Colegio San José Barranquilla

NOTICIAS

Suspensión de la Misa Dominical

El Colegio San José informa que la Eucaristía que ha venido celebrándose en su Capilla Nuestra Señora del Camino los domingos a las 6:00 pm, queda suspendida a partir del domingo 26 de mayo y volverá a celebrarse nuevamente desde el domingo 18 de agosto, una vez iniciado el año lectivo 2013-2014.     Para descargar el comunicado oficial por parte de la Rectoría haga clic aquí

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El Mensaje del Domingo – 2 de junio

IX Domingo Ordinario – El Cuerpo y la Sangre de Cristo Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.        En aquel tiempo la gente iba en busca de Jesús, Él los acogió y comenzó a hablarles del reino de los cielos y a curar a los que lo necesitaban. Ya empezaba a caer la tarde cuando los Doce se le acercaron y le dijeron: “Despide a la multitud para que vayan a los pueblos y a los campos de los alrededores a pasar la noche y a buscar alimento, porque aquí estamos en un lugar despoblado”. Él les dijo: “Denles ustedes de comer”. Y ellos contestaron: pero no tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que fuéramos a comprar comida para todo ese gentío”. Porque había como cinco mil hombres. Entonces les dijo Jesús a sus discípulos: “Hagan que se sienten en grupos de unas cincuenta personas”. Así lo hicieron y se sentaron todos. Jesús tomó los panes y los dos pescados, alzó la mirada al cielo, los bendijo, los partió y empezó a dárselos a los discípulos, para que ellos los repartieran a la multitud. Y todos comieron y quedaron satisfechos. Después recogieron lo que sobró: doce canastos llenos (Lucas 9, 11b-17). La fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, que comenzó a celebrarse en la ciudad belga de Lieja en el año 1246, fue extendida en el 1264 a toda la Iglesia Católica por el papa Urbano IV para proclamar la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía y contrarrestar así el error de quienes, en aquella época -como también ocurre hoy-, la negaban y decían que el pan y el vino consagrados eran simplemente un símbolo conmemorativo de la última cena del Señor con sus discípulos. Esta fiesta constituye para nosotros una oportunidad de reflexionar sobre el sentido de nuestra fe en la Eucaristía. 1.La Eucaristía es sacrificio y sacramento La Eucaristía es el memorial que no sólo recuerda, sino actualiza el misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro Redentor. La primera lectura (Génesis 14, 18-20) relata el encuentro entre el patriarca Abraham y el rey y sacerdote Melquisedec (nombre que en hebreo significa rey justo, y cuyo reino, Salem, está relacionado lingüísticamente con la paz –shalom– y corresponde a la antigua ciudad de Jerusalén, que significa lugar de paz). Este personaje simbólico del Antiguo Testamento, que le ofrece a Abraham pan y vino, es para nosotros una prefiguración de nuestro Señor Jesucristo, quien en la última cena con sus discípulos la víspera de su pasión se ofreció a sí mismo como mediador de una nueva alianza entre Dios y la humanidad para hacer posible en la historia humana el reino de Dios, que es reino de  justicia y de paz. En la segunda lectura (1 Corintios 11, 23-26), el texto más antiguo que se conoce del relato de la institución de la Eucaristía, el apóstol san Pablo dice que cada vez que comemos del pan y bebemos del vino consagrados en memoria de Jesucristo, anunciamos su muerte redentora. En efecto, como sacramento, la Eucaristía es por excelencia el signo eficaz de la acción salvadora de Dios mediante su Palabra hecha carne, su Hijo Jesucristo, quien nos comunica su propia vida entregada y resucitada. 2.En la Eucaristía se hace realmente presente Jesucristo resucitado La presencia de Cristo en la Eucaristía no es aparente, es real. Pero esta realidad no es la de un fenómeno material verificable por los sentidos, sino la de un misterio de orden espiritual, sólo captable por la fe. Esa presencia espiritual suya después de su muerte y resurrección, nos invita Jesús a reconocerla en las especies de pan y vino consagradas con el rito y las palabras que Él mismo, en la última cena antes de su pasión, les dijo a sus primeros discípulos que repitieran después en conmemoración suya. En este sentido, el pan y el vino, en virtud de la consagración así realizada, se convierten para nosotros, gracias a la acción de su Espíritu Santo, en la presencia viva de Jesús. Él es, de esta manera,  la Palabra de Dios hecha carne que nos alimenta no sólo con sus enseñanzas, sino con su propia vida entregada y resucitada que está siempre disponible para nosotros en lo que llamamos el Santísimo Sacramento. Tal es el sentido de las hostias consagradas que se guardan en el sagrario para nuestra adoración, y para la comunión de quienes, por enfermedad u otra razón, no pueden participar presencialmente en la celebración eucarística.       3.Celebrar la Eucaristía es expresar que queremos ser una verdadera comunidad El Evangelio según san Lucas nos trae hoy el relato del milagro de la multiplicación de los panes y peces, realizado por Jesús cerca de la ciudad de Cafarnaum, a orillas del lago de Galilea. Este relato contiene una referencia muy significativa a lo que debe ser para nosotros el sacramento de la Eucaristía: el signo de que queremos ser una verdadera comunidad, en la que se parte el pan para compartirlo y así alimentarnos todos de la presencia y la vida de Jesús, que es la presencia y la vida misma de Dios, que es Amor. En efecto, el mensaje central del relato de la multiplicación de los panes y peces consiste en que, donde hay una disposición generosa a compartir lo que se tiene, aunque haya poco alcanza para todos y hasta sobra. En cambio, donde unos no quieren hacer partícipes a otros de lo que tienen, sino que se encierran en su egoísmo individualista, aunque haya muchos recursos sólo los disfrutan muy pocos, mientras la mayoría padece hambre y miseria. Esto último es lo que sucede en donde reina la ley del más fuerte y del “sálvese quien pueda”, opuesta diametralmente al Reino de Dios. Al celebrar hoy la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, démosle gracias al Señor por su presencia real entre nosotros en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, y dispongámonos, con la ayuda de su gracia,

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IV Feria Microempresarial Juvenil San José

El 22 y 23 de mayo del presente año, 100 estudiantes de nuestra Institución participaron en la IV Feria Microempresarial Juvenil San José 2013, cuyo tema central fue “Eco-gastronomía: La Conexión Plato – Planeta”. Biostyle, Biofit, Subs Express, Yummy for your tummy y Mexfood fueron algunas de las 25 microempresas participantes, creadas por estudiantes de sexto a undécimo grado en donde podíamos encontrar desde un refrescante cocktail de limón sin licor, un delicioso y saludable sándwich, una ensalada de frutas o una manzana con chocolate orgánico. En el acto de apertura de la Feria, los y las estudiantes del Colegio tuvieron la oportunidad de apreciar la interpretación del grupo musical de nuestra Institución dirigido por el profesor Fabián Posada. Johnny Insignares de la empresa Todomono diseño y exalumno de la promoción 2000 del Colegio, fue el invitado especial que les relató a los presentes sobre su experiencia en el campo del emprendimiento cultural y social, a su vez mostró cómo una idea que surgió en una clase de Castellano del Colegio se fue transformando en un proyecto de emprendimiento en la universidad para convertirse en una exitosa e innovadora idea de negocio.  

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El Mensaje del Domingo – 26 de mayo

Domingo de la Santísima Trinidad- Ciclo C Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.                               En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Muchas cosas me quedan por decirles, pero no pueden cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, los guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye, y les comunicará a ustedes lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que les irá comunicando- Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso les he dicho que tomará de lo mío y lo anunciará a ustedes” (Juan 16, 12-15). Hoy celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad: un solo Dios, tres personas distintas. Las lecturas de este domingo (Proverbios 8, 22-31; Salmo 8; Romanos 5, 1-5;  Juan 16, 12-15) nos invitan a renovar nuestra fe en el misterio inefable de Dios Padre que ha creado el universo con su Sabiduría infinita (primera lectura), Dios Hijo hecho hombre en la persona de Jesús que es precisamente la Sabiduría misma de Dios, su Palabra hecha carne, que con su testimonio de vida, sus enseñanzas y su sacrificio redentor nos ha revelado la misericordia divina, y Dios Espíritu Santo, que es la energía positiva procedente del Padre y del Hijo, “el amor de Dios derramado en nuestros corazones” (segunda lectura) para vivificarnos, renovarnos, iluminarnos, fortalecernos unirnos en comunidad y “guiarnos hasta la verdad plena” (Evangelio).  1. El Misterio de Dios trino y uno Cuenta el gran filósofo y teólogo san Agustín de Hipona (354-430 d.C.) que cuando meditaba sobre la Trinidad divina mientras caminaba por la playa, de repente vio en la orilla a un niño que intentaba vaciar toda el agua del mar en la concha de un caracol. Esta experiencia le sirvió para comprender que la mente humana, por más esfuerzos que haga, es incapaz de abarcar el misterio de Dios. Por eso nosotros, con nuestro limitado lenguaje  tenemos que recurrir a imágenes, a símbolos, a figuraciones poéticas para poder expresar de algún modo lo que Dios es, y que sólo percibimos al reconocer desde la fe sus modos de obrar. Y por eso mismo el lenguaje bíblico, al intentar describir a Dios -no para definirlo, porque el Infinito es indefinible-, lo hizo con una palabra que en su sentido más completo corresponde a lo que mejor puede caracterizar lo que es Dios: Dios es Amor (1 Juan 4, 8.16). Pero si Dios es Amor, tiene que ser plural, pues para que exista el amor tiene que haber alguien que ama, alguien que es amado y que le corresponda también amando, y la relación misma de amor entre ambos. Este es justamente el sentido del misterio de la Trinidad divina: un solo Dios que es pluralidad y diversidad de personas en la perfecta unidad de una comunidad de amor. Y es así como Dios Padre se nos revela en las enseñanzas y en la obra salvadora de su Hijo Jesucristo, que es su Palabra hecha carne y que entregó su vida en la cruz para que nosotros participáramos de su vida eterna, y nos comunica el Espíritu Santo que nos hace posible comprender y reconocer la verdad plena: el amor que Dios es y que nos tiene, que nos anima para corresponderle mediante el cumplimiento de su voluntad, es decir, amándonos unos a otros como Él mismo nos ha mostrado que nos ama.             2. Los símbolos de la Santísima Trinidad Muchos símbolos se han empleado para tratar de expresar la realidad de Dios uno y trino, aunque en definitiva todos se quedan cortos. Uno de esos símbolos es el triángulo. Otro es el sol, que en sí mismo es fuego, luz y calor. Pero el que tal vez más llama la atención es el que usó San Patricio (387-461 d.C.), quien para enseñarles la idea de un solo Dios en tres personas a los paganos que en su época habitaban la isla de Irlanda, tomaba en sus manos un trébol de tres hojas. Con este sencillo ejemplo, quienes lo escuchaban podían acercarse a la comprensión del sentido de la fe en la uni-trinidad divina, completamente distinta de las creencias politeístas por cuanto no se trata de varios dioses, sino de uno solo cuyo ser obra y se manifiesta pluralmente. 3.Nuestra fe en la Trinidad nos impulsa a la realización de lo que ella significa  La liturgia de la Iglesia, sobre todo en los sacramentos y especialmente en la Eucaristía, expresa constantemente la fe en Dios trino y uno. Esta fe implica a su vez el reconocimiento de lo que Dios Padre ha querido al crearnos a su imagen y semejanza, al revelarnos su misericordia y redimirnos por medio de su Hijo Jesucristo, y al comunicarnos el Espíritu Santo que procede de Él y de Jesús resucitado: que  reconociendo en nosotros la pluralidad y la diversidad de las personas, se vaya realizando cada vez más entre todos la unidad mediante la comunión y la participación, es decir, mediante la construcción de una verdadera com-unidad. Al iniciar la Eucaristía nos santiguamos invocando el nombre del Dios uno y trino. En el Gloria alabamos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en la oración inmediatamente anterior a las lecturas bíblicas, nos dirigimos a Dios Padre por medio de Jesucristo, su Hijo, que vive y reina con Él en la unidad del Espíritu Santo. Más adelante -en las misas dominicales y de las grandes fiestas religiosas-,  proclamamos con el Credo nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, reconociendo respectivamente su acción creadora, salvadora y santificadora. Luego, después de haberle cantado nuestra alabanza al tres veces Santo, le pedimos a Dios Padre que santifique con su Espíritu el pan y el vino para que se conviertan sacramentalmente en el cuerpo y la sangre de su Hijo Jesucristo. Antes de la comunión hacemos el brindis mediante el cual expresamos nuestra disposición a que por Cristo, con Él y en Él, les sean dados

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Reconocimientos Académicos

El día viernes 10 de mayo se llevó a cabo en las instalaciones del Colegio un acto cívico en donde se reconoció la excelencia de aquellos y aquellas estudiantes que se destacaron a nivel académico durante el tercer periodo. Luego del discurso a cargo del P. Carlos Cardona S.J., Director Académico, se mencionaron a los 3 mejores estudiantes de 3° a 11° grado, que durante el tercer periodo obtuvieron un desempeño superior en el consolidado de todas sus asignaturas. Así mismo se les hizo un reconocimiento a los estudiantes que participaron en diferentes eventos académicos a nivel regional y nacional como staff, ponentes y observadores en el V Congreso Intercolegial de Filosofía (organizado por nuestro Colegio del 22 al 23 de marzo del presente año), también fueron mencionados los estudiantes que participaron en el I Modelo de las Naciones Unidas del colegio Británico Internacional de Barranquilla, y el colegio San Bartolomé La Merced de Bogotá. Se entregaron reconocimientos a la Mejor Estudiante de Bachillerato y al Mejor Estudiante de Primaria. Se les otorgo un botón bañado en oro con el escudo de nuestro Colegio, como reconocimiento por los resultados académicos obtenidos, así como su esfuerzo y dedicación. David Hernández Mosquera de 3° grado fue seleccionado en la sección de Primaria, y Catalina Navarro Santos de 6° grado fue seleccionada en la sección de Bachillerato. ¡Felicitaciones!   Honor Roll – Sección Primaria. Honor Roll – Sección Bachillerato.

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El Mensaje del Domingo – 19 mayo

Domingo de Pentecostés Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.                                    Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas como llamaradas que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: “¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oye hablar en la propia lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oye  hablar de las maravillas de Dios en la propia lengua” (Hechos 2, 1-11). El término Pentecostés, que en griego significa Quincuagésimo Día o día número 50, proviene de una antigua fiesta anual con motivo de la cosecha del trigo y la cebada. Era llamada fiesta de la Semana de Semanas o de las 7 Semanas, y tenía lugar 50 días después de la ofrenda de los primeros frutos. Los judíos le dieron un significado histórico al conmemorar en ella la promulgación de la Ley de Dios en el monte Sinaí, 50 días después del acontecimiento de la Pascua con el que habían sido liberados los israelitas de la esclavitud en Egipto. Para quienes creemos en Jesucristo, Pentecostés es la fiesta del Espíritu Santo. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos cuenta que, 50 días después de la Resurrección del Señor, once de los discípulos a quienes Él había llamado sus “apóstoles” o enviados, y el duodécimo que había sido designado para ocupar el puesto que había dejado vacío Judas Iscariote el traidor, reunidos en oración junto con María, la madre de Jesús, recibieron el Espíritu Santo prometido para realizar la misión de proclamar la Buena Noticia de una nueva Ley -la ley del amor universal-, ya no sólo para un pueblo particular, sino para toda la humanidad. En la fiesta de Pentecostés se utilizan ornamentos de color rojo, que simboliza el fuego del Espíritu Santo.  1. El Espíritu Santo es el aliento vital y vivificador de Dios Los relatos bíblicos de la creación dicen que “el Espíritu (en hebreo la Ruah) de Dios aleteaba sobre las aguas” (Génesis 1, 2) y que el Señor “formó al hombre de la tierra, sopló en su nariz y le dio vida” (Génesis 2, 7). La palabra ruah -en hebreo de género femenino- significa viento, aliento, soplo. En los Hechos de los Apóstoles se habla de un viento fuerte, en el Salmo 104 del aliento de Dios dador de vida, y en el pasaje del Evangelio según Juan 20, 19-23 escogido para este Domingo, del soplo de Jesús sobre sus discípulos para decirles: “reciban el Espíritu Santo”. Hay otros signos que también emplea el lenguaje bíblico para referirse al Espíritu Santo: -El fuego simboliza la energía divina que transforma, dinamiza, da luz y calor. -El agua, signo de vida, expresa el nuevo nacimiento realizado en el Bautismo. -El óleo o aceite de oliva, que significa fortaleza, se emplea en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación, el orden y la Unción de los Enfermos. -La paloma (Génesis 8, 11), en el Bautismo de Jesús (Juan 1, 32) evoca al Espíritu que “aleteaba sobre las aguas” (Génesis 1, 2).        -Con la imposición de las manos, abiertas y unidas por los pulgares representando a un ave con las alas desplegadas, se expresa la comunicación del Espíritu Santo.  2. El Espíritu Santo produce el nacimiento de la Iglesia e impulsa su desarrollo Pentecostés es la fiesta del nacimiento de la Iglesia, nuevo Pueblo de Dios y Cuerpo Místico de Cristo compuesto por muchos y distintos miembros -todas las personas bautizadas-, animado por el Espíritu Santo, del que provienen, como dice san Pablo (1 Corintios 12, 3b-7. 12-13), los dones o carismas para realizar los servicios o ministerios que el Señor asigna según la  vocación de cada cual. Estos dones son siete: 1. Sabiduría para conocer la voluntad de Dios y tomar las decisiones correctas. 2. Entendimiento para saber interpretar y comprender el sentido de la Palabra de Dios 3. Ciencia para saber descubrir a Dios en su creación y desarrollarla.            4. Consejo para orientar a otros cuando lo solicitan o necesitan ayuda. 5. Fortaleza para luchar sin desanimarnos a pesar de los problemas y las dificultades. 6. Piedad para reconocernos como hijos de Dios y como hermanos entre nosotros. 7. Respeto a Dios (llamado también temor de Dios, pero con un sentido diferente del    miedo), para evitar las ocasiones de pecado y cumplir a cabalidad sus mandamientos. San Pablo dice (Romanos 8, 8-7) que el espíritu que recibimos en nuestro bautismo no es el de la esclavitud que nos llena de miedo, sino el de la libertad de los hijos de Dios, en virtud del cual podemos llamarlo papá, que es lo que significa abba, el término familiar con el que Jesús se dirigía a Dios Padre. Jesús mismo les había prometido a sus discípulos que Dios Padre enviaría en su nombre al Espíritu Santo, al que también llama “defensor” (Juan 14, 15-16.23b-26), el que está junto al creyente para darle fuerza. Esto fue lo que experimentaron los primeros cristianos en medio de las persecuciones que tuvieron que sufrir por causa de su fe. Y es también lo que nosotros podemos experimentar cuando, en las situaciones difíciles, reconocemos la presencia actuante del amor de Dios, que es justamente a lo que

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Felicitaciones y reflexión en el Día del Maestro

 1. El sentido del “Día del Maestro” Nos hemos reunido para expresar el reconocimiento que se merece  la labor que desempeñan ustedes, queridos profesores y profesoras, en orden al cumplimiento de nuestra misión educativa, que en el marco de la pedagogía ignaciana nos señala como propósito indeclinable contribuir a la formación integral de personas con excelencia humana y académica, competencia y responsabilidad social. El 15 de mayo se conmemora la designación, proclamada en 1950 por el Papa Pío XII, de San Juan Bautista de la Salle (1652-1719) como el patrón universal de los maestros. Fue este un pedagogo francés  innovador para su época, fundador de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, dedicada desde sus inicios a la educación de niños y jóvenes. Y en ese mismo año, la Presidencia de la República de Colombia declaró esta fecha como el Día del Maestro. Esta conmemoración varía su fecha dependiendo de cada país. Por ejemplo en Argentina y Chile se celebra el 11 de septiembre, el 13 de abril en Ecuador, y en Brasil el 15 de octubre. Todas estas fechas fueron  proclamadas en épocas y por motivos distintos, pero con un objetivo en común. Asimismo, el 5 de octubre fue elegido por la UNESCO para celebrar el Día del Maestro en el ámbito mundial, con el fin de reconocer la gran labor de quienes se comprometen con la educación y el crecimiento personal de ciudadanos honestos con sus responsabilidades y herramientas intelectuales para el desarrollo de su vida. Ustedes, queridos profesores (es decir, que “profesan” una disciplina o un campo del saber para compartirlo con sus estudiantes); ustedes, queridos educadores -que como tales están llamados a realizar el sentido más profundo del verbo “educar” (sacar lo mejor de sus alumnos y orientarlos o conducirlos hacia lo mejor); ustedes, queridos maestros -llamados a ser tales en el sentido más profundo del  vocablo latino “magister”, de cuya raíz lingüística “mag” se derivan también los conceptos de lo grande (“magnum) y lo mejor (a lo cual se refiere el “magis” de la espiritualidad y la pedagogía ignacianas)-, son la columna vertebral del Colegio,  porque, además de ser esencial e imprescindible su papel en los procesos conducentes a la formación integral de nuestros estudiantes, sin su trabajo no puede mantenerse en pie ni marchar adecuadamente nuestro proyecto educativo institucional en todas las dimensiones que lo constituyen. 2. El sentido de la verdadera sabiduría En el lenguaje bíblico, la sabiduría va mucho más allá del conocimiento, más allá de la ciencia, más allá de los saberes particulares. Sin dejar de reconocer el valor de éstos, conviene tener siempre presente que la misión del “maestro” es comunicar sabiduría, entendida y vivida ésta como el arte de conducir rectamente la propia vida para el logro de la realización plena de sí mismo y contribuir a la de los demás. En este sentido, la misión del profesor, del educador, del maestro, consiste, más allá de transmitir información cognoscitiva, en cooperar con sus discípulos o alumnos en la producción del conocimiento y en el desarrollo la conciencia crítica y constructivamente transformadora, a partir del cultivo y la promoción de los hábitos de profundizar en el reconocimiento y la elaboración interior del sentido de la realidad propi y la del contexto que le rodea. 3. Jesús, el “Maestro bueno” que nos enseña a amar y servir Jesús de Nazaret  se presenta en los Evangelios y es escuchado con admiración como Maestro, uno de los títulos que más frecuentemente emplean los evangelistas para referirse a Él. “Rabbí”, fue el apelativo con el cual sus primeros discípulos y discípulas expresaron el reconocimiento de lo que Jesús era y significaba para sus vidas. “Maestro bueno”, le llamaron quienes se sentían atraídos por sus palabras, sus actitudes y su vida dedicada a enseñar el camino que conduce a la verdadera sabiduría, a la auténtica felicidad. Pero, además de presentarse como Maestro, Jesús se aplica a sí mismo un texto profético del libro de Isaías (Lc 4, 14-21), definiendo claramente su misión en términos de comunicar una Buena Noticia que no se iba a quedar en palabras, sino que se manifestó en hechos concretos a lo largo de toda su actividad como el Maestro que combinaba con excelencia la orientación con la compasión, la enseñanza de la verdad con la disposición a comprender y perdonar la fragilidad de sus discípulos, y por encima de todo la exhortación a la práctica de la justicia y el amor con una opción preferencial por los excluidos y marginados, por los más débiles y necesitados. Queridos profesores, educadores, maestros: como los ojos de quienes veían y escuchaban a Jesús, asimismo todos los sentidos de nuestros estudiantes están fijos en cada uno y cada una de ustedes. Por eso, al tiempo que damos gracias a Dios, por lo que significan y son ustedes para el Colegio, pedimos al Señor sus luces y su gracia para que puedan dar, con la sabiduría que procede del Creador y con el testimonio de una vida dedicada a “en todo a amar y servir” -de acuerdo con la espiritualidad ignaciana-, la Buena Noticia que necesita nuestro país mediante el cumplimiento cabal de la misión educadora que Él mismo les ha confiado. Así sea. Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.         

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