del medio ambiente.

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Únete a la “Juguetón” 2014

  Como un gesto de la solidaridad y el compromiso cristiano con las familias menos favorecidas, realizaremos la tradicional campaña “juguetón”. Se hará una sola colecta grande en todo el colegio y lo que se recoja será repartido entre las siguientes comunidades: Fe y Alegría, Santa Lucía y Aguadas de Pablo (Manatí). Los juguetes deben ser nuevos y no venir envueltos en papel de regalo. Deben ser juguetes que no requieran pilas o baterías para su funcionamiento y preferiblemente elementos deportivos o recreativos (no armas, espadas, ni juguetes que inciten a la violencia). Estaremos recibiendo sus donaciones en las oficinas de Pastoral del colegio. Invitamos a toda la familia San José a unirse en este gesto de solidaridad como parte del tiempo de preparación para el nacimiento del Niño Jesús.

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El Mensaje Del Domingo 7 de Diciembre

II Domingo de Adviento – Ciclo B Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Sucedió como está escrito en el libro del profeta Isaías: “Yo envío a mi mensajero delante de ti, para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: ¡Preparen el camino del Señor! ¡Ábranle vías rectas!” Así se presentó Juan Bautista en el desierto, llamando a todos a convertirse y a bautizarse para obtener el perdón de los pecados. Y empezó a acudir a él gente de toda Judea y todos los habitantes de Jerusalén; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el río Jordán. Juan tenía una capa hecha de pelo de camello, de la cintura para abajo llevaba una prenda de cuero y comía langostas y miel silvestre. En su predicación decía: “Detrás de mí viene el que es más poderoso que yo. Ni siquiera yo merezco agacharme a desatarle la correa de las sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los va a bautizar con Espíritu Santo” (Mc 1, 1-8). El Reino de Dios que viene en la persona de Jesús, cuyo nacimiento nos disponemos a celebrar, es la presencia del poder de su amor que nos libra de toda esclavitud. Para que esta liberación llegue efectivamente a nosotros es necesario que le preparemos el camino al Señor, procurando llevar una vida con la cual demos testimonio de nuestra esperanza. Este es, en síntesis, el mensaje que nos trae el Evangelio de hoy (Marcos 1, 1-8), lo mismo que las demás lecturas bíblicas de este II Domingo de Adviento [Isaías 40, 1-5; Salmo 85 (84); II Carta de san Pedro 3, 8-14]. 1. “Consuelen a mi pueblo, háblenle con cariño, díganle que su esclavitud terminó” El libro profético que lleva el nombre de Isaías fue escrito por tres autores distintos. La primera parte (capítulos 1 a 39) es del propio profeta cuya predicación comenzó hacia el año 740 a. C. La segunda (capítulos 40 a 55) es de otro autor de la escuela de Isaías y fue escrita cuando estaba por concluir el destierro de los judíos en Babilonia, que duró del año 578 al 538 a. C.; la tercera (capítulos 56 a 66), perteneciente a un autor de la misma escuela, fue redactada en la época inmediatamente posterior a dicho destierro. La primera lectura corresponde al inicio de la segunda parte, que empieza con una voz de consuelo. Por eso, y por el tema que desarrolla, esta parte se denomina Libro de la Consolación de Israel. Los maestros espirituales posteriores a Jesucristo, como san Ignacio de Loyola, llaman consolación al estado de gozo espiritual producido por un sentimiento vivo de la presencia de Dios que nos abre a la esperanza, todo lo contrario a la desolación, en la cual se experimentan la tristeza y el desánimo. En el Adviento se nos invita a disponernos para vivir la alegría espiritual que surge de nuestra fe en Dios que nos ama y nos habla al corazón, ofreciéndonos su consuelo en medio de las situaciones difíciles. Él mismo en persona vino en el pasado, sigue viniendo ahora y vendrá al final de los tiempos para liberar a todo ser humano dispuesto a recibirlo de todo cuanto le impide ser verdaderamente feliz. Y es significativo a este respecto el empleo que el libro de Isaías hace de la imagen del pastor que recoge los corderos y las ovejas para reunirlas y cuidarlas. 2. “Una voz grita en el desierto: ¡Preparen el camino del Señor!” En el Evangelio, Juan Bautista, el precursor de Jesús, invita a sus contemporáneos a la conversión y los bautiza a orillas del río Jordan, en el desierto de Judea. En él reconocieron los primeros cristianos la voz que grita en el desierto anunciada cinco siglos y medio antes por el texto profético del “segundo Isaías”. Y es enormemente significativo que sea en el desierto, símbolo de todos los desapegos, y junto a las aguas refrescantes del río, donde se empieza a anunciar la venida del Señor. En la antigüedad, cuando un rey o un jefe derrotaban a sus enemigos, su pueblo les preparaba un camino por el que llegaban en marcha triunfal haciendo su entrada gloriosa en la ciudad. Tanto el texto profético del libro de Isaías como los cuatro evangelios -este domingo el de Marcos-, que fue el primero que se escribió, hacia el año 60 de la era cristiana-, emplean la misma imagen para significar la disposición interior con la cual se nos invita a prepararnos para que la presencia salvadora del Señor llegue efectivamente a cada uno de nosotros. El camino que Juan Bautista invita a preparar consiste básicamente en reconocer que necesitamos ser liberados de todo tipo de esclavitud, empezando por la de nuestro propio egoísmo, la de nuestros apegos o afectos desordenados que nos atan y nos impiden llevar una vida rectamente orientada al advenimiento del “Reino de Dios” mediante el cumplimiento de su voluntad. Se trata de remover los obstáculos con los cuales podemos estarle cerrando el camino al Señor: “que los valles se levanten, que los montes y las colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale”. 3.- “Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia” Los primeros cristianos fueron descubriendo que la llamada “venida gloriosa del Señor” -es decir, el retorno futuro de Jesús resucitado- no sucedería tan pronto como ellos lo habían pensado en un principio. La segunda carta de Pedro, atribuida al apóstol de este nombre pero cuya autoría por parte de él es discutida por los estudiosos de la Biblia, fue escrita probablemente entre finales del siglo I y comienzos del II d. C. Sin embargo, ha sido reconocida por la Iglesia Católica como en un escrito “canónico” -y por lo tanto inspirado por Dios- y presenta una reflexión que llega hoy hasta nosotros en la segunda lectura, expresando un profundo sentido de esperanza con base en

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Temporada de Navidad 2014 CSJB

También José, por ser descendiente de David, fue desde la ciudad de Nazaret de Galilea a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, para empadronarse con María, su mujer, que estaba encinta. Mientras estaban allí se cumplió el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada.” Lucas 2, 4 – 7.   Como parte de este tiempo de Adviento y preparación para la Navidad, en nuestro colegio hemos querido ambientar y decorar nuestras instalaciones de modo que nos ayude a disponer nuestros corazones para el nacimiento del niño Jesús. En el pesebre que hemos dispuesto en el centro de nuestro colegio están involucrada y representada toda nuestra familia San José y queremos agradecer a todos aquellos que en silencio han hecho su aporte para que en nuestro colegio se respire este ambiente de navidad: el señor Jorge Manotas y su asistente en carpintería quienes han sacado adelante esta propuesta; la señora Obdulia Echeverría como coordinadora del PAE al haber dispuesto su equipo para esta labor; Manuel Madrid, coordinador de Biblioteca al facilitar el periódico que rellena las figuras del pesébre; nuestro conductor Waldir Navarro y la secretaria de Administración Yulianis Rosado por su presteza y generosidad en la compra de los materiales, los profesores y estudiantes de todo el colegio que se han esmerado en decorar sus salones y pasillos. Y así todos los que hacemos parte de esta comunidad, para que el Niño del Pesebre pueda nacer y crecer en nuestras vidas.        

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El Mensaje Del Domingo 30 de Noviembre

I Domingo de Adviento – Ciclo B Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:”Miren, vigilen: pues no saben ustedes cuando es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y le asignó a cada uno de sus servidores su tarea, encargando al portero que vigilara. Vigilen entonces ustedes, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos.Lo que les digo a ustedes lo digo a todos: ¡Vigilen!” (Marcos 13, 33-37). Comienza hoy un nuevo ciclo anual en la liturgia de la Iglesia con el Adviento, nombre proveniente del latino Adventus, que significa venida, llegada, advenimiento. La petición de Padrenuestro en la que decimos venga a nosotros tu reino -en latín adveniat regnum tuum- es la propia de este tiempo durante el cual nos preparamos para celebrar la Navidad, y en el que se nos invita a la conversión, a la esperanza y a la vigilancia.  1.- Un tiempo en el que se nos invita a la conversión El libro profético de Isaías, del cual se toman las primeras lecturas de los cuatro domingos del Adviento, nos presenta en el texto correspondiente a este primer domingo (Isaías 63, 16 – 64, 7) una oración que podemos hacer nuestra hoy, aplicándola a la situación de un mundo que, como en aquellos tiempos, experimenta el vacío de Dios porque vive de espaldas a Él, sin reconocerlo ni tenerlo en cuenta. “¡Ojalá rasgaras el cielo y bajaras!”, exclama el profeta, expresando con esta imagen el reconocimiento de la necesidad que todos tenemos de Dios como “nuestro Padre” (creador) y como “nuestro Redentor”, en medio de una realidad comparable a la sequía del desierto producida por la ausencia del único que nos puede dar la vida verdadera. Una ausencia que no es culpa de Dios mismo, sino del ser humano cuando pretende ignorarlo o desterrarlo de su existencia. Para los creyentes en Jesucristo, la oración del texto profético del libro de Isaías y la plegaria del Salmo 80 (79) -“Ven a salvarnos”- fueron respondidas con la encarnación del Hijo de Dios en Jesús de Nazaret hace poco más de veinte siglos. Sin embargo, hoy como entonces necesitamos que su acción redentora llegue hasta cada uno de nosotros como resultado de una disposición sincera a convertirnos, es decir, a volvernos a Él y dejarnos transformar por la acción de su Espíritu. ¿Cómo realizar una auténtica conversión? Pues aprovechando este tiempo del Adviento para hacer una revisión de nuestra vida y descubrir cómo debemos orientarla o reorientarla hacia Dios en el cumplimiento de su voluntad. Porque la petición “venga a nosotros tu reino” corresponde a la disposición que manifestamos cuando decimos sinceramente: “hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”. 2.- Un tiempo en el que se nos invita a la esperanza  “Ustedes esperan el día en que aparezca nuestro Señor Jesucristo”, les escribe el apóstol san Pablo a los cristianos de la ciudad griega de Corinto (1 Corintios 1, 3-9). Este mensaje de la segunda lectura de este domingo llega hoy a cada uno de nosotros para que alimentemos en nuestra vida una de las tres virtudes llamadas “teologales”, es decir, las referidas a Dios -fe, esperanza y caridad-. La virtud teologal de la esperanza nos anima a mirar el porvenir con optimismo, aun en medio de las dificultades y problemas que podamos estar experimentando en el presente, porque creemos en Jesucristo y sabemos que “Él es fiel” a sus promesas. La manifestación del Reino de Dios en nuestro Señor Jesucristo desde su encarnación y su nacimiento como Dios hecho hombre, no es sólo un acontecimiento que sucedió hace veinte siglos. Él sigue llegando y manifestándose a cada persona que esté dispuesta de verdad a recibirlo, y se hace presente para alimentarnos con su propia vida en la Eucaristía. Cada vez que celebramos este “sacramento de nuestra fe”, repetimos la misma invocación con que los primeros cristianos expresaban la esperanza en su venida gloriosa: “¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis 22, 20). De modo similar, en la tradicional novena de Navidad que pronto volverá a resonar una vez más con sus gozos y villancicos, le diremos: “¡Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!”. En efecto, en este tiempo del Adviento se nos invita a proclamar nuestra esperanza en el Reino de Dios que ya vino hace poco más de dos mil años en la persona de Jesús, que sigue llegando a cada uno de nosotros cuando acogemos con nuestro comportamiento la palabra de Señor y recibimos a Jesús en la comunión, y que se manifestará en forma plena, definitiva y gloriosa al final de los tiempos. Para cada uno de nosotros, este final de los tiempos será el momento del paso de la vida presente a la eternidad. 3.- Un tiempo en el que se nos invita a la vigilancia “Manténganse ustedes despiertos y vigilantes”, nos dice Jesús en el Evangelio (Marcos 13, 33-37), como conclusión de la parábola de los servidores que aguardan la llegada del dueño de la casa en cualquier momento. Cada uno de nosotros, como servidor fiel del Señor, es invitado especialmente en este tiempo del Adviento a mantenerse atento a su llegada. Tres veces aparece en este texto la invitación a que estemos vigilantes. Y la invitación es no sólo para unos cuantos, sino para todos: “Lo que les digo a ustedes lo digo a todos”. ¿Cómo mantenernos despiertos y vigilantes? Pues, precisamente, uniendo nuestra actitud sincera de conversión a la renovación de nuestra esperanza activa en la manifestación plena del Reino de Dios inaugurado por nuestro Señor Jesucristo. Porque la auténtica virtud de la esperanza no es una espera pasiva en que Dios solucionará nuestros problemas sin poner nosotros de nuestra parte, sino todo lo contrario: una disposición activa a preparar el advenimiento (el “adviento”) del Reino de Dios, haciendo

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