Colegio San José Barranquilla

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CSJB en el Festival de Música Colmeni 2015

El pasado viernes 14 de agosto se llevó a cabo el Festival de Música Colmeni 2015 del Colegio La Medalla Milagrosa. Fue un significante evento para dos estudiantes del Colegio San José, que con el apoyo de Carlos Villa, profesor de música de nuestra institución, tuvieron una gran experiencia. Felicitamos a Valentina Romero Llanos de Séptimo grado, quien obtuvo el tercer puesto en la Categoría Prejuvenil, y Alejandra Hernandez Briceño de Octavo grado, que con mucho entusiasmo representaron al Colegio San José en el festival. Agradecemos al área de Artística y a la Coordinación de Bienestar por organizar estos espacios y facilitar la oportunidad de desarrollo artístico a nuestros estudiantes.   [espro-slider id=11860]

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¡Conoce a los(as) Candidatos(as) al Gobierno Estudiantil!

[espro-slider id=11826] Por: Martha Delgado Cañas Coordinadora de Extensión Académica El día jueves 13 de agosto, en el Lobby de Bachillerato los y las estudiantes de ésta sección tuvieron la oportunidad de conocer a los y las candidatos(as) al Gobierno Escolar del Colegio San José de Barranquilla. El Decreto 1860 de 1994 establece que todos los establecimientos educativos deberán organizar un gobierno para la participación democrática de todos los estamentos de la comunidad educativa. Por tal razón, en nuestro Colegio el Gobierno Escolar no sólo está constituido por el Consejo Directivo o el Consejo Académico, sino que los y las estudiantes tienen la oportunidad de participar por medio del Consejo Estudiantil. De acuerdo con el Manual de Convivencia de nuestro Colegio, el Consejo de Estudiantes, constituido por alumnos representantes de los grados, tiene por objeto animar y promover las propuestas orientadas al bienestar y participación de los y las estudiantes, y está integrado por el (la) Presidente, Vicepresidente, Representantes de Grado, Personero (a) y el Director de Bienestar Estudiantil, quien los asesora. En esta ocasión, únicamente se presentaron ante la comunidad aquellos estudiantes que se están postulando para los cargos de Presidencia, Vicepresidencia y Personería. Entre sus funciones estará animar, promover y sugerir actividades en bien de la formación integral de los estudiantes según el proyecto educativo, representándolos ante los diferentes estamentos de la comunidad educativa; promover el cumplimiento de los derechos y deberes de los estudiantes, para lo cual podrán utilizar los medios de comunicación de la Institución, pedir colaboración al Consejo de Estudiantes, organizar eventos de deliberación, entre otros. Adriana Cifuentes Arango y Nicolás Romero Borrero de 9°; María José De La Hoz Dáger y Andrés Barragán Zapata de 10°; Diana García Hernández y Santiago Zapata Florez de 11°, son los candidatos a ocupar el Cargo de Presidente y Vicepresidente. Vallery Rosales Sanjuán y Valentina Guzmán Roldán de 11°, son las candidatas al cargo de Personero (a). A continuación, podrán encontrar las fotografías de los y las candidatos. Asimismo, encontrarán un documento en PDF con una breve descripción de su propuesta y su perfil.

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¡Vamos al Circo!

Por:Olga Bermúdez Un escenario lleno de luz, color y fantasía, recreando la vida y el sentimiento de un circo, donde personajes como: Animales, domadores, payasos, mimos, malabaristas, bailarines, y una espectacular banda, hicieron de este un momento mágico, con vestuarios coloridos y la alegría de nuestros niños que iluminaban y le daban sentido a la puesta en escena, cantando y danzando con el alma; cada uno apropiado de su papel en esta historia, demostrando así toda su entrega, talento y amor por el arte.

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El Mensaje del Domingo 17 de Mayo

El Mensaje del Domingo VII de Pascua  Ciclo B – Ascensión del Señor Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. En aquel tiempo se apareció Jesús resucitado a los once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la Buena Noticia. El que crea y sea bautizado, obtendrá la salvación; pero el que no crea, será condenado. Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes; y si beben algo venenoso, no les hará daño; además pondrán las manos sobre los enfermos, y estos sanarán. Después de hablarles, el Señor Jesús fue levantado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos salieron a anunciar el mensaje por todas partes; y el Señor los ayudaba, y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas. Después de hablarles, el Señor Jesús fue levantado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos salieron a anunciar el mensaje por todas partes; y el Señor los ayudaba, y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas. (Marcos 16, 15-20). 1. La Ascensión del Señor En esta fiesta de la Ascensión del Señor, las lecturas bíblicas [Hechos 1, 1-11; Salmo 47 (46); Efesios 1, 17-23; Marcos 16, 15-20] nos invitan a reflexionar sobre lo que decimos en la fórmula más antigua del Credo: que Jesucristo resucitado “subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre”. No se trata de la subida física a las alturas de un superhéroe como los de las historietas, sino de un misterio de orden espiritual que consiste en la exaltación o glorificación de Jesucristo en una dimensión distinta de la material. San Pablo dice en la segunda lectura que, después de haber bajado a la condición de los muertos, Jesús fue resucitado por Dios Padre para hacerlo en su naturaleza humana plenamente partícipe de la gloria divina, “sentándolo a su derecha en el cielo”. Esta imagen simbólica fue tomada de la costumbre que en aquella época tenían los reyes de hacer subir y situar a la derecha de su trono a quienes se habían distinguido por el cumplimiento cabal de una misión que se les había encomendado. Por otra parte, vale destacar la frase que oyen los discípulos al final del relato de la Ascensión del Señor en la primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles: “¿Qué hacen ustedes ahí plantados mirando al cielo?”. Se trata de una invitación a ponerse en marcha con los pies en la tierra, dispuestos a colaborar activamente en la misión que Cristo resucitado les ha encomendado: “Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la Buena Noticia”, la misma que Jesús había proclamado desde el comienzo de su predicación: que el reino de Dios, es decir, el poder del Amor, ha llegado y se manifiesta personalmente en Él mismo como Dios hecho hombre, para liberarnos a todos de la esclavitud del egoísmo y de la injusticia, y darnos una vida nueva por la acción de su Espíritu Santo. “El que crea y sea bautizado, obtendrá la salvación; pero el que no crea, será condenado”, dice Jesús. La mejor manera de interpretar estas palabras es la siguiente, dentro del respeto a las distintas opciones religiosas: creer el en el contenido de la “Buena Noticia” implica realizar lo que en la conciencia de todo ser humano ha impreso el Creador como una ley universal: tratar a los demás como quisiéramos que ellos nos traten a nosotros. Es la llamada “regla de oro” que se traduce en el amor al prójimo como a uno mismo. Al celebrar, pues, el misterio de la Ascensión del Señor, animados por la fe en Jesucristo resucitado cuya naturaleza humana participa ya de la gloria de Dios Padre en la eternidad, renovemos nuestra esperanza en que, si procuramos seguir el ejemplo de vida y las enseñanzas de Jesús, también nosotros gozaremos del mismo estado de vida nueva y felicidad sin fin que expresamos cuando nos referimos al “cielo”. 2. Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales Hoy celebra también la Iglesia Católica la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Hace 49 años, por disposición del Concilio Vaticano II (1962-1965), comenzó a celebrarse desde 1966 cada año esta Jornada para promover un recto uso de los medios de comunicación a la luz de las enseñanzas de Jesús. El Papa Francisco ha titulado su Mensaje para la Jornada de este año 2015 “Comunicar la familia: ambiente privilegiado del encuentro en la gratuidad del amor”. “La familia -dice en un aparte de este Mensaje- es, más que ningún otro, el lugar en el que, viviendo juntos la cotidianidad, se experimentan los límites propios y ajenos, los pequeños y grandes problemas de la convivencia, del ponerse de acuerdo. No existe la familia perfecta, pero no hay que tener miedo a la imperfección, a la fragilidad, ni siquiera a los conflictos; hay que aprender a afrontarlos de manera constructiva. Por eso, la familia en la que, con los propios límites y pecados, todos se quieren, se convierte en una escuela de perdón. El perdón es una dinámica de comunicación: una comunicación que se desgasta, se rompe y que, mediante el arrepentimiento expresado y acogido, se puede reanudar y acrecentar. Un niño que aprende en la familia a escuchar a los demás, a hablar de modo respetuoso, expresando su propio punto de vista sin negar el de los demás, será un constructor de diálogo y reconciliación en la sociedad”. Y al final del mismo Mensaje nos dice: “La familia más hermosa, protagonista y no problema, es la que sabe comunicar, partiendo del testimonio, la belleza y la riqueza de la relación entre hombre y mujer, y entre padres e hijos”. 3. Semana de oración por la unidad de los cristianos Hoy comienza la semana de oración por la unidad de los cristianos que culminará el domingo de Pentecostés -la gran fiesta de la comunicación lograda por el Espíritu de Dios que hace posible el entendimiento entre

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El Mensaje del Domingo 3 de Mayo

El Mensaje del Domingo V de Pascua  Ciclo B Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Durante la cena pascual, la víspera de su pasión, Jesús les dijo a sus discípulos: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. Si una de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más. Ustedes ya están limpios por las palabras que les he dicho. Sigan unidos a mí, como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera, ustedes no pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí. Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece unido a mí, será echado fuera y se secará como las ramas que se recogen y se queman. Si ustedes permanecen unidos a mí y fieles a mis enseñanzas, pidan lo que quieran y se les dará. En esto se muestra la gloria de mi Padre, en que den mucho fruto y lleguen así a ser verdaderos discípulos míos” (Juan 15, 1-8). Estas palabras de Jesús que nos trae el Evangelio de hoy tienen como trasfondo la canción de la viña o del cultivo de uvas que había empleado como imagen literaria el profeta Isaías para representar al pueblo de Israel (Isaías 5, 1-7), y que sería evocada ocho siglos después por Jesús para manifestar su propia fidelidad a Dios Padre en contraste con la infidelidad del pueblo escogido, y exhortar a sus discípulos a permanecer unidos a Él. Reflexionemos sobre lo que nos dice Jesús en el Evangelio, teniendo también en cuenta los demás textos bíblicos de este domingo [Hechos de los Apóstoles 9, 26-31; Salmo 22 (21), 26b-28.30-32; 1ª Carta de Juan 3, 18-24]. 1. “Yo soy la vid verdadera (…) y ustedes son las ramas La expresión “Yo soy” empleada por Jesús (“Yo soy la luz del mundo”, “Yo soy la puerta”, “Yo soy el buen pastor”, “Yo soy la resurrección y la vida”, “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, “Yo soy el pan de vida”, “Yo soy la vid verdadera”, “Yo soy, el que habla contigo” -como le dice a la Samaritana cuando ella le pregunta por el Mesías-, “Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo soy”, o simplemente “Yo soy” -como les responde a quienes llegan a apresarlo en el huerto de Getsemaní la víspera de su pasión y muerte en la cruz-) es en el Evangelio de Juan una referencia al nombre con el que se le había revelado Dios a Moisés: “Yo soy el que soy” (Éxodo 3, 14), que es lo que traduce el nombre “Yahvé”. Más exactamente: “Yo he actuado, estoy y seguiré actuando”, al contrario de los ídolos, que no actúan porque no tienen vida. Lo que Dios es y la forma en que actúa lo expresan en este pasaje del Evangelio las imágenes del viñador o cultivador de uvas que llena de todos sus cuidados la planta que él mismo sembró y de la cual espera los mejores frutos para producir el mejor vino, y de la vid verdadera que sí ha producido lo mejor, con la cual Jesús se identifica al prometer que quienes permanezcan unidos a Él como las ramas al tronco, como los sarmientos a la vid, darán mucho fruto. Hay en esta alegoría un detalle significativo: Jesús dice que al que lleva fruto lo limpia -o en otras traducciones “lo poda”- para que dé más fruto. Esto quiere decir que, en el proceso de crecimiento espiritual que implica nuestra unión o comunión con Él, debemos estar dispuestos a experiencias de purificación para arrancar de nosotros los apegos o afectos desordenados que nos impiden dar un fruto de buena calidad. Pero, ¿en qué consiste ese fruto que Jesús espera de sus discípulos, de cada uno y cada una de nosotros? Veámoslo. 2. “Quien permanece unido a mí da mucho fruto” El fruto resultante de permanecer con Jesús es la práctica del amor, cumpliendo el mandamiento por el cual son reconocidos sus seguidores, como Él mismo había dicho poco antes y lo repetiría luego en el mismo Evangelio (Juan 14, 34-35; 15, 12.17), como lo manifestaría la Iglesia primitiva de la cual se dice en la primera lectura que tenía paz y crecía espiritualmente (Hechos 9, 31), y como lo recalca la segunda (1 Juan 3, 23). Ya ustedes están limpios por mis palabras, dice Jesús. En efecto, todo el proceso formativo de sus discípulos ha implicado una purificación inicial, pero ésta debe continuar porque las tendencias desordenadas no desaparecen en forma automática, y por ello es necesario reforzar constantemente la conexión con Él. Ahora bien, para estar y permanecer unidos a Jesús tenemos que dejarnos vivificar por la savia que Él quiere comunicarnos: su Espíritu Santo, que nos mueve a escuchar y comprender la Palabra de Dios en la oración individual y comunitaria, y a conectarnos con la vida resucitada de Jesús en la comunión eucarística. Siete veces aparece en este pasaje del Evangelio la idea de estar en unión con Jesús. Por eso ella constituye el núcleo del mensaje de este domingo y nos da la clave para examinarnos preguntándonos: ¿Qué he hecho, qué hago y qué debo hacer para permanecer conectado a Jesús? 3. “Si permanecen unidos a mí y fieles a mis enseñanzas, pidan lo que quieran…” ¡Ama y haz lo que quieras! San Agustín de Hipona (siglo IV d.C.) expresó en esta frase el sentido de lo que Jesús les dice a sus discípulos en la última parte del pasaje evangélico de hoy. Es frecuente la queja de quienes se sienten desatendidos por Dios porque no oye sus peticiones o parece no tenerlas en cuenta. Lo que ocurre tal vez es

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Acto de Reconocimientos Académicos 2015

Por: Martha Delgado – Extensión Académica. El día jueves 16 de abril, se realizó en el Salón Múltiple San José Pignatelli, un acto en el que se buscaba hacer un reconocimiento a la excelencia de aquellos (as) estudiantes destacados a nivel académico durante el tercer período del año 2014 – 2015. La presentación del acto estuvo a cargo de los estudiantes Juliana Gomez Vieda de 6to grado, y Juan Sebastián Lopez Salcedo de 7mo grado. Inicialmente, el P. Carlos Alberto Cardona, Director Académico de nuestra Institución dirigió unas palabras a los y las estudiantes presentes en el acto, de 5° a 11° grado, en el cual buscó invitar a los estudiantes a que continúen en la búsqueda de la excelencia con cada acción que realicen en sus vidas. Seguidamente, se hizo entrega de un diploma en el cual se reconoció a los y las estudiantes de 1° a 11° grado que obtuvieron un desempeño superior en el consolidado de todas sus asignaturas durante el tercer período académico. Como se ha hecho en los últimos dos años, se escogieron los 3 mejores desempeños de cada grado, quienes son llamados durante el Acto para pasar al frente y recibir su diploma. Los y las estudiantes que se han destacado por su participación en actividades extracurriculares intercolegiales, académicas o culturales, también tuvieron la oportunidad de recibir un reconocimiento por parte de sus compañeros. Durante el tercer período académico, más de 20 estudiantes de 6° a 11° grado tuvieron la oportunidad de participar en diferentes Modelos de la Organización de las Naciones Unidas, actividades académicas organizadas por Colegios de la región y a nivel nacional. Por otro lado, más de 150 estudiantes de nuestra Institución participaron en el VII Congreso Intercolegial de Filosofía, como parte del Staff (Logística, Prensa, Académico), o presentando ponencias y participando activamente durante el evento. La presentación cultural del acto estuvo a cargo de la estudiante de 2do grado, María Juliana López Salcedo, quien interpretó la canción “Quiero que te quedes” de la artista colombiana Adriana Lucía. Posteriormente, como líder orientador de nuestra comunidad educativa el padre Gabriel Jaime Pérez, Rector del colegio San José, dirigió unas palabras a los presentes para motivarlos a seguir en la búsqueda de la excelencia que requiere del valor de la constancia, es decir, de la lucha esmerada hasta el final. Además, el P. Gabriel Jaime hizo un reconocimiento especial a aquellos (as) estudiantes que por su dedicación, motivación y compromiso han representado al Colegio San José en las actividades intercolegiales, ya que gracias a ellos (as) nuestra Institución ha tenido una excelente participación en dichas actividades. Fue el P. Gabriel Jaime Pérez SJ, quien hizo entrega de los botones bañados en oro con el escudo del Colegio San José, a los estudiantes que obtuvieron los mejores resultados a nivel académico tanto en la sección de primaria, como en la de bachillerato. En esta ocasión, fueron reconocidos las estudiantes María Juliana Lopez Salcedo de 2° grado por la sección primaria, y Daniella Marie Sánchez Navarro de 7° grado en la sección de bachillerato. Nos permitimos adjuntar la lista de los y las estudiantes que participaron en el Acto de Reconocimientos Académicos.

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El Mensaje del Domingo 19 de Abril

El Mensaje del Domingo III de Pascua  Ciclo B Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Después del encuentro de Jesús resucitado con sus dos discípulos que se dirigían a Emaús, éstos les contaron a los demás lo que les había pasado en el camino, y cómo lo reconocieron cuando partió el pan. Estaban todavía hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo: -Paz a ustedes. Ellos se asustaron mucho, pensando que estaban viendo un espíritu. Pero Jesús les dijo: -¿Por qué están asustados? ¿Por qué tienen esas dudas en su corazón? Miren mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tóquenme y vean: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que tengo yo. Al decirles esto, les enseñó las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó: -¿Tienen aquí algo que comer? Le dieron un pedazo de pescado asado, y él lo aceptó y lo comió en su presencia. Luego les dijo: -Lo que me ha pasado es aquello que les anuncié cuando estaba todavía con ustedes: que había de cumplirse todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos. Entonces hizo que entendieran las Escrituras, y les dijo: -Está escrito que el Mesías tenía que morir, y resucitar al tercer día, y que en su nombre se anunciará a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. Comenzando desde Jerusalén, ustedes deben dar testimonio de estas cosas. (Lucas 24, 35-48). Las lecturas de este domingo [Hechos de los Apóstoles 3, 13-15.17-19), Salmo 5 (4), 1ª Carta de Juan 2, 1-5ª y Evangelio según san Lucas 24, 35-48] nos invitan a meditar sobre el mensaje central de nuestra fe: Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, Dios hecho hombre, está vivo después de su muerte en la cruz y se hace presente en medio de nosotros por su Espíritu, iluminándonos para que comprendamos su obra salvadora y animándonos a dar testimonio de ella. Meditemos especialmente en el Evangelio y apliquémoslo a nuestra existencia cotidiana, teniendo en cuenta también los otros textos bíblicos. “Contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo lo reconocieron cuando partió el pan” Los dos discípulos a quienes Cristo resucitado les había salido al encuentro cuando caminaban hacia la aldea de Emaús, uno llamado Cleofás y el otro seguramente el mismo evangelista Lucas (24, 13-34), no habían hecho parte del grupo inicial de los doce apóstoles pero sí pertenecían al grupo más amplio de sus seguidores. Ellos habían reconocido su presencia precisamente en la acción de partir el pan, el mismo gesto que su Maestro antes de morir había dicho que fuera repetido en memoria suya. Fueron de prisa a contar a los apóstoles y demás discípulos y discípulas que estaban en Jerusalén la experiencia pascual que habían tenido, y se encontraron con que también en esta primera comunidad, en la que se destaca a Simón Pedro, existía ya la certeza de la resurrección de Jesús. El término bíblico “partir del pan” se refiere a la Eucaristía. Cada vez que se repite en el momento de la consagración del pan y del vino aquello que Jesús dijo a sus primeros discípulos que hicieran en conmemoración suya, no sólo recordamos lo que Él mismo realizó, sino que se actualiza para nosotros su misterio pascual, es decir, su único sacrificio redentor y su paso de la muerte a la vida, una vida nueva que se hace presente en medio de nosotros y que en la comunión nos alimenta espiritualmente para que podamos continuar el camino de nuestra existencia renovados y plenos de esperanza. “Entonces hizo que entendieran las Escrituras” Aquellos discípulos que se dirigían a Emaús habían sido ilustrados en el camino por el propio Jesús resucitado, para comprender el sentido de las profecías que en el Antiguo Testamento se referían al Mesías prometido. Ahora reciben una ilustración similar todos los miembros de aquella primera comunidad conformada por sus apóstoles y sus demás discípulos y discípulas. ¿En qué radica dicho sentido? En que el Mesías tenía qué padecer y morir para resucitar, como lo indica el Evangelio y lo dice asimismo Pedro en su discurso presentado por la primera lectura de hoy. Justamente en ello consiste el misterio pascual de Jesucristo: en su paso por la muerte de cruz para resucitar a una vida nueva y gloriosa. No buscando el sufrimiento por sí mismo, sino asumiéndolo como la consecuencia de haberse entregado plenamente al servicio del Reino de Dios Padre, un reino de justicia, de amor y de paz en beneficio de toda la humanidad, empezando por los excluidos, los rechazados, los marginados. Su cruz fue así el testimonio de la solidaridad completa de Dios hecho hombre con todas las víctimas de la injusticia y de la violencia, para abrirnos a todos, si nos identificamos con Él y nos solidarizamos también con ellas, a la esperanza activa en un porvenir de vida gozosa y sin fin. “Ustedes deben dar testimonio de estas cosas” Cuando Jesús resucitado pronuncia estas palabras, les está dando a sus primeros discípulos la misión de proclamar su resurrección no sólo de palabra, sino también y ante todo con los hechos. “En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en que se aman los unos a los otros”, les había dicho en la última cena, como nos lo cuenta el Evangelio según san Juan. Y en la 2ª lectura, tomada de la 1ª Carta de Juan, su autor escribe: “para quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él”. “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección…”, decimos en la Misa después de la consagración del pan y del vino. Este anuncio y esta proclamación del misterio pascual de Cristo tenemos que manifestarlo con el

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EL MENSAJE DEL DOMINGO 29 MARZO 

EL MENSAJE DEL DOMINGO 29 DE MARZO Ciclo B – DOMINGO DE RAMOS Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, al aproximarse a los pueblos de Betfagé y Betania, en el Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: -Vayan a la aldea que está enfrente, y al entrar en ella encontrarán un burro atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta por qué lo hacen, díganle que el Señor lo necesita y que en seguida lo devolverá. Fueron, pues, y encontraron el burro atado en la calle, junto a una puerta, y lo desataron. Algunos que estaban allí les preguntaron: ¿Qué hacen ustedes? ¿Por qué desatan el burro? Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho, y los dejaron ir. Pusieron entonces sus capas sobre el burro, y se lo llevaron a Jesús. Y Jesús montó. Muchos tendían sus capas por el camino, y otros tendían ramas que habían cortado en el campo. Y tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban: -¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas! (Marcos 11, 1-10). La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos. Hoy el texto bíblico que antecede a la bendición de los ramos antes de la Misa para conmemorar la entrada de Jesús en Jerusalén es tomado del Evangelio según san Marcos (11, 1-10), y en la Misa se toma de este mismo evangelista el relato de la pasión (Marcos 14, 1-15, 47), precedido de la profecía de Isaías (50, 4-7), el Salmo 22 (21) y la carta de san Pablo a los Filipenses (2, 6-11). Centremos nuestra reflexión en tres temas que encontramos en los textos mencionados del Evangelio según san Marcos. “¡Hosana…! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Marcos 11, 9) La palabra hosanna, tomada del hebreo, quiere decir salva ahora, y se emplea como un saludo de aclamación. Jesús, a quien las gentes sencillas aclaman como el Mesías descendiente del rey David y que no entra arrogante como los guerreros sobre carros tirados por caballos, sino  manso y humilde sobre un asno. El Reino que ha anunciado es distinto de los de este mundo, y esto es lo que va a manifestarse en los acontecimientos de su pasión, que culminarán con el de su resurrección no como un hecho espectacular sino como una experiencia espiritual que sólo pueden reconocer quienes se abren con fe a la revelación de Dios. “Tomen, esto es mi cuerpo… Esto es mi sangre, con la que se confirma la alianza, sangre que es derramada a favor de muchos” (Marcos 14, 22-24) El relato de la pasión del Evangelio según San Marcos nos presenta, en la cena pascual que Jesús celebra con sus discípulos la noche del primer jueves santo, la institución de la Eucaristía como memorial del sacrificio redentor de Cristo que entrega su cuerpo y su sangre  para darnos vida eterna. Cada vez que participamos activamente en la santa Misa, se actualiza para nosotros y para toda la humanidad el acontecimiento de su misterio pascual: su pasión, muerte y resurrección. En este sentido, la Eucaristía es “el sacramento de nuestra fe” en el que anunciamos su muerte, proclamamos su resurrección y expresamos nuestra esperanza en su venida gloriosa a nosotros. Y también es el sacramento del amor: en Jesucristo, Dios hecho hombre que ofrece como sacrificio su cuerpo y su sangre, es decir, su propia vida, y nos alimenta con ella en la comunión, se nos ha revelado plenamente el Dios verdadero que es Amor y que nos invita a realizar también nosotros en nuestra vida lo que este sacramento significa. “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15, 39) Estas palabras del centurión romano que los vio morir en la cruz, contrastan con las del Salmo que Jesús acababa de hacer suya antes de morir, manifestando así su anonadamiento total: “¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”. También nosotros proclamamos de manera especial nuestro reconocimiento de Jesús como el Hijo de Dios cuando nos santiguamos con el signo de la santa cruz, con el cual expresamos nuestra identidad como seguidores de Cristo. El título “Hijo de Dios” se aplica a Jesús para indicar que se le reconoce como Dios. Lo mismo ocurre con el término “Señor”, que encontramos constantemente en el Nuevo Testamento, por ejemplo en la segunda lectura de hoy cuando el apóstol san Pablo dice, en la segunda lectura de la Misa de hoy (Filipenses 2, 6-11), que aquél que se despojó de la gloria de su divinidad para humillarse hasta la muerte de cruz como consecuencia de su solidaridad con las víctimas de la injusticia y  la violencia, fue exaltado como “Señor” del universo. Todo lo contrario al pecado original en los comienzos de la humanidad, que ha seguido y sigue sucediendo cuando el ser humano cae en la tentación de la soberbia, desconociendo su condición de creatura de Dios. Quienes creemos en Jesucristo como Hijo de Dios y Señor del universo, reconocemos que en Él se cumplen las profecías de los cuatro cantos o poemas del “Servidor de Yahvé” (el nombre de Dios en hebreo, con el cual se le había revelado a Moisés), escritos hace unos veinticinco siglos y que encontramos en el libro de Isaías. En el segundo poema, que corresponde a la primera lectura de la Misa de este domingo, el Servidor de Yahvé dice: “Yahvé me ha instruido para que yo consuele a los cansados con palabras de aliento” (Isaías 50, 4). Dispongámonos a celebrar esta Semana Santa con una fe tal que nos impulse a identificarnos con Jesús, en quien se nos revela el mismo Dios que se solidariza hasta las últimas consecuencias con el dolor humano, con todos los que están cansados de sufrir la injusticia y la violencia. Aclamémoslo no sólo como el que viene en el nombre del

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Ejercicios Espirituales Para Los Estudiantes De 11°

“Los Ejercicios Espirituales son lo mejor que yo en esta vida pueda pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar de sí mismo, como para poder fructificar y aprovechar a otros muchos.”   San Ignacio de Loyola Buenas cosas están pasando en el CSJB: los tres grupos de 11° vivieron en las últimas semanas sus ejercicios espirituales (11°A: febrero 19-21; 11°B febrero 26-28; 11°C marzo 4-6). Los dos primeros grupos vivieron la experiencia en la Casa Sainville en Cartagena y los últimos en el Seminario Mayor Juan XXIII en Salgar. En palabras del Padre José Rafael Garrido SJ «Ahora viene todo un proyecto de vida por recorrer, que Dios los acompañe a todos y los guíe siempre». Los Ejercicios Espirituales son el mejor regalo y la tradición más profunda que tienen los colegios jesuitas en el mundo. Este grupo de estudiantes se han unido al legado de nuestro Santo Padre Ignacio al decidir aceptar esta invitación. Felicitaciones a estos jóvenes y a quienes acompañaron estas experiencias: Mariela Alvear, Jhon Jaime Garcia y el padre José Rafael Garrido. A.M.D.G.

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El Mensaje Del Domingo 8 de Febrero

V Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo B Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Al salir de la sinagoga de Cafarnaúm, Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre. Se lo dijeron a Jesús, y él se acercó, y tomándola de la mano la levantó; al momento se le quitó la fiebre y comenzó a atenderlos. Al anochecer, cuando ya se había puesto el sol, llevaron todos los enfermos y endemoniados a Jesús, y el pueblo entero se reunió a la puerta. Jesús sanó de toda clase de enfermedades a mucha gente, y expulsó a muchos demonios; pero no dejaba que los demonios hablaran, porque ellos lo conocían. De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir a orar a un lugar solitario. Simón y sus compañeros fueron en busca de Jesús, y cuando lo encontraron le dijeron: Todos te están buscando. Pero él les contestó: Vamos a los otros lugares cercanos; también allí debo anunciar el mensaje, porque para esto he salido. Así que Jesús andaba por toda Galilea, anunciando el mensaje en las sinagogas de cada lugar y expulsando a los demonios. (Marcos 1, 29-39). Hoy el Evangelio nos describe lo que en términos periodísticos podría llamarse “Un día en la vida de…”. Se trata de la Jornada de Cafarnaúm, que destaca varios aspectos de la vida cotidiana de Jesús. Veámoslos en el orden correspondiente al transcurso de un día y tratemos de aplicarlos a nuestra propia vida, teniendo en cuenta también los demás textos bíblicos de este domingo [Job 7, 1-7; Salmo 147 (146); 1 Corintios 9, 16-23]. 1.- La oración diaria “Se levantó de madrugada, fue al descampado y allí se puso a orar”. La jornada de Jesús comienza con la oración, lejos del bullicio. Él sabe que, para atender eficazmente a quienes necesitan de Él, debe ponerse en comunicación con Dios Padre y alimentar su naturaleza humana con la fuerza del Espíritu Santo, de modo que esta energía divina actúe con un poder sanador y transformador a través de sus hechos y palabras. Los evangelios nos presentan a Jesús para que sigamos su ejemplo. ¿Cómo empieza nuestra jornada? Necesitamos espacios de silencio interior para escuchar lo que Dios nos dice a través de su Palabra y de los acontecimientos cotidianos, reflexionar sobre nuestros logros, dificultades y proyectos, darle gracias por los dones recibidos, pedirle perdón por nuestras ofensas de pensamiento, palabra, obra y omisión (Jesús pedía perdón por las de toda la humanidad, pues en Él no había pecado), poner nuestros problemas en sus manos y pedirle que nos dé la energía necesaria para afrontarlos y para que nuestra vida sea productiva en orden a su mayor gloria, que es el bien de todas las personas. Por eso es importante que dediquemos un rato diario -15 minutos, media hora o más- a la comunicación personal a solas con Dios. 2.- La comunicación de la Buena Noticia “Recorría toda la región de Galilea, predicando en las sinagogas”. El Evangelio nos presenta a Jesús predicando y enseñando incansablemente, aprovechando todas las oportunidades que se le ofrecen para comunicar la “Buena Noticia”, el mensaje de salvación que Dios Padre le ha encomendado anunciar.  Por eso no se contenta con hablarles a unos pocos, sino que su vida es un constante andar por donde viven tanto judíos como paganos, invitando a todos a recibir esa buena nueva que Él mismo encarna: la del Dios-con-nosotros, cercano, amigo, bondadoso, compasivo. En la segunda lectura el apóstol san Pablo dice que él tiene la misión ineludible de predicar la Buena Nueva de Jesucristo: “Ay de mí si no anuncio el Evangelio”. También nosotros estamos llamados a proclamar la buena noticia en las situaciones concretas de nuestra vida. Para ello no tenemos que andar echando cháchara o “carreta” -como suele decirse en el argot popular-, sino expresar con la frase oportuna o el gesto constructivo aquello que pueda llenar de alegría, esperanza y optimismo a las personas con las que nos encontramos, especialmente las más necesitadas. 3.- La acción sanadora Los milagros de curación realizados por Jesús tienen por objeto mostrar que en Él se hace presente el Reino de Dios, es decir, el poder del Amor infinito que es Él mismo: un poder sanador, no sólo de las dolencias físicas sino también de las psíquicas y espirituales. Esto es lo que significa la frase con la que el evangelista resume los hechos maravillosos -“milagros”- de Jesús: “Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios”. La primera lectura de hoy, tomada del libro de Job en el Antiguo Testamento, expresa en boca del propio protagonista la realidad del sufrimiento provocado por la enfermedad, incomprensible para la razón humana cuando le sobreviene al hombre justo, y que por lo mismo sólo puede ser aceptada y asumida desde la fe. Jesús es consciente de esta realidad que viven tantos seres humanos, y con su acercamiento a los enfermos muestra que en Él se revela un Dios capaz de compasión, es decir, de con-dolerse de los que sufren, el mismo que es reconocido en el Salmo 147 (146) como Aquél que “sana los corazones destrozados”. Para Jesús el encuentro con los que sufren es la ocasión no sólo de hablarles, sino también de realizar hechos concretos en su beneficio. Por eso el apóstol Pedro, cuya predicación refleja el Evangelio de Marcos, y cuya suegra fue curada por Jesús tal como lo relata este mismo evangelista, diría en uno de sus discursos consignados en el libro de los Hechos de los Apóstoles: “Jesús pasó haciendo el bien y sanando a todos los que sufrían bajo el poder del diablo; y esto pudo hacerlo porque Dios estaba con él” (Hechos 10, 37-38). El poder del diablo es, en el lenguaje bíblico, la fuerza del mal de la que sólo Dios puede liberarnos. ¿Y nosotros? ¿Nos contentamos sólo con hablar, o a ejemplo de Jesús nos esforzamos por

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