Colegio San José Barranquilla

Jesuitas Colombia

El Mensaje del Domingo 19 de Abril

El Mensaje del Domingo III de Pascua  Ciclo B Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Después del encuentro de Jesús resucitado con sus dos discípulos que se dirigían a Emaús, éstos les contaron a los demás lo que les había pasado en el camino, y cómo lo reconocieron cuando partió el pan. Estaban todavía hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y los saludó diciendo: -Paz a ustedes. Ellos se asustaron mucho, pensando que estaban viendo un espíritu. Pero Jesús les dijo: -¿Por qué están asustados? ¿Por qué tienen esas dudas en su corazón? Miren mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tóquenme y vean: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ustedes ven que tengo yo. Al decirles esto, les enseñó las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa de la alegría y el asombro que sentían, Jesús les preguntó: -¿Tienen aquí algo que comer? Le dieron un pedazo de pescado asado, y él lo aceptó y lo comió en su presencia. Luego les dijo: -Lo que me ha pasado es aquello que les anuncié cuando estaba todavía con ustedes: que había de cumplirse todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos. Entonces hizo que entendieran las Escrituras, y les dijo: -Está escrito que el Mesías tenía que morir, y resucitar al tercer día, y que en su nombre se anunciará a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que él les perdone sus pecados. Comenzando desde Jerusalén, ustedes deben dar testimonio de estas cosas. (Lucas 24, 35-48). Las lecturas de este domingo [Hechos de los Apóstoles 3, 13-15.17-19), Salmo 5 (4), 1ª Carta de Juan 2, 1-5ª y Evangelio según san Lucas 24, 35-48] nos invitan a meditar sobre el mensaje central de nuestra fe: Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, Dios hecho hombre, está vivo después de su muerte en la cruz y se hace presente en medio de nosotros por su Espíritu, iluminándonos para que comprendamos su obra salvadora y animándonos a dar testimonio de ella. Meditemos especialmente en el Evangelio y apliquémoslo a nuestra existencia cotidiana, teniendo en cuenta también los otros textos bíblicos. “Contaron lo que les había pasado en el camino, y cómo lo reconocieron cuando partió el pan” Los dos discípulos a quienes Cristo resucitado les había salido al encuentro cuando caminaban hacia la aldea de Emaús, uno llamado Cleofás y el otro seguramente el mismo evangelista Lucas (24, 13-34), no habían hecho parte del grupo inicial de los doce apóstoles pero sí pertenecían al grupo más amplio de sus seguidores. Ellos habían reconocido su presencia precisamente en la acción de partir el pan, el mismo gesto que su Maestro antes de morir había dicho que fuera repetido en memoria suya. Fueron de prisa a contar a los apóstoles y demás discípulos y discípulas que estaban en Jerusalén la experiencia pascual que habían tenido, y se encontraron con que también en esta primera comunidad, en la que se destaca a Simón Pedro, existía ya la certeza de la resurrección de Jesús. El término bíblico “partir del pan” se refiere a la Eucaristía. Cada vez que se repite en el momento de la consagración del pan y del vino aquello que Jesús dijo a sus primeros discípulos que hicieran en conmemoración suya, no sólo recordamos lo que Él mismo realizó, sino que se actualiza para nosotros su misterio pascual, es decir, su único sacrificio redentor y su paso de la muerte a la vida, una vida nueva que se hace presente en medio de nosotros y que en la comunión nos alimenta espiritualmente para que podamos continuar el camino de nuestra existencia renovados y plenos de esperanza. “Entonces hizo que entendieran las Escrituras” Aquellos discípulos que se dirigían a Emaús habían sido ilustrados en el camino por el propio Jesús resucitado, para comprender el sentido de las profecías que en el Antiguo Testamento se referían al Mesías prometido. Ahora reciben una ilustración similar todos los miembros de aquella primera comunidad conformada por sus apóstoles y sus demás discípulos y discípulas. ¿En qué radica dicho sentido? En que el Mesías tenía qué padecer y morir para resucitar, como lo indica el Evangelio y lo dice asimismo Pedro en su discurso presentado por la primera lectura de hoy. Justamente en ello consiste el misterio pascual de Jesucristo: en su paso por la muerte de cruz para resucitar a una vida nueva y gloriosa. No buscando el sufrimiento por sí mismo, sino asumiéndolo como la consecuencia de haberse entregado plenamente al servicio del Reino de Dios Padre, un reino de justicia, de amor y de paz en beneficio de toda la humanidad, empezando por los excluidos, los rechazados, los marginados. Su cruz fue así el testimonio de la solidaridad completa de Dios hecho hombre con todas las víctimas de la injusticia y de la violencia, para abrirnos a todos, si nos identificamos con Él y nos solidarizamos también con ellas, a la esperanza activa en un porvenir de vida gozosa y sin fin. “Ustedes deben dar testimonio de estas cosas” Cuando Jesús resucitado pronuncia estas palabras, les está dando a sus primeros discípulos la misión de proclamar su resurrección no sólo de palabra, sino también y ante todo con los hechos. “En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en que se aman los unos a los otros”, les había dicho en la última cena, como nos lo cuenta el Evangelio según san Juan. Y en la 2ª lectura, tomada de la 1ª Carta de Juan, su autor escribe: “para quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él”. “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección…”, decimos en la Misa después de la consagración del pan y del vino. Este anuncio y esta proclamación del misterio pascual de Cristo tenemos que manifestarlo con el

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El Mensaje del Domingo 12 de Abril

El Mensaje del Domingo II de Pascua  Ciclo B Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «La paz esté con ustedes». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo». Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «La paz esté con ustedes». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos.  Éstos se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. (Juan 20, 19-31). Las lecturas bíblicas de este domingo (Hechos de los Apóstoles 4, 32-35, Salmo 118  [117], 1ª Carta de san Juan 5, 1-6 y Evangelio según san Juan, 20, 19-31), nos invitan a expresar nuestra fe en la resurrección de Jesús, a dar un testimonio alegre de esperanza y a construir una comunidad de amor en coherencia con lo que creemos y esperamos. “Dichosos los que creen sin haber visto” Las apariciones de Jesús resucitado narradas en los Evangelios son experiencias de fe que se sitúan en un nivel distinto del físico. Si bien los evangelistas emplean imágenes que se refieren a los hechos de ver, oír y tocar, la realidad a la que se refieren es de orden espiritual. Por eso muestran a Jesús resucitado entrando en un recinto con las puertas cerradas y realizando acciones que les permitan a sus discípulos reconocerlo en su vida nueva, diferente de la que tenía antes de su muerte, no ligada a la materia ni al espacio ni al tiempo. Y las señales dejadas por los clavos y la lanza significan que es el mismo que murió en la cruz. En este sentido, la frase final de Jesús a Tomás –Dichosos los que creen sin haber visto (Juan 20, 29)- viene dirigida a nosotros como una invitación a creer sin exigir pruebas de laboratorio propias de las ciencias físicas y químicas, reconociendo la presencia de Cristo resucitado en su nueva realidad espiritual. Movidos por esta fe, podemos decir como lo hacemos ante la consagración eucarística del pan y del vino: Señor mío y Dios mío. “Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo” – “La paz esté con ustedes” En el lenguaje propio de los escritos bíblicos llamados “joánicos”, que son el cuarto Evangelio, las tres cartas de Juan y el Apocalipsis, el “mundo” significa las fuerzas del mal que se oponen a Dios. En este mismo lenguaje, la expresión nacido de Dios se refiere al sacramento del Bautismo, por el cual entramos a participar del misterio pascual de Jesús, consistente en el paso a una vida nueva no ligada a lo material, sino perteneciente al orden espiritual. Por ello la frase de la 1ª Carta de san Juan que dice todo el que ha nacido de Dios vence al mundo es una invitación a la esperanza en que, a pesar de todas las fuerzas del mal que nos rodean, si procuramos vivir como hijos de Dios somos capaces de triunfar sobre ellas gracias a su misericordia revelada en Jesús y al poder renovador del Espíritu santo En este mismo sentido, es un mensaje de esperanza el saludo de Cristo resucitado que encontramos tres veces en el Evangelio de hoy: La paz esté con ustedes. Este mismo saludo, dado por quien preside la Eucaristía y comunicado entre todos los que en ella participan inmediatamente antes de la comunión, tiene un significado especial en medio de las múltiples formas de violencia y que llenan de dolor a tantas personas y las sumen en el miedo, como sucedió inicialmente con los primeros discípulos después de los hechos sangrientos del Calvario (Juan 20, 19). Desde la fe en Jesucristo resucitado que vive y está presente entre nosotros, quienes creemos en Él expresamos la esperanza en un porvenir de paz, sobre la base de la convivencia justa y solidaria de todos como hermanos. Y la paz que nos da Cristo resucitado y que nos deseamos mutuamente es la que proviene de la reconciliación con Dios y entre nosotros, como resultado del perdón pedido y concedido gracias al Espíritu Santo que Él nos comunica: Exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados” (Juan 20, 22-23). El II Domingo de Pascua fue precisamente proclamado por el Papa san Juan Pablo II en el año 2000 como el de la Divina Misericordia, acogiendo la propuesta de una religiosa polaca a quien él había canonizado en ese mismo año: Santa Faustina Kowalska, quien recibió revelaciones místicas en las que Jesús le mostró su corazón, fuente de misericordia. El Papa Juan Pablo II le

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Participaremos en la XV versión del Mediterranean International Cup

Por: Martha Delgado – Coordinadora de Extensión Académica Un grupo de estudiantes de primaria del Colegio San José, participará en la decimo quinta versión del Mediterranean International Cup, un torneo international de Futbol base que se realizará del 30 de marzo al 7 de abril en el noreste de España, que reúne equipos y selecciones de todo el mundo, compitiendo en 5 categorías diferentes. El objetivo de este torneo es dar la oportunidad a jóvenes de cualquier club de futbol del mundo, el poder convivir y competir con los mejores equipos de futbol a nivel mundial; aquí se encontrarán con las selecciones infantiles y juveniles de grandes equipos como el Real Madrid o el Barcelona. La convocatoria para participar en este torneo fue liderada por el Coordinador del Área de Educación Física, y entrenador de Futbol, Bismark Santiago, quien junto con las familias de los estudiantes estará acompañándolos durante todo el torneo. Los tres estudiantes de nuestra Institución, junto con estudiantes del Colegio Británico International y el Colegio Royal School, se han unido para formar un equipo intercolegial que represente a la ciudad en este evento.

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Participación en el Modelo de las Naciones Unidas – AISMUN 2015

Por: Martha Delgado – Coordinadora de Extensión Académica Del 11 al 14 de marzo, 12 estudiantes de 7° a 11° grado del Colegio San José participaron en la decimo primera versión del Modelo de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, organizado por el Colegio Altamira Internacional de Barranquilla en las instalaciones del Hotel Dann Carlton. El Modelo de las Naciones Unidas es una actividad académica en donde los y las estudiantes representan diplomáticos de los diferentes países miembros de la organización, debiendo capacitarse en temas inherentes a su cultura, política interior y exterior, economía y sociedad para debatir y resolver temas de tratamiento real en los órganos y comités de la ONU. Esta actividad favorece el crecimiento y la capacitación académica de los y las estudiantes, además facilita el desarrollo de habilidades como la oratoria, retórica y capacitad de negociar, que son útiles para la vida personal y profesional de quienes participan. Los estudiantes representaron al Estado de Israel, Estado de Japón y a Malaysia, en los comités titulados DISEC (Dissarmament and Security Committee), SOCHUM (Social and Humanitarian Committee), ECOSOC (Economic and Social Committee), LEGAL y Security Council. En estos comités debatieron, en español y en inglés, temas como “the situation in eastern Ukraine”, “cyber security”, “impacto del Estado Islámico en el Medio Oriente”, “eliminación de diferentes formas de discriminación”, “migración y desarrollo”, entre otros. Los y las estudiantes que participaron en este evento académico son: Juan Sebastián Lopez Salcedo 7°, Natalia Daniels Díaz 7°, María Fernanda Camacho Castrillo 7°, Estefanía Molinares Quintero 7°, Javier Ramírez Silva 8°, Daniel Grisales Gutierrez 8°, María Mercedes Barney Vergara 8°, Leidy Laura Celis Contreras 8°, Camila Rocha Arroyave 8°, Angelica Roncallo Egea 8°, Santiago Zapata Florez 10°, José Darío Consuegra Fontalvo 11°. Felicitamos a este grupo de estudiantes, ya que su preparación e interés por los temas desarrollados, se vio reflejado en su excelente desempeño durante el Modelo.

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EL MENSAJE DEL DOMINGO 29 MARZO 

EL MENSAJE DEL DOMINGO 29 DE MARZO Ciclo B – DOMINGO DE RAMOS Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, al aproximarse a los pueblos de Betfagé y Betania, en el Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: -Vayan a la aldea que está enfrente, y al entrar en ella encontrarán un burro atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta por qué lo hacen, díganle que el Señor lo necesita y que en seguida lo devolverá. Fueron, pues, y encontraron el burro atado en la calle, junto a una puerta, y lo desataron. Algunos que estaban allí les preguntaron: ¿Qué hacen ustedes? ¿Por qué desatan el burro? Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho, y los dejaron ir. Pusieron entonces sus capas sobre el burro, y se lo llevaron a Jesús. Y Jesús montó. Muchos tendían sus capas por el camino, y otros tendían ramas que habían cortado en el campo. Y tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban: -¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Hosana en las alturas! (Marcos 11, 1-10). La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos. Hoy el texto bíblico que antecede a la bendición de los ramos antes de la Misa para conmemorar la entrada de Jesús en Jerusalén es tomado del Evangelio según san Marcos (11, 1-10), y en la Misa se toma de este mismo evangelista el relato de la pasión (Marcos 14, 1-15, 47), precedido de la profecía de Isaías (50, 4-7), el Salmo 22 (21) y la carta de san Pablo a los Filipenses (2, 6-11). Centremos nuestra reflexión en tres temas que encontramos en los textos mencionados del Evangelio según san Marcos. “¡Hosana…! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Marcos 11, 9) La palabra hosanna, tomada del hebreo, quiere decir salva ahora, y se emplea como un saludo de aclamación. Jesús, a quien las gentes sencillas aclaman como el Mesías descendiente del rey David y que no entra arrogante como los guerreros sobre carros tirados por caballos, sino  manso y humilde sobre un asno. El Reino que ha anunciado es distinto de los de este mundo, y esto es lo que va a manifestarse en los acontecimientos de su pasión, que culminarán con el de su resurrección no como un hecho espectacular sino como una experiencia espiritual que sólo pueden reconocer quienes se abren con fe a la revelación de Dios. “Tomen, esto es mi cuerpo… Esto es mi sangre, con la que se confirma la alianza, sangre que es derramada a favor de muchos” (Marcos 14, 22-24) El relato de la pasión del Evangelio según San Marcos nos presenta, en la cena pascual que Jesús celebra con sus discípulos la noche del primer jueves santo, la institución de la Eucaristía como memorial del sacrificio redentor de Cristo que entrega su cuerpo y su sangre  para darnos vida eterna. Cada vez que participamos activamente en la santa Misa, se actualiza para nosotros y para toda la humanidad el acontecimiento de su misterio pascual: su pasión, muerte y resurrección. En este sentido, la Eucaristía es “el sacramento de nuestra fe” en el que anunciamos su muerte, proclamamos su resurrección y expresamos nuestra esperanza en su venida gloriosa a nosotros. Y también es el sacramento del amor: en Jesucristo, Dios hecho hombre que ofrece como sacrificio su cuerpo y su sangre, es decir, su propia vida, y nos alimenta con ella en la comunión, se nos ha revelado plenamente el Dios verdadero que es Amor y que nos invita a realizar también nosotros en nuestra vida lo que este sacramento significa. “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15, 39) Estas palabras del centurión romano que los vio morir en la cruz, contrastan con las del Salmo que Jesús acababa de hacer suya antes de morir, manifestando así su anonadamiento total: “¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?”. También nosotros proclamamos de manera especial nuestro reconocimiento de Jesús como el Hijo de Dios cuando nos santiguamos con el signo de la santa cruz, con el cual expresamos nuestra identidad como seguidores de Cristo. El título “Hijo de Dios” se aplica a Jesús para indicar que se le reconoce como Dios. Lo mismo ocurre con el término “Señor”, que encontramos constantemente en el Nuevo Testamento, por ejemplo en la segunda lectura de hoy cuando el apóstol san Pablo dice, en la segunda lectura de la Misa de hoy (Filipenses 2, 6-11), que aquél que se despojó de la gloria de su divinidad para humillarse hasta la muerte de cruz como consecuencia de su solidaridad con las víctimas de la injusticia y  la violencia, fue exaltado como “Señor” del universo. Todo lo contrario al pecado original en los comienzos de la humanidad, que ha seguido y sigue sucediendo cuando el ser humano cae en la tentación de la soberbia, desconociendo su condición de creatura de Dios. Quienes creemos en Jesucristo como Hijo de Dios y Señor del universo, reconocemos que en Él se cumplen las profecías de los cuatro cantos o poemas del “Servidor de Yahvé” (el nombre de Dios en hebreo, con el cual se le había revelado a Moisés), escritos hace unos veinticinco siglos y que encontramos en el libro de Isaías. En el segundo poema, que corresponde a la primera lectura de la Misa de este domingo, el Servidor de Yahvé dice: “Yahvé me ha instruido para que yo consuele a los cansados con palabras de aliento” (Isaías 50, 4). Dispongámonos a celebrar esta Semana Santa con una fe tal que nos impulse a identificarnos con Jesús, en quien se nos revela el mismo Dios que se solidariza hasta las últimas consecuencias con el dolor humano, con todos los que están cansados de sufrir la injusticia y la violencia. Aclamémoslo no sólo como el que viene en el nombre del

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El Mensaje Del Domingo 22 De Marzo

V Domingo de Cuaresma – Ciclo B Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.» Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.» La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.» Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir (Juan 12, 20-33). El episodio del Evangelio de hoy se sitúa en Jerusalén, en la proximidad de la fiesta de la Pascua, a la cual acudían personas provenientes de distintas naciones. La Palabra de Dios nos invita a disponernos para comprender desde la fe el sentido de lo que vamos a conmemorar en la Semana Santa: la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. 1.- “Queremos ver a Jesús” Los griegos del Evangelio quieren ver a Jesús porque desean conocerlo de cerca. Nosotros también necesitamos profundizar en nuestro conocimiento de Él, y esto sólo nos es posible cuando abrimos nuestras mentes y nuestros corazones para que Él mismo, Dios hecho hombre, nos enseñe el camino hacia la vida eterna. Y el camino que Él nos muestra es su propia vida entregada al cumplimiento de la voluntad de su Padre. Dios mismo se nos da a conocer en su Hijo Jesucristo, cumpliendo su promesa hecha a través del profeta Jeremías en la primera lectura de este domingo (Jeremías (31, 31-34): “Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: reconoce al Señor. Porque todos me conocerán…” (31, 34). Y para lograr nosotros este conocimiento, es necesaria nuestra renovación interior, la que pedimos cuando rezamos el salmo responsorial también de este domingo: Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme [Salmo 51 (50)].                             2.- “Si el grano de trigo al caer en la tierra no muere…” La imagen de la semilla, que aparece constantemente en los Evangelios, es empleada por Jesús para referirse al Reino de Dios. En el Evangelio Jesús mismo se identifica con la semilla de trigo que se hunde en la tierra y muere para producir una abundante cosecha. La semilla tiene que morir para transformarse en la planta que hace posible el crecimiento de las espigas cargadas de granos, de los que proviene la harina que luego es amasada para convertirse en pan, en alimento que da vida. En el sacramento de la Eucaristía, memorial del sacrificio redentor de Jesucristo, el producto de la semilla de trigo se convierte para nosotros en signo de la vida eterna que Él nos comunica cuando recibimos como alimento espiritual su cuerpo glorioso, “pan de vida” (Juan 6, 35), expresando así, al comulgar, nuestra intención de identificarnos con Él, lo cual implica que estamos dispuestos a entregar también nuestra vida a su servicio, es decir, al servicio del Reino de Dios que es el reinado del Amor. 3.-  “Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí” Cuando Jesús dice que va a ser levantado de la tierra, se refiere tanto a su muerte en la cruz como a su resurrección gloriosa. No podemos separar lo uno de lo otro, pues se trata del misterio pascual: el paso a una vida nueva a través de la pasión redentora. La parte final del pasaje evangélico de este último domingo de Cuaresma contiene una alusión anticipada a lo que sería su oración en el huerto la víspera de su pasión. En el Evangelio, Jesús dice ¡Siento en este momento una angustia terrible! ¿Y qué voy a decir? ¿Diré: “Padre, líbrame de esta angustia”? ¡Pero precisamente para esto he venido! En los otros tres Evangelios, la oración es similar: “Padre, si es posible, líbrame de este trago amargo, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. A la misma oración se refiere la carta a los Hebreos en la segunda lectura de este domingo (Hebreos 5,7-9): Cristo… con voz fuerte y muchas lágrimas oró y suplicó a Dios, que tenía poder para librarlo de la muerte; y añade inmediatamente que por su obediencia, Dios lo escuchó, lo cual quiere decir que Dios Padre le respondió positivamente, no librándolo de la muerte, sino resucitándolo y glorificándolo después de ella, tal como lo había dicho la voz venida del cielo: “Ya lo he glorificado, y lo voy a glorificar otra vez” (Juan 12, 28). Dispongámonos nosotros a celebrar la Semana Santa de tal modo que, al identificarnos plenamente con Él poniéndonos al servicio del Reino de Dios, se realice también en nuestras vidas su misterio pascual, y se cumpla así en cada uno y cada una lo que ha dicho Jesús: “Donde yo esté, allí estará también quien me sirva”. Él, después

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Taller Ecológico En Aguada De Pablo Animado Por El Grupo Apostólico ASIS

Algunos miembros del grupo ASÍS y sus familias participaron en la Eucaristía y animaron un taller ecológico en la comunidad de Aguada de Pablo (parroquia de Manatí) el pasado domingo 8 de marzo. En esta comunidad hemos venido llevando a cabo los últimos años los Campamentos Misión y hemos podido evidenciar el deterioro ambiental que afecta a esta región. Con esta primera experiencia hemos querido fortalecer la preparación para el campamento misión de Semana Santa y nuestro compromiso ambiental como “Green building”. Felicitamos a las familias de los estudiantes Juan Camilo Maestre 6°, Daniel Grisales 8°, Giancarlo Geraldino 9°, Alberto Rueda 9°, Maria Camila Grisales 11° y Emanuel Urrutia 11°, quienes optaron por cambiar un domingo de descanso por una jornada de servicio a esta comunidad campesina.

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Ejercicios Espirituales Para Los Estudiantes De 11°

“Los Ejercicios Espirituales son lo mejor que yo en esta vida pueda pensar, sentir y entender, así para el hombre poderse aprovechar de sí mismo, como para poder fructificar y aprovechar a otros muchos.”   San Ignacio de Loyola Buenas cosas están pasando en el CSJB: los tres grupos de 11° vivieron en las últimas semanas sus ejercicios espirituales (11°A: febrero 19-21; 11°B febrero 26-28; 11°C marzo 4-6). Los dos primeros grupos vivieron la experiencia en la Casa Sainville en Cartagena y los últimos en el Seminario Mayor Juan XXIII en Salgar. En palabras del Padre José Rafael Garrido SJ «Ahora viene todo un proyecto de vida por recorrer, que Dios los acompañe a todos y los guíe siempre». Los Ejercicios Espirituales son el mejor regalo y la tradición más profunda que tienen los colegios jesuitas en el mundo. Este grupo de estudiantes se han unido al legado de nuestro Santo Padre Ignacio al decidir aceptar esta invitación. Felicitaciones a estos jóvenes y a quienes acompañaron estas experiencias: Mariela Alvear, Jhon Jaime Garcia y el padre José Rafael Garrido. A.M.D.G.

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Experiencia Ambiental de Taty la tortuga en Kinder 4

Por: JUNELL ARAUJO Para familiarizar a los niños y niñas de KINDER 4 con la letra T-t Leímos el cuento “Taty la Tortuguita y el tigre travieso”. A la vez trabajamos el tema del respeto por los animales como las tortugas que viven en el colegio. El cuento trata de un tigre travieso que no encuentra con quien jugar. Piensa en diferentes animales que inician con la letra “t” como se lo recomendó su tío, pero a la única que ve pasar es a una tortuguita que invita a jugar, sin embargo le hace travesuras mostrando un juego un poco brusco, después descubre que haciéndole una barra (rima) durante la competencia que tendrá la tortuga, logra demostrarle que es un buen amigo y terminan jugando sin maltratos, la tortuga queda agradecida por el apoyo que le mostró el tigre en la carrera. Elaboran por equipos carteles para encontrar la tortuga del colegio, para observarla y poder hacer descripciones en la clase, además para felicitarla por haber ganado la carrera como lo decía el cuento.   Los carteles debían tener título, preguntas que movilicen a las personas a encontrarla. Niños y de otros salones leían los carteles y durante el recreo también comenzaban a buscar a la tortuga, si la encontraban se acercaban a los salones de k4 a avisarnos. También preguntaban al personal de aseo.   Buscaron por todo el preescolar, y preguntaban a las profesoras que se encontraran en el camino, seguían las pistas que les iban dando. LA ENCONTRARON!! Sucedió lo que se esperaba, al observarla la analizaban, hablaban de ella, pero en ningún momento la maltrataron. Escribimos un letrero que decía Meta, entre todos le cantamos la rima que le canto el tigre para apoyarla a cruzar la meta: “Dale, dale tortuguita, sigue así de calmadita que la meta está cerquita”. En todos los salones no sucedió lo mismo, en k4D la tortuga nunca salió de su caparazón, la situación construyó a que lanzaran hipótesis sobre el acontecimiento. Profesora: Por que será que no sale? – “Es que será que se murió” Esteban Palau. – “No, ella se escondió por que ustedes gritaron cuando la encontramos, yo no grité pero ustedes dijeron allí está” Eimy Saavedra. ¿Qué podemos hacer para que salga? -“Si la acariciamos de pronto sale” Mariana Giraldo. -No podemos sacarla como el tigre. Salomón Casadiego.       Con materiales reciclables elaboraron su propia tortuga.   Por parejas trabajan en equipo para que el globo permaneciera firme.   Llevaron las tortugas para sus casas para que en compañía de los padres decoraran con su propio estilo. En pequeños grupos describieron a su tortuga, cómo la pintaron, en compañía de quien, argumentaban la escogencia de los colores . Después de acuerdo a las características expuestas inventaron un nombre para bautizarla.   Encontraron la letra escondida en Taty la tortuguita y la decoraron.     Dibujaron y escribieron en sus garabatos y pseudoletras que fue lo que más les gustó de vivir la experiencia de buscar a la tortuga. «Me encantó la tortuga porque salió de las matas y las flores. Me encantó que ganara . En las matas estaba escondida y la vimos. Fuimos a buscarla y fue divertido. » Said Amín.           «Me gustó ir a buscar a la tortuga, porque la vimos cruzar la meta. Se fue caminando rápido para llegar. También llevamos carteles y se los mostramos a las personas y a todos los amigos que pasaban.» Mariana Saenz

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El Mensaje Del Domingo 8 De Marzo

III Domingo de Cuaresma– Ciclo B Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J. Como ya se acercaba la fiesta de la Pascua de los judíos, Jesús fue a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de novillos, ovejas y palomas, y a los que estaban sentados en los puestos donde se le cambiaba el dinero a la gente. Al verlo, Jesús tomó unas cuerdas, se hizo un látigo y los echó a todos del templo, junto con sus ovejas y sus novillos. A los que cambiaban dinero les arrojó las monedas al suelo y les volcó las mesas. A los vendedores de palomas les dijo: -¡Saquen esto de aquí! ¡No hagan un mercado de la casa de mi Padre! Entonces sus discípulos se acordaron de aquella escritura que dice: “Me consume el celo por tu casa”. Los judíos le preguntaron: -¿Qué prueba nos das de tu autoridad para hacer esto? Jesús les contestó: – Destruyan este templo, y en tres días volveré a levantarlo. Los judíos le dijeron: – Cuarenta y seis años se ha trabajado en la construcción de este templo, ¿y tú en tres días lo vas a levantar? Pero el templo al que Jesús se refería era su propio cuerpo. Por eso, cuando resucitó, sus discípulos se acordaron de esto que había dicho, y creyeron en las Escrituras y en las palabras de Jesús. Mientras Jesús estaba en Jerusalén, en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en Él al ver las señales milagrosas que hacía. Pero Jesús no confiaba en ellos, porque los conocía a todos. No necesitaba que nadie le dijera nada acerca de la gente, pues Él mismo conocía el corazón del hombre (Juan 2, 13-25). Nuestra reflexión sobre este pasaje del Evangelio según san Juan podemos hacerla refiriéndonos sucesivamente a cada una de sus tres partes, teniendo en cuenta lo que nos dicen también los otros textos bíblicos de este domingo [Éxodo 20, 1-17; Salmo 19 (18); I Corintios 1, 22-25]. 1.- ¡No hagan un mercado de la casa de mi Padre! El templo de Jerusalén era para los judíos el lugar de la presencia de Dios significada en el “arca de la alianza”, una urna donde se guardaban los libros sagrados de la “Torá” o Ley de Dios, que contenían los diez mandamientos a los que se hace referencia en la primera lectura y en el salmo de este domingo. Estos mandamientos, como lo diría Jesús doce siglos después de haber sido proclamados en el monte Sinaí a través de Moisés, pueden sintetizarse en la ley del amor a Dios sobre todas las cosas y a nuestros prójimos como a nosotros mismos, es más, como Dios mismo nos ama. Ahora bien, los vendedores de animales para los sacrificios rituales, que estaban al servicio de los sacerdotes del templo de Jerusalén, al convertirlo en un mercado hacían de él algo totalmente opuesto a lo que debía ser: en vez de reconocerlo y respetarlo como el lugar de la presencia de Dios, un Dios cuya Ley es la del amor, lo empleaban para explotar a la gente buscando el propio provecho personal, sin importarles para nada el espíritu de aquella Ley que habían distorsionado reduciéndola a unas prácticas rituales externas desconectadas de las exigencias sociales. Lo mismo ocurre siempre que se utiliza la religión para hacer de ella un negocio lucrativo. 2.- Destruyan este templo, y en tres días volveré a levantarlo El mismo texto del Evangelio explica el sentido de esta frase de Jesús, a la que iban a hacer alusión sus acusadores, aunque tergiversándola, durante el juicio que le haría el Sanedrín la víspera de su pasión y muerte: “el templo al que Jesús se refería era su propio cuerpo. Por eso, cuando resucitó, sus discípulos se acordaron de esto que había dicho”. Jesús estaba indicando no sólo que Él se manifiesta a sí mismo como el nuevo templo, el lugar viviente de la presencia de Dios que remplaza al antiguo templo de Jerusalén, sino también que toda persona que se identifica con Él y quiere ser su discípulo está llamada asimismo a ser templo de su Espíritu. En otras palabras, Dios nos invita a ser portadores de su presencia, que es la presencia activa del Amor, porque Él mismo es Amor. Los primeros cristianos se llamaron a sí mismos en griego cristóforos: portadores de Cristo. Esto mismo estamos llamados a ser también nosotros, con mayor razón aún si recibimos en la comunión la vida de Cristo resucitado. La misma metáfora es empleada también por san Pablo, en sus cartas a los primeros cristianos de la ciudad griega de Corinto, para referirse a los bautizados como templos del Espíritu Santo: El cuerpo es templo del Espíritu Santo (I Co 6, 19); Ustedes son templo de Dios y el Espíritu de Dios mora en ustedes (I Co 3, 16); Ustedes son el templo de Dios viviente, como Dios dijo: habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo (2 Co 6, 16). En el texto de la primera carta a los Corintios que corresponde a la segunda lectura de hoy, Pablo dice que el Cristo del que debemos ser portadores con nuestro testimonio de vida es precisamente aquél que fue crucificado, es decir, el que mostró cómo es el amor de Dios, un amor que va hasta el extremo de entregar la propia vida. Todo el que se encuentre con cada uno de nosotros, los bautizados, debería experimentar la presencia de ese mismo Dios Amor como la experimentaban en el propio Jesús las personas necesitadas, los pobres, los rechazados, los marginados, los excluidos. ¿Somos de verdad “cristóforos”, portadores de Cristo? 3.- Él mismo conocía el corazón del hombre La última parte del relato sobre la expulsión de los mercaderes del templo, nos invita a reflexionar sobre el sentido de nuestra relación con Jesús. Cuando el evangelista dice que “Jesús no confiaba en ellos, porque los conocía a todos”, se está refiriendo precisamente a los mercachifles de la religión que

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